Entender qué es QAnon es, en mayor medida, intentar profundizar en el rincón más conspiranoico de esa mente aparentemente colectiva que es Internet. Es por ello que 'Q: En el ojo del huracán' ('Q: Into the Storm'), la nueva serie documental de HBO se preocupa, por lo menos en sus primeros episodios (he podido ver 4 de 6), mucho en comprender algunos de los recovecos del Internet social.
Dirigida por Cullen Hoback, el documental por un lado desarrolla cómo es el movimiento (si podemos llamarlo así) de QAnon y, por otro lado, intenta indagar en quién exactamente es Q, este posteador anónimo cuyos mensajes enardecen redes y han sido capaces de mover a toda una legión de seguidores en un gran "despertar" de la gran mentira en la que nos tiene el mundo.
De esta manera el documental tiene dos propósitos: uno es descubrir quién es este Q y a dónde le lleva esta investigación. Algo que convierte el documental de Hoback en casi un thriller de misterio que cae en los mismos terrenos de la diferencia entre casualidad y correlación con los que juega el (los) posteadores.
Conspiración y libertad de expresión
El otro propósito es explorar a esos que se han proclamado seguidores de Q y que dan sentido a sus palabras y frases sueltas. Esos que hilan fino y plasman teorías como el Pizzagate (y sus sacrificios de niños) y parte de la idea de cómo todos los poderosos del mundo, de políticos a productores, están en una trama de pedofilia global y otras aberraciones. Por hablar de la más famosa conspiración surgida de estas redes.
Y, en el medio, ese campo de minas que es Internet. Hoback pone su centro en la infame (y cerrada, aunque recuperada con otro nombre) 8chan y cómo fue creada por Fredrick Brennan como la web de libertad de expresión definitiva en un momento en el que 4chan y Reddit son restrictivas de un modo u otro.
Resulta curioso escuchar a los responsables de 8chan, el cuartel general de Q, reivindicar esa libertad de expresión como puro valor estadounidense desde su vida al otro lado del Pacífico, entre Filipinas y Japón. Aquí es donde viven tanto el fundador Brennan como Jim y Ron Watkins, padre e hijo, dueño y administrador respectivo de 8chan.
A la caza de Q
El excesivo metraje dedicado a los Watkins solo se justifica por la teoría del documentalista de que Q debe ser uno de ellos. Esto hace que, si bien juegue con esas pistas y con relativas coincidencias, el documental se quede en la superficie a la hora de analizar su impacto. Sobre todo cuando todo lo que conocemos como QAnon ha crecido más allá del propio Q. Sí que es una figura importante pero el movimiento supera con creces lo que se inició.
Es como cuando hablamos de Julian Assange y sus Wikileaks: el australiano es una figura importante, pero ese derecho a la información y las filtraciones siguen su curso lustros después. O como las webs de descargas. Puedes cerrarlas, pero cual hidra, siempre van a surgir más porque hay un hambre de ello. Hay un hambre por conectar puntos, por cuestionar las versiones oficiales de los eventos y es por ello que existe QAnon y, si no existiera, otros ocuparían su lugar.
La mirada del documentalista es consciente de ello y nos pone un relato cronológico de cómo se va formando esta comunidad (por llamarla de alguna manera) pero no intenta profundizar en su razón de ser, en ese complejo paraguas que recoge un sinfín de ideas y en sus ramificaciones porque lo que le interesa es resolver "la Q" de la ecuación.
En una época en la que hemos presenciado una aparente extinción de QAnon al terminar la era Trump, 'Q: en el ojo del huracán' recuerda lo fácil que es entrar en el juego de la conspiración y cómo se puede ir la cosa de las manos con demasiada facilidad. La pena es que precisamente su aspecto más interesante quede un poco en la superficie.
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