Mañana, día 11, se estrena 'Prométeme' ('Zavet', 2007), el nuevo film de Emir Kusturica, que estuvo nominado en Cannes el año pasado. Situada en la actualidad, 'Prométeme' nos muestra a un abuelo y a su nieto que viven en una casa de campo aislada. La profesora del niño, al tener ya un único alumno, se ve obligada a retirarse, pero se queda en la zona porque se debate entre casarse con el abuelo y un pretendiente adinerado que aparece cada vez con un vehículo diferente para impresionarla. Tsane, el nieto, va a la ciudad a vender una vaca y el abuelo le dice que de vuelta se traiga un icono de San Nicolás, un recuerdo para él y una novia.
Después de 'La vida es un milagro', que tenía una primera mitad demasiado centrada en la faceta de compositor de Kusturica y luego contaba una historia con tintes más dramáticos, el cineasta vuelve al desparrame de 'Gato negro, gato blanco', película prima-hermana de 'Prométeme', y nos ofrece un film en el que todo se desborda, como la acequia en la que se bañan los personajes entre manzanas. El metraje es largo y todas las escenas exceden la duración que les habría dado cualquier otro autor para salirse de madre, para llegar hasta el absurdo máximo. Un estilo que alcanzó perfectamente con 'Underground', pero que ahora no le queda tan logrado.
Oculta por estas exageraciones y locuras, la historia que narra 'Prométeme' es muy formularia y el autor echa mano de trucos clásicos de guión que le funcionan porque es en una película como las del serbio donde menos te esperarías encontrártelos. Analizándola como narración convencional, se pueden encontrar fallos en la forma de enlazar las tramas en paralelo o momentos innecesarios o vacíos de contenido, pero lo cierto es que gracias a estos personajes desquiciados, a la música de ritmo rápido de Stribor Kusturica y a la constante presencia de situaciones rocambolescas, por mucho que 'Prométeme' tarde en contar una historia sencilla, puede decirse que se hace pesada de ver, pero jamás aburrida.
El tono de la película es muy infantil, con ese truco que recuerda a 'El equipo A' por el que nadie muere por mucho que se le dispare o explote el lugar donde se encuentra. Y, sin embargo, todo esto está mezclado con una extrema sordidez no apta para menores, debida a los mundillos de mafia, prostitución y tráfico de drogas en el que Kusturica sitúa a los personajes. El humor que tiene 'Prométeme' va también por la vena ligeramente pueril, pero no llega a ser insultante. Parte sobre todo de los personajes: tanto de actitudes exageradas o absurdas, como de sus caricaturizaciones de tebeo que, aunque quieran acercarse a Fellini, se quedan más en 'El milagro de P. Tinto', de Fesser, concretamente en cuanto a algunos secundarios.
No es difícil encontrar las intenciones de Kusturica cuando equipara al mafioso que quiere construir un World Trade Center en Belgrado con el mundo exterior que amenaza a una Serbia tan tradicional que es difícil saber en qué siglo está situada la película cuando ves únicamente sus primeras imágenes. La novia que encuentra Tsane, a quien ese traficante trata de vender a cambio de unas recalificaciones de terreno, representaría a un país que va pasando de unas manos a otras.
Uros Milovanovic, una especie de Shia LaBeouf regordete, es quien da vida a Tsane, personaje que supone la piedra angular de esta película y que necesariamente debe caer simpático y lograr que nos identifiquemos con sus intenciones. Afortunadamente, así ocurre. Y lo mismo pasa con el resto de los personajes que, a pesar de sus exageradas formas de actuar, pueden verse como auténticos seres humanos y despertar empatía. Marija Petronijevic (en la fotografía), aunque represente a una joven que no hace cosas por sí misma, sino que deja que la salven, al menos tiene personalidad, no está vacía, como ocurriría con personajes similares en otros films.
Aunque suene a perogrullada, concluiría la crítica diciendo que Kusturica es un director que te tiene que gustar. Se acerque más o menos a su parroquia, posee una forma tan particular de hacer cine que puede no agradar a todos, pero que por el mismo motivo, entusiasmará a unos cuantos. Para éstos últimos, 'Prométeme', sin ser una de sus obras más grandiosas, ofrece todos los ingredientes que probablemente busquen en sus films.
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