Los clásicos Disney han marcado la infancia de varias generaciones y todo indica que así seguirá siendo, pero rara vez se preocuparon en hacer una secuela en condiciones de alguna de ellas. Durante muchos años las esquivaron y la única excepción a la norma fue ‘Los rescatadores en Cangurolandia’, una estimable aventura que incluso superaba a su predecesora.
El problema llegó con los lanzamientos directos a vhs o dvd, ya que en la mayoría de los casos hubiésemos sido mucho más felices de no haber existido. Esa política hace tiempo que perdió peso en la compañía y ahora han optado por las secuelas de algunas de sus películas más recientes. Para ver ‘Frozen 2’ habrá que esperar hasta el año que viene, pero ahora nos llega ‘Ralph rompe Internet’, una estupenda aventura que no desmerece en nada a la primera entrega.
Adaptándose a su nueva realidad
Ralph y Vanellope habían encontrado su lugar en el mundo al final de ‘¡Rompe Ralph!’, el comieron perdices que muchas veces se queda en eso sin entrar en detalles sobre la posibilidad de que pueda suceder algo que lo cambie. Esa es la base del primer acto de ‘Ralph rompe Internet’ con él encantado de la vida y no queriendo cambiar nada, mientras que a ella le falta algo en su vida que deriva en un accidente que pone en peligro a Sugar Rush.
Es una excusa sencilla pero efectiva para volver al maravilloso mundo que nos conquistó en la primera entrega y no faltan las apariciones de otros personajes de videojuego para añadir más salsa al asunto y, de paso, regalarnos algunos momentos muy divertidos para ir captando nuestro interés antes de que comience la verdadera aventura que lleva a Ralph y Vanellope a las profundidades de Internet.
Recuerdo que algunos se quedaron algo decepcionados porque la primera entrega proponía una inmersión total en el universo de los videojuegos en sus primeros minutos para luego centrarse en algo que no les resultaba tan estimulante -aunque luego hiciera eso realmente bien- y aquí existe la posibilidad de que la maravillosa presentación de Internet deje con ganas de más a algunos, pero sí que hay una mayor variedad que nos regala tantos nuevos y geniales personajes como algunas situaciones tronchantes.
‘Ralph rompe Internet’ es una delicia
Sin embargo, lo que reamente interesa a ‘Ralph rompe Internet’ es ver cómo Ralph y Vanellope intentan conseguir lo que están buscando, algo que fácilmente se podría haber convertido en un correcalles sin mucho más que aportar, pero eso nunca sucede. Además de aprovechar a fondo multitud de elementos que todos asociamos a Internet, tanto en términos visuales –es deslumbrante en ese apartado- como de humor, sabe dotar a la historia de los protagonistas del fondo adecuado.
De nuevo, no hay nada especialmente deslumbrante en los conceptos que maneja ‘Ralph rompe Internet’, pero la clave está en saber cómo utilizarlos y ahí los guionistas Phil Johnston -también co-director junto a Rich Moore- y Pamela Ribon dan con la clave. Lo primero es que todo gire realmente alrededor de ellos, después toca potenciar la innegable química que hay entre ellos y por último hay que saber introducir un elemento emocional que lo eleve todo a otro nivel.
Es ahí donde toda la diversión previa, que es muchísima -hay algunos instantes que literalmente me partía de la risa-, encuentra el apoyo necesario para dar auténtico sentido al viaje de Ralph y Vanellope, evitando de paso que el último acto resulte un tanto brusco, ya que entonces toca ponerse un poco más serios para lidiar con las consecuencias de decisiones previas.
Además, lo hace aportando nuevos elementos visuales que dan mucho juego y conectando perfectamente como una prolongación natural del mensaje que transmitía ‘¡Rompe Ralph!’ en lugar de caer en ningún momento en el saco de la repetición para ver si sigue funcionando lo que ya lo hizo entonces. Así es como debería hacerse una buena secuela.
En definitiva, ‘Ralph rompe Internet’ es una secuela excelente que sabe retomar la historia de sus dos protagonistas y ofrecernos una divertida y emocionante aventura que prolonga lo que se nos contó entonces. Bravo, Disney, mientras sean así, por mí haced todas las continuaciones que queráis. Y no os vayáis antes de la genial escena post-créditos.
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