Durante la segunda guerra mundial, un batallón de soldados recibe la engorrosa tarea de liberar un último y remoto pueblo italiano antes de tomar todo el territorio. Pero allí las cosas no son como esperaban y serán muy bien recibidos tanto por los locales como por el bando enemigo, que acepta rendirse. Sin embargo, las cosas cambiarán cuando los alemanes entren en acción.
Hubo un tiempo en que el desmelene era posible también en una película de un gran estudio, sin necesidad de tener un público exclusivo, porque, a pesar de que no lo creamos, la comedia, como la tragedia, es uno de los grandes géneros cultos y hace falta mucho talento, y una inteligencia sutil, para armar una gran comedia. En este caso, bélica. Este clásico de los sesenta viene servido por una dupla cuanto menos inesperada o insólita, porque la Historia tiene no solamente la costumbre de desmentirse sino de olvidar el orden en detrimento de la importancia.
'¿Qué hiciste en la guerra, papi?' (What did you do in the war Daddy, 1966) viene firmada por Blake Edwards en dirección pero cuenta con nada más y nada menos que un libreto de William Peter Blatty, autor al que ahora asociamos, como no podía ser de otra manera, como el que escribió la novela que terminó siendo 'El exorcista' (The Exorcist, 1973) y al que, desde luego, no podíamos imaginar con tanto manejo para la comedia.
No deja de tener su lógica si se piensa bien, porque de pecados y de asuntos felizmente diabólicos va también esta comedia, pero vayamos al grano: James Coburn lidera un cásting y lo hace con un gracejo incomparable. Interpreta, como no podía ser de otra manera, a un tipo duro, que terminará salvando el día de los fastos italianos, pero lo hace con un aplomo incomparable, sin caer en la más fácil de las autoparodias ni tampoco mostrándose incómodo.
Bien acompañado por un estupendo reparto coral, algo que nunca dejó de ser la especialidad de Edwards cuya destreza para narrar auténticos, salvajes e incomparables fastos quedaría patente para muchos en la posterior 'El Guateque' (The Party, 1968) y que aquí ensaya con destreza las consecuencias de una noche en la que los varones van a tope, en buena compañía de lozanas doncellas, y que, al final, recuerdan que deben volver a los destinos laborables, en este caso los de una campaña bélica, nada menos.
Giovanna Ralli encarna a Gina, la mujer que divide al esforzado líder bélico norteamericano (Dick Shawn) y al superior italiano (Aldo Ray). Pese a que es un fácil blanco por parte de los dos varones, la película no la desmerece ni la reduce, siendo ella esquiva, superviviente y nada sencilla, usando su atractivo para juguetear con los dos mandos, pero desarrollando afecto por ambos. Y, de hecho, la conclusión subraya que la vida solamente tiene sentido como carnaval prolongado, dando Edwards así a entender que entre todas las guerras posibles, qué mejor que la que nuestros cuerpos libran, resultando siempre vencidos, al asalto del vino y el deseo, inmejorables aliados ante quienes prefieren las balas o la muerte.
No deja de ser un ejemplo más del talento de Edwards, quien escribió los primeros borradores de este relato junto a Maurice Richlin, en los sesenta, en los que pasó de un registro dramático a firmar algunas de las más icónicas películas de los sesenta y que fuera capaz de dirigir algunas sin el talento irrepetible, sorpresivo e inigualable de Peter Sellers dice mucho a su favor.
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