Llama la atención el mucho ruido que montó Disney+ alrededor de los estrenos de 'Mulan' y 'Soul' de forma directa en la plataforma -la primera con un pago adicional y la segunda incluida de forma gratuita en la suscripción- para que luego la promoción haya sido mucho más intensa en el caso de 'Raya y el último dragón', la cual se lanza este viernes 5 de marzo de forma simultánea en cines, al menos en aquellos que estén dispuestos a aceptar las condiciones impuestas por el estudio, y Disney+, con un coste adicional de 21,99 euros.
Está por ver cómo afecta a su recorrido comercial, pero lo que debería importarnos realmente es que esta nueva producción animada de Disney, la primera que no es una secuela desde la estupenda 'Vaiana', es una divertida y emocionante aventura que sabe cómo aunar lo nuevo y lo tradicional con bastante acierto. Con un impresionante acabado visual, sí que me dejó la sensación de que la hubiese disfrutado mucho más de niño que siendo adulto.
La unión hace la fuerza
'Raya y el último dragón' es una película que gira alrededor de dejar las diferencias de lado para potenciar aquello que nos une para conseguir el bien común. Para ello, la amistad se convierte en uno de sus temas principales, tanto una más en la línea de lo visto en otras producciones animadas del estudio como otra más compleja en algo que podría haber llevado más a un relato de héroes y villanos al uso.
Ahí es donde se nota que 'Raya y el último dragón' sigue potenciando ese espíritu renovador ya muy presente en 'Vaiana', donde el hecho de que su protagonista fuera una princesa quedaba reducido a la mera anécdota, prescindiéndose además de cualquier tipo de subtrama romántica. La película que ahora nos ocupa sigue dando pasos adelante en la misma dirección, optando a su vez por integrar elementos de otras culturas hasta ahora ausentes en el cine de Disney.
Aquí los responsables de 'Raya y el último dragón' echan las raíces en diferentes tradiciones del sudeste asiático a todos los niveles, desde la construcción de sus personajes hasta los diseños de la película, pero sobre todo a la hora de sentar las bases del guion y cuál es el mensaje -o moraleja, si así lo preferís- que se intenta transmitir, Ahí todo lo que aparece en la película hace gala de una constancia innegable, aunque sea justo reconocer que está mucho más conseguido el viaje que propone que el destino final.
Un cóctel equilibrado
'Raya y el último dragón' arranca con fuerza presentando el mundo al que nos transporta y a la protagonista de la aventura. Todo es ágil y vistoso, logrando atrapar rápidamente la atención del espectador y sacarle alguna sonrisa sin que ello desluzca en ningún momento la importancia del problema que plantea. No falta una gran escena en lo emocional que vincula aún más la película con otras del estudio y para el minuto 20 ya ha quedado todo bien claro, siendo entonces cuando empieza realmente la aventura.
Es entonces cuando puede decirse que Raya apuesta más por lo tradicional, tanto en lo narrativo como en lo visual, para forjar esa alianza entre Raya y Sisu, el último dragón con vida. Eso sí, lo hace de una forma más medida, ya que la criatura con la voz de Awkwafina en la versión original de la película podría haber resultado abrasiva de haberle dado una mayor libertad, más en la línea del Genio de Robin Williams en 'Aladdin' o el Mushu de Eddie Murphy en 'Mulan'. De hecho, la elección de Awkwafina invitaba a pensar en esa dirección, pero a la hora de la verdad está más controlada, dándole un enfoque algo más inocente pero sin por ello desaprovechar su vis cómica.
A su manera, es una forma de combinar el recurso del secundario cómico a menudo con la forma de una criatura mágica con la necesidad de contar con un aliado para conseguir su objetivo. Todo esto sin hacer nunca de menos las habilidades de Raya, sino como una prolongación de la necesidad de centrarse en aquello que nos une para poner fin a los problemas a los que hacemos frente.
De esta forma, 'Raya y el último dragón' consigue un increíble envidiable en una parte del relato que en sí mismo no deja de ser ir cumpliendo misiones secundarias. Su lado más cómico gana presencia con la llegada de nuevos personajes secundarios pero consiguiendo que la historia fluya y mantenga entretenido en todo momento al público, lo que también permita incidir más en lo que hay en juego.
Una pequeña pega
Así es como 'Raya y el último dragón' va creciendo paulatinamente a todos los niveles, dando además cada vez más brillo a su lado puramente visual, hasta la llegada del clímax, donde todo encaja con lo visto hasta entonces, pero le falta ese no sé qué que diferencia algo que está bien hecho y en lo que existe ninguna pega de aquello que consiga toda la resonancia emocional que busca.
Quizá sea la falta de entidad de esa fuerza maligna, que nunca se presenta más allá de ser ese+ peligro difícil de batir, sea lo que realmente juega en su contra visto desde una perspectiva adulta, pero ahí es donde la película tenía que haber rematado la faena y no llega a hacerlo. Y es que por un lado tienes a los héroes dándolo todo, sobre todo en lo emocional, pero por otro lado una amenaza quizá demasiado genérica. Entiendo que no es eso lo que les interesaba a los responsables de 'Raya y el último dragón', pero también creo que el impacto emocional hubiese sido mucho mayor de haberlo cuidado un poco más. Ni siquiera un villano memorable, pero sí algo más que humo tenebroso.
En resumidas cuentas
Dicho esto, 'Raya y el último dragón' sigue dejando con muy buen sabor de boca, pero lo que podría haber sido un título de referencia dentro de los Clásicos Disney acaba quedándose en un segundo o tercer escalafón. Más que suficiente para recomendarla y volver a verla en el futuro, pero no para llegar a dejar huella, al menos no más allá de hallazgos y virtudes puntuales.
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