Uno de los aspectos más interesantes (y, en cierto sentido, frustrantes) de 'Quién te cantará' es ver cómo Carlos Vermut va desafiando todas las expectativas que la película construye en torno a sus apariencias, a sus primeros compases argumentales y a su propia condición de película "de madurez". Posiblemente el motivo esté en su mensaje intrínseco, lleno de reflejos, de espectros, de espejismos y de promesas imposibles de cumplir.
De ese modo, la película tiene algo de historias de fantasmas, pero se obstina en no plantear las inevitables reglas inamovibles del género. Habla de mujeres reflejadas unas en otras, pero no discurre por los senderos obvios de los argumentos de suplantación de personalidad o de confusión entre almas gemelas. También trata del mundo del espectáculo, de personalidades atrapadas por identidades públicas que no se corresonden con la realidad, pero 'Quién te cantará' está lejos de ser una sátira sobre el mundo del show-business, que funciona como un mero telón de fondo para justificar la admiración de un personaje por otro.
Y del mismo modo, como de forma intrínseca a la propia naturaleza de la película, 'Quién te cantará' desafía su condición de tercer largometraje, de "obra de madurez" tras el "debut arrollador" de Diamond Flash y la "confirmación del talento" de 'Magical Girl'. Donde el tópico pide que Vermut se lance a experimentar y madurar temas y estéticas ensayados en sus primeras películas, él factura su obra más sencilla y accesible hasta el momento.
Y no se trata de que Vermut vaya a la contra de forma sistemática: es tan sencillo como que su personalidad es indomesticable y entra con dificultad en los parámetros predefinidos de los géneros, la crítica o las carreras de cineastas convencionales (solo hay que revisar su carrera como dibujante, diseñador de animación y cortometrajista para corroborarlo). Nos pongamos como pongamos, Vermut va a ir a la contra por naturaleza. Y por mucho que a mí me hubiera gustado encontrarme, a partir de la sinopsis inicial, una historia obsesiva y circular de personalidades que se fagocitan a lo 'Vértigo', el requiebro del director en la dirección que a él le diera la gana era inevitable.
'Quién te cantará': una canción fúnebre
Carlos Vermut vuelve a contar una historia de mujeres, esta vez en femenino absoluto, con la historia de una diva de la canción, Lila Cassen (Najwa Nimri), que para poder afrontar una gira tras sufrir una amnesia casi total contrata a una imitadora de karaoke, Violeta (Eva Llorach). Cada día, ésta va en secreto a la mansión de Lila para enseñarle a comportarse como antes, estableciéndose una relación simbiótica entre ambas que acabará suponiendo un renacimiento para las dos.
Vermut sortea los lugares comunes de una historia así sin por ello renunciar a guiños que van del Hitchcock clásico (no solo la citada 'Vértigo; también hay ecos de 'Rebeca') al Almodóvar más lindante con el fantástico, del cine vampírico-lésbico europeo de los setenta al Bergman de 'Persona'. Todo un catálogo de inquietudes que se dejan notar y nunca se apoderan del todo de la narración, pero que empapan diálogos, interpretaciones, la estructura de la historia y los temas que maneja. Quizás 'Quién te cantará' sea la película más cinéfila de Vermut, o la más obviamente entretejida por metarreferencias, pero el director no pierde el control de su historia en ningún momento.
Y no pierde el control porque vuelve a hablar de cuestiones muy queridas por él, como la muerte, que sobrevuela sutilmente su filmografía sin ser el núcleo temático de ninguna de su películas. O de las relaciones entre mujeres, a las que se aproxima, se nota perfectamente, sin una actitud forzada a las mismas (y siempre apoyadas en interpretaciones extraordinarias y muy intuitivas: a las dos mencionadas se suman una espectacular Natalia Molina y Carme Elías)
Quizás el hecho de que 'Quién te cantará' sea su película más accesible, menos extravagante a nivel argumental (pese a un diálogo sobre los intríngulis de la industria del entretenimiento que rezuma mala baba) la hace menos poliédrica que las anteriores. Menos personajes, situaciones algo estiradas en la segunda mitad y un uso menos sofisticado de la música la coloca, quizás, un escalón por debajo de 'Diamond Flash' y 'Magical Girl'. Una apreciación muy matizable, en todo caso, y que no rebaja ni un ápice de calidad del que es, sin duda, el estreno español obligatorio del momento.
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