El interrogante planteado por el título de la película hace referencia a una de las grandes cuestiones del ser humano que, igualmente, más se ha reflexionado en el arte: las relaciones de pareja. La cineasta catalana Liliana Torres, que en esta ocasión además de dirigir y escribir el guion también actúa como protagonista, atraviesa una crisis con su actual pareja sentimental, motivo que la lleva a plantearse qué pudo suceder para que sus anteriores relaciones se fracturaran definitivamente en aras de solucionar los problemas con su novio.
Un viaje de autodescubrimiento con tres exparejas
Para ello, se embarca en un viaje (literal y metafórico) que le llevará hasta tres de sus antiguas parejas, aquellas que le marcaron en su vida y sin las cuales ella no sería la que es hoy día, con las que se entrevistará para hacerles la gran pregunta de '¿Qué hicimos mal?'. Dicho viaje le conducirá incluso fuera del país, hasta Italia y México, y le servirá no solo para analizar las virtudes y defectos de sus relaciones, sino para hacer introspección de su pasado y comprenderse mejor a sí misma.
Torres vuelve a construir una autoficción donde la barrera entre persona y personaje queda difuminada y donde se aúnan actores profesionales y no actores que se interpretan a sí mismos (o a una versión de ellos), como ya hiciera en 'Family Tour' (2013), su ópera prima.
En aquella obra narraba su regreso a la casa familiar por un mes, después de estar viviendo una larga temporada en México. De vuelta al hogar debe hacer frente a las personas y lugares que dejó, en especial a sus familiares, con los que se siente todavía más alejada. Basada en su propia experiencia, Torres utilizó a su propia familia delante de las cámaras, pero para su personaje optó por Nuria Gago, actriz profesional. Una decisión de gran interés cuyo resultado, sin embargo, no fue todo lo satisfactorio que prometía.
Ahora, con una premisa que nos evoca a la cinta croata 'Happily Ever After' (Tatjana Bozic, 2014), '¿Qué hicimos mal?' supone casi la inversión de la propuesta de su debut cinematográfico, dado que Liliana Torres sí se interpreta a sí misma, pero sus exnovios no (a excepción del primero). Nuevamente, el desafío es original y tentador, pero los efectos no son todos los esperados.
Existe gran diferencia entre el primer entrevistado (su expareja real) con los otros dos restantes (interpretados por actores). La frescura, encantadora torpeza y espontaneidad del no actor no se aprecian en las dos siguientes entrevistas. Por tanto, quizás hubiese sido más óptimo escoger una de las dos opciones (o todos actores profesionales o todos exnovios reales), pues la combinación resultante no es todo lo armónica que se desearía.
No por ello el tercer largometraje de Torres —entre medias codirigió junto a Sofi Escudé el documental 'Hayati (Mi vida)' (2018)— deja de poseer importantes hallazgos, sobre todo los referidos al juego en construcción de la autoficción. Una exploración que otros cineastas españoles (León Siminiani, Jonás Trueba, Oriol Estrada) también están llevando a cabo en la actualidad.
Además, y volviendo al principio del artículo, la directora barcelonesa tiene mucho que decir sobre las relaciones de pareja en el siglo XXI, exponiendo en pantalla con osadía sus propios logros y fracasos sentimentales, espoleando al espectador sobre los suyos. Son en esos diálogos con sus exparejas donde la película alcanza su mayor sentido e interés. Durante el viaje, entre entrevista y entrevista queda un drama más convencional acerca de una mujer en el ecuador de su vida que, al mismo tiempo que se halla sin rumbo, está descubriendo aspectos esenciales de su existencia antes incomprendidos.
'¿Qué hicimos mal?' tuvo su estreno mundial en la Sección Oficial de la reciente edición del Festival de Sevilla, después se exhibió en la principal sección del Tallinn Black Nights Film Festival y se estrenó en salas españolas el pasado 10 de diciembre. Hablamos con su autora, vía telefónica, sobre la autoficción, la transformación del concepto de pareja impulsada gracias al feminismo y otras cuestiones que plantean su obra.
"Mi gran referencia son las primeras películas de Nanni Moretti"
- ¿Le gusta la etiqueta de autoficción para definir sus películas?
Me siento muy cómoda con el término de autoficción, creo que es un género o subgénero maravilloso que permite guionizar una biografía y explicar una historia, a la par que transmitir procesos psicológicos en el momento en que se producen. Con la autoficción puedo crear una vivencia real en la filmación y transmitir la autenticidad del proceso en la pantalla. Esta verdad me fascina. Cuando yo siento que en una película existe dicha autenticidad, que lo que está pasando ocurre realmente en vivo, a mí me conecta muchísimo como espectadora. También me permite una cierta libertad en la estructura dramática, huir de las convenciones y, además, me libera de tener que cerrar todos los cabos.
- La propuesta que se plantea en '¿Qué hicimos mal?' con respecto a los actores profesionales y las personas que se interpretan a sí mismas es casi inversa a la de 'Family Tour'. ¿Fue a propósito desde el principio?
Curiosamente mis dos películas de ficción sí que funcionan como un espejo inverso. En 'Family Tour' mi familia se interpreta a ellos mismos y la actriz principal (Nuria Gago) funcionaba como un alter ego de mí. Ahora yo me interpreto a mí misma y mis exnovios participan en diferente medida cada uno, además vuelven a aparecer amigos míos, vecinos del pueblo, e incluso mi perro es mi perro de verdad. En este caso yo decidí estar delante de la cámara, porque si les iba a pedir a mis exparejas que participaran en todo este proceso me parecía que lo más justo es que yo también estuviera ahí. Las entrevistas, además, no iban a tener la misma profundidad emocional si yo no estaba con ellos y lo hacía una actriz.
- Pero finalmente solo la primera entrevista es con un exnovio real, ¿a qué es debido?
La autoficción tiene sus límites, y en mi caso son los límites que ponen los demás. De las exparejas que aparecen en pantalla solo Kilian es mi exnovio real. Con Fede y Manuel también realicé las entrevistas durante el proceso de investigación de la película, pero ellos aceptaron participar en el proyecto con la condición de no aparecer en pantalla. Lo que concluimos entonces fue hacer una edición en guion de lo que habían sido las entrevistas, decidir qué fragmentos queríamos que aparecieran y recrearlos con actores.
- La Liliana Torres que el espectador ve, ¿se acerca más a la realidad o a la ficción? Y quién representa mejor en pantalla a la Liliana Torres real, ¿Liliana Torres en '¿Qué hicimos mal?' o Nuria Gago en 'Family Tour'?
La esencia de todo lo que se dice es verdad. No es que yo sea únicamente eso que hay en mis dos películas, pero lo que se ve es una parte de mí absolutamente real y verdadera, que coincide con dos momentos importantes de mi vida. No todo lo que sucede en el guion ha ocurrido de verdad, hay muchas partes de las entrevistas que son ficcionadas para que la historia tenga un desarrollo. En qué proporción estoy copiando de la realidad las escenas y en qué proporción no lo estoy haciendo siempre es muy difícil de medir.
- ¿Cuáles son sus referentes para hacer autoficción?
Sin duda alguna, las primeras películas de Nanni Moretti. Fue de los primeros cineastas que utilizaron la autoficción de forma recurrente en su cine. Luego destacaría títulos concretos como 'Olmo & the Seagull' (Petra Costa, Lea Glob, 2014), donde el conflicto familiar de dos actores se introduce en la preparación de una obra de teatro. También hay un cine de falsa autoficción, como el que realiza Woody Allen, que también me gusta mucho. A nivel nacional puedo citar a León Siminiani y a Jonás Trueba. Y en literatura sí que hay bastantes más ejemplos de autoficción, como es el caso de la escritora canadiense Sheila Heti, cuyos libros tienen mucho de diario íntimo.
- ¿Cómo se concibió y posteriormente se grabó, a nivel formal, las entrevistas que aparecen en la película?
Las entrevistas estaban planteadas desde un principio como entrevistas de documental. Teníamos tres cámaras estáticas que grababan todo el tiempo, para no perdernos absolutamente nada y para no tener que estar reactuando una y otra vez esas emociones. Como la primera entrevista que grabamos fue la de Kilian y nos gustó, la tomamos como referencia para las siguientes. En cuanto al montaje, siempre estuvo basado en la dramaturgia y en intentar estar siempre lo más cerca posible de las emociones que iban surgiendo. Se trató de una premisa muy clara y sencilla porque sabíamos lo que queríamos.
- México vuelve a ser un lugar esencial en la película, como ya ocurría en 'Family Tour', porque entendemos que también lo fue en su vida.
México es para mí un lugar importantísimo, allí viví siete años y tengo muchas vivencias acumuladas, fue donde compartí tanto tiempo con Fede. Cuando pasas mucho tiempo fuera de tu país, hasta el nivel de pensar si algún día volverás, de alguna manera te desenraizas, pero cuando vuelvas a enraizar en tu lugar de nacimiento sientes como una especie de traición a ese otro lugar que dejas. Aparte de que México es un territorio muy especial, muy telúrico, donde de alguna forma las cosas se precipitan y tienen una intensidad distinta.
"A partir de mi generación, las mujeres estamos alcanzando un espacio de reflexión existencial que no teníamos."
- Una de los elementos fundamentales de '¿Qué hicimos mal?' es el reflejo del mundo líquido que vivimos, en relación a la cantidad de parejas que tenemos o a los lugares perecederos que habitamos, con especial atención a la figura de la mujer en tiempos donde el feminismo ha posibilitado nuevos espacios para ella.
El amor líquido del que hablas tiene gran relevancia en el modelo de pareja y, de hecho, es un cambio que se está produciendo desde muchos niveles diferentes. Puede observarse la idea de pareja dentro del mercado liberal de consumo, pero también la movilidad, en el hecho de que puedas construir tu vida en un lugar y luego en otro, asociándose cada lugar a una pareja diferente, de manera que las parejas forman parte de vivencias y no de algo transversal en tu vida. Todo esto son cambios que se están produciendo. Yo tengo la sensación, ahora mismo, de que el modelo de pareja es un edificio que estamos derruyendo para luego construir algo distinto. Y no lo digo como algo necesariamente negativo, ni mucho menos, sino que se trata de un proceso que está bien que se realice.
Uno de los factores más sutiles, y por ello menos mencionado, que yo quería hacer hincapié en la película es el hecho de que a nivel general en la sociedad las mujeres no hemos tenido un espacio de reflexión existencial. El hombre siempre ha tenido dicho espacio de reflexión para pensar cuestiones como qué quiero para mi vida, cómo enfoco mi trabajo y qué lugar le otorgo, cuáles son mis metas, etcétera. Anteriormente, la mujer había estado muy sujeta a los cuidados, al trabajo doméstico, a la maternidad. Un plan de vida muy marcado que nos impedía tener acceso a ese espacio. Obviamente había mujeres excepcionales que de forma muy singular sí tuvieron la oportunidad de acceder ahí, pero era minoritario. Hoy en día, a partir de mi generación, las mujeres estamos alcanzando dicho espacio, nos podemos preguntar estas dudas existenciales y ponerlas en el centro de nuestras vidas. Esto está generando muchas fricciones en el modelo de pareja porque contrariamente a lo que ocurría antes, ahora la pareja ya no es una parte central e imprescindible en la vida de la mujer. De repente, nosotras estamos teniendo la oportunidad y la capacidad de poner nuestras propias dudas y nuestros propios caminos en el centro de nuestra existencia, y esto está siendo muy difícil de encajar en términos de pareja.
Ese proceso constructivo está afrontándolo el personaje durante toda la película, sobre todo en los momentos que la vemos entre entrevista y entrevista.
Ella está justo en el meollo de este momento existencial, que le está llevando hacia otro sitio, aunque no es capaz de hacer una reflexión sobre lo que está le generando exactamente, pero considera que es muy importante. Se trata de algo más difícil de hablar que de ver.
- ¿Cómo ha sido el trabajo de dirigir y actuar al mismo tiempo? ¿Se volverá a repetir en próximos proyectos?
La experiencia de dirigir y actuar no ha sido nada fácil, más bien agotadora. Me exigía estar constantemente desde un lugar de mí que tenía que ser muy vulnerable y abierto para poder revivir las emociones —ya que no he usado ningún tipo de técnica de actuación—, pero como directora estar todo el tiempo en esa posición de vulnerabilidad significaba dejar una puerta muy abierta al resto de cosas que suceden en el set, con el peligro que ello conlleva. Al principio me encontraba muy sensible a todo, aunque luego supe protegerme de esta situación. En cuanto a volverlo hacer, a priori no, pero no tengo planes definidos para el futuro.
Ver todos los comentarios en https://www.espinof.com
VER 2 Comentarios