Aunque cueste creerlo —yo aún sigo sin dar crédito—, a punto de finalizar la segunda década del siglo XXI, continúa existiendo una corriente de pensamiento dentro de la comunidad cinéfila que, lejos de estar merecidamente extinta, sigue teniendo un nutrido grupo de defensores. Esta no es otra que la que defiende a capa y espada que el cine con voluntad lúdica no puede atesorar bajo ningún concepto una grandísima calidad.
Por suerte, y por si quedaba alguna duda después de que Steven Spielberg y François Truffaut cerrasen las bocas de gran pate del sector "intelectualoide" con su inesperada colaboración en 'Encuentros en la tercera fase', aún nos quedan autores del calibre de Rian Johnson para refutarlo; combinando en sus obras una inteligencia y valores fílmicos que no están reñidos lo más mínimo con su capacidad para ofrecer escapismo de primera.
Después de delicias como 'Brick' o 'Los hermanos Bloom', y de poner patas arriba la franquicia 'Star Wars' con la controvertida y rompedora 'Los últimos Jedi', el realizador norteamericano vuelve a la carga con 'Puñales por la espalda'; un perverso y brillante largometraje que, rindiendo un sentido homenaje a genios del misterio literario como Conan Doyle o Christie, se corona como uno de los últimos grandes títulos que nos ha dejado este casi difunto 2019.
Un whodunnit para quitarse el sombrero
Haciendo honor a la verdad, cabe remarcar que 'Puñales por la espalda' no inventa nada nuevo. Y es que lo último de un Johnson que no sólo dirige, sino que también rubrica el intrincado guión del largo, no deja de ser una remasterización del murder mystery a la antigua usanza, reconvertida en una auténtica bomba de relojería al combinar el clasicismo más puro y casi sentimental con el vanguardismo técnico y narrativo que se espera de un autor como el responsable.
Esta dualidad, mucho más arriesgada y marcada que en la igualmente rompedora, pero mucho más conservadora, 'Asesinato en el Orient Express' de Kenneth Branagh, está fuertemente presente en varios aspectos de la propuesta; siendo el más sorprendente una apuesta tonal que, sin abandonar un cariz para todos los públicos, rebosa un humor negro como el carbón adecuado a su fuerte lectura política.
Porque, enigmas homicidas aparte, y velado tras su naturaleza de comedia coral, 'Puñales por la espalda' encierra entre sus fotogramas una ácida bofetada a la administración Trump y a la mentalidad del votante republicano medio actual, representado a través de los desternillantes y arquetípicos miembros de la familia protagonista.
Junto a ellos deslumbran igualmente los personajes secundarios, escritos con un mimo y gusto por el detalle envidiables. Entre todos destaca el detective superdotado Benoit Blanc, heredero de Sherlock Holmes y Hércule Poirot e interpretado por un Daniel Craig inmenso que pone la guinda en el delicioso pastel que supone el reparto del filme; repleto de estrellas y en el que, contra todo pronóstico, Ana de Armas se eleva como la gran revelación.
Todos ellos están entregados en cuerpo y alma al pérfido juego de Rian Johnson, que filma con un estilo y una precisión intachables un whodonit que triunfa, más allá de su exquisita forma y de su despampanante plantel protagónico, gracias a una narrativa descomunal que juega con la estructura y el punto de vista sin ningún tipo de complejos, invitando al patio de butacas a no parpadear durante 130 minutos que valen su peso en oro.
Sirviéndose de su desbordante talento y de una más que evidente devoción por el género, Johnson ha logrado firmar una divertidísima deconstrucción del mismo que reivindicar como una de las grandes joyas inesperadas de 2019. Una maravilla titulada 'Puñales por la espalda' que nos recuerda que con pasión, oficio y cantidades ingentes de materia gris, el mejor cine imaginable puede ir de la mano del entretenimiento más refrescante.
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