El biopic es habitual en el mundo del cine, y es que a lo largo del tiempo ha habido tantas personas o historias reales apasionantes que es muy sencillo pensar que con ese material se va a hacer una película de primera. El problema es que parece existir una especie de molde a la hora de sacar adelante este tipo de obras que limita su recorrido y provoca que muchos acaban pareciéndose demasiado entre sí.
Ya sea por querer abarcar demasiado -hay vidas que se merecen más de una película-, por la incapacidad de sus responsables de dar con el tono adecuado o por otros motivos, pero la mayoría de biopics acaban siendo una decepción, poco mejores que si lees lo sucedido en Wikipedia. Mucho me temo que algo así sucede en el caso de ‘Rebelde entre el centeno’ (‘Rebel in the Rye’), una insulsa aproximación a la vida de J.D. Salinger que solamente destaca un poco cuando Nicholas Hoult y Kevin Spacey comparten escena.
El error de ir a dos velocidades
Lo primero que llama la atención de ‘Rebelde entre el centeno’ es que es una película que va a dos velocidades. Durante sus primeros 30-45 minutos se toma las cosas con cierta calma hasta que llega el momento en el que su protagonista logra ser publicado por primera vez. No faltan detalles explorados de forma mejorable como la relación con sus padres, pero la apuesta de Danny Strong está en ver ese ímpetu inicial como escritor de Salinger y los obstáculos que tuvo que ir sorteando.
No es que Strong arriesgue lo más mínimo ahí en el tratamiento de la historia -algo que caracterizará a la película en todo momento-, pero la buena química que surge entre Hoult y Spacey eleva sus diálogos por encima de su interés real sobre el papel y consigue mantener interesado al espectador en el proceso que ha de superar el primero para ser publicado.
De hecho, en cuanto esa línea argumental los separa vuelve a haber un bajón evidente porque otro de los aspectos que destaca en ‘Rebelde en el centeno’ es su alarmante falta de profundidad, tanto para la construcción de personajes -¿qué función tiene Zoey Deutch más allá de ser lo suficientemente mona para llamar la atención del protagonista y convertirse en una especie de línea que separa el éxito del fracaso según el caso que le haga?- como de situaciones.
Como ya apuntaba, ese último punto se compensaba en su tramo inicial gracias al buen funcionamiento de Hoult y Spacey cuando están juntos, pero sus caminos no tardan en separarse y ‘Rebelde en el centeno’ tarda bien poco en caer en la mediocridad. Ya con la llegada de Salinger al frente queda claro que Strong va a apostar por lo fácil y pasar con demasiada rapidez por todo como para que los traumas del personaje lleguen a transmitirse con acierto al espectador.
‘Rebelde entre el centeno’ es una propuesta perezosa y vacía
Ya no es que la parte bélica carezca de toda fuerza -es breve, sí, pero esencial para entender el cambio de personalidad del protagonista-, es que Strong decide pisar el acelerador para llegar cuanto antes a la publicación de la mítica novela ‘El guardián entre el centeno’, el punto culminante de la carrera de Salinger. Por el camino hay algún detalle curioso –su forma de lidiar con el hecho de volver a escribir pese a no gustarle nada lo que sale de su cabeza-, pero la tónica habitual es limitarse a rayar la superficie sin intención alguna de ahondar en ello.
Dos buenos ejemplos de eso último que apuntaba suceden de forma prácticamente consecutiva: un fan de ‘El guardián entre el centeno’ se acerca al protagonista asegurando que él es Holden Caulfield y Salinger se excusa rápidamente para poco después tener una charla con su padre que pretende ser reveladora y que simplemente se limita a mostrar la aprobación paterna de la forma más perezosa posible. Parece que Strong simplemente quiera añadir ciertas ideas pero sin preocuparse en desarrollarlas de una forma atractiva, simplemente hay que saltar a la siguiente con celeridad.
Y es una pena que Strong opte por ese camino, ya que todo su reparto principal, incluso aquellos reducidos a personajes bastante planos, cumple como mínimo con corrección y se notan los esfuerzos de Hoult por reflejar la poderosa y reclusiva personalidad de Salinger. La cuestión es que todo lo que pueda hacer está muy limitado, porque a simple vista todo luce que está donde debería estar pero cuando indagas un poco te encuentras una propuesta vacía.
En definitiva, ‘Rebelde entre el centeno’ es una propuesta deficiente que solamente consigue redimirse cuando se centra en la química que surge entre Hoult y Spacey, quienes logran elevar el interés real de lo que sucede en esos casos. El resto del metraje ni siquiera llega a un quiero y no puedo, ya que Strong se conforma con lo más básico para intentar captar la apasionante personalidad de Salinger y nunca llega a conseguirlo.
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