Que el prestigioso realizador ruso Andréi Konchalovski (camino de cumplir los 84 años) no haya cesado de dirigir películas es, sin duda, una gran noticia. Que sus últimas obras se encuentren entre lo mejor de su filmografía no hace sino acrecentar el entusiasmo ante la gestación de un nuevo largometraje suyo. Y que la notable 'Queridos camaradas' (2020), su reciente filme, tenga estreno en España y pueda visionarse en pantalla grande es ya un auténtico lujo para la cinefilia.
Coguionista de 'Andrei Rublev' (Andrei Tarkovsky, 1966) y director de títulos como 'El primer maestro' (1966) o 'Siberiada' (1978), Konchalovski vuelve a fijar su mirada en el pasado de su país narrando la masacre de Novocherkask, donde en junio de 1962 las autoridades comunistas (con el KGB al frente) dispersaron a tiros una manifestación de trabajadores ocasionando más de una veintena de fallecidos y cerca de un centenar de heridos, a los que se suman los siete condenados a muerte por las protestas.
El punto de vista desde el que se construye el relato es el de Lyudmila, miembro destacado del partido comunista local y madre de una de las manifestantes contrarias al régimen. Lyudmila es fiel al Gobierno y la ideología de su partido, además de ferviente admiradora de Stalin y defensora de su legado, aunque le ocasione continuos enfrentamientos con su padre y su hija, más próxima a Lenin.
Entre la ley y la familia
Es el año 1962, los precios de productos básicos suben, los derechos laborales de los obreros menguan y los rumores de crisis y hambruna generalizada se expanden. Los habitantes de Novocherkask están intranquilos y descontentos, y en la ciudad se imponen la incertidumbre y la ira.
Con todo, Lyudmila pide respeto por las autoridades comunistas y rechaza cualquier crítica hacia ellos. Sin embargo, al producirse la cruenta matanza de ciudadanos no armados que reclamaban en las calles del centro al tiempo que saqueaban edificios administrativos del régimen, la protagonista comienza a tener dudas sobre su acérrima defensa al Gobierno. Y una vez sea consciente de la desaparición de su hija, quien también protestaba, a Lyudmila le surgen conflictos ideológicos internos de difícil solución, una enorme crisis de conciencia que pone en entredicho su pensamiento hasta ahora.
El arco dramático de este personaje femenino (interpretado con destreza por Yulia Vysotskaya, esposa del director) es el elemento fundamental y sobresaliente de la película, que le sirve a Konchalovski para situar al espectador ante el importante dilema de la protagonista (¿seguir los preceptos del Gobierno al que admira y ha entregado su vida, o proteger a su familia que corre peligro?) al mismo tiempo que reflexiona sobre la URSS y las contradicciones políticas del estado soviético en la época.
Konchalovski, hermano mayor de Nikita Mijalkov, filma en blanco y negro y utiliza un académico formato casi cuadrado imprimiendo así un aura nostálgico de compungida belleza que recuerda a 'Cold War' (Pawel Pawlikowski, 2018). La fotografía en blanco y negro ya la empleó el realizador en 'Paraíso' (2016), su antepenúltimo filme, para sumergirse en el infierno del Holocausto durante la Segunda Guerra Mundial.
'Queridos camaradas', un impresionante regreso al pasado que cuestiona el régimen soviético
El cine político y bélico han ocupado y siguen ocupando una parte destacable en las cinematografías de los países de Europa del Este. En el caso de Rusia, los últimos años han visto la luz películas tan relevantes como 'Anna’s War' (Aleksey Fedorchenko, 2018), 'A Russian Youth' (Alexander Zolotukhin, 2019), 'Una gran mujer (Beanpole)' (Kantemir Balagov, 2019) o 'Conference' (Ivan I. Tverdovskiy, 2020), sin olvidar a autores tan destacados como Andrey Zvyagitsev o Alexey German Jr., que denuncian la corrupción y la inestabilidad del país en las últimas décadas, así como ese mastodóntico proyecto que lleva por título las siglas 'DAU', que abarca más de una decena de obras y pone de relieve el totalitarismo, la alienación y las dinámicas de poder a través de un recóndito instituto de investigación científica de la Unión Soviética.
Premio especial del jurado en el Festival de Venecia del pasado año y premio al mejor director en el Festival de Chicago, 'Queridos camaradas' (título con mordaz ironía) es una propuesta de enorme interés, ya que la crítica hacia el Gobierno comunista la realiza un cineasta que se declara pro soviético y que con inteligencia sitúa el foco en un espinoso hecho histórico que supuso un cambio en la opinión social sobre el régimen durante la presidencia de Nikita Jruschov. Unos crímenes que estuvieron silenciados hasta 1992 y cuyos responsables jamás fueron juzgados.
Secuencias clave del filme como la de la matanza contra los manifestantes (con una imponente escena donde la cámara se sitúa en el interior de una peluquería) o su esperanzador desenlace en un tejado son logros cinematográficos dignos de aplauso. Se trata de una obra que reflexiona acerca del dilema sofocliano que enfrenta la ley con la familia, y donde la tensión, la pesadumbre y la incomodidad no desaparecen nunca.
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