Hay un mensaje común en muchas películas de superhéroes al uso, y es que no hay poder pequeño: hasta la más ridícula de las habilidades (y bueno, quizás pegarse a las paredes y lanzar compuestos químicos pegajosos, sin ir más lejos, sea una de ellas) puede servir para salvar el mundo, si el héroe tiene el suficiente ingenio y el corazón en el sitio correcto. 'Psychokinesis' invierte esa idea en su planteamiento: por muy omnipotente que seas, hay cosas más importantes que salvar al mundo.
En este caso nuestro héroe es un padre fracasado, Seok-heon (Ryu Seung-ryong), que entabla contacto con su hija, Shin Roo-mi (Shim Eun-kyung), cuando muere su madre. Ha sucedido en el transcurso de un desahucio que arruinará el negocio de la chicha. Pero Seok-heon acaba de descubrir que tiene unos poderes extraordinarios, la capacidad de mover objetos con su mente, una capacidad que no parará de crecer con el paso de los días, y con ella intentará impedir la tragedia inmobiliaria.
No, en ningún momento se descubre que los villanos de la función (por cierto, estupendas interpretaciones de víboras con traje y corbata que, cómo no, salen indemnes de todas las tragedias con una versatilidad que ya querría Loki para sí) planean en realidad es conquistar el cosmos con un guante raro. Sus ambiciones son, estrictamente, las de la especulación y el chanchullo: por eso mismo, para detenerlos habrá que poner la telequinesia al 11.
Los villanos tampoco avisan en ningún momento a unos sanguinarios matones para que la cosa se ponga urbana y llena de moratones en plan serie de Marvel en Netflix. 'Psychokinesis' siempre permanece blanquísima y con una violencia de tebeo juvenil. Rebosante de buenas intenciones y humor familiar, trepidante como una película de aventuras Amblin, 'Psychokinesis' es cine superheroico sin complicaciones ni dobleces, pasado de moda en su ingenuidad y sencillez, pero por eso mismo, muy refrescante.
Cambio de tercio para Yeon Sang-ho
Lo más asombroso de este enfoque jovial y despreocupado es que el director de este estreno global exclusivo para Netflix es Yeon Sang-ho, cuyo cine se caracterizaba hasta ahora por una crudeza muy afín con la mayoría del cine que nos llega de Corea del Sur. Se percibe sobre todo en su cine animado: 'The King of Pigs' y 'The Fake' son oscurísimos retratos de hombres desesperados, casi aislados de la sociedad y sus familias, que emprenden guerras contra todo lo que les rodea, incluso consigo mismos.
La cosa se suavizó algo más con sus dos películas de temática zombi: 'Seoul Station', también animada, y 'Train to Busan', que enmedio de una negra farsa post-apocalíptica, encontraba tiempo para hacer que un mal padre encontrara la redención salvando a su hija de una horda de resucitados salvajes. El equilibrio entre acción trepidante ('Busan' es una de las mejores y más rabiosas películas de zombis de los ultimos tiempos) y drama familiar ligero se repite aquí con las mismas variables: mal padre e hija abandonada.
Sin duda, la pequeña escala que maneja 'Psychokinesis' hará torcer el morro al adicto a la adrenalina seriota de Marvel, pero sencillamente, no hay punto de comparación. Yeon Sang-ho abraza la narrativa superheroica para lo que le interesa, pero ignora muchas de sus convenciones: los poderes son asumidos o ignorados con total tranquilidad por quienes rodean al héroe, que controla sus nuevas habilidades casi inmediatamente. No hay un arco de evolución del personaje a través de lo que le demuestran sus poderes, nuestro protagonista es una persona egoista y cargante, pero esencialmente de buen corazón. Los poderes son, simplemente, el vehículo que le permite acercarse a su hija.
Con una factura técnica muy notable, un equilibrio entre géneros que le permite saltar de sorpresa en sorpresa y sobre todo, una modestia y falta de pretensiones que permite perdonarle todos sus problemas (tópicos ocasionales, acabado blanquísimo, sello autoral algo disperso...), 'Psychokinesis' es una película decididamente menor dentro de la contundente filmografía de Yeon Sang-ho. Pero eso no quita para que sea, a su inocente manera, altamente estimulante dentro de la obra de un director decidido a no dejarse encasillar.
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