Estrenada el pasado 5 de octubre, la nueva película del canadiense David Cronenberg viene precedida por el aplauso de la crítica; en Toronto se llevó el máximo galardón y en San Sebastián faltó poco. Se habla ya de 'Promesas del Este' de un modo muy similar a como se hizo con 'Una Historia de Violencia', el anterior film del cineasta. Me resulta increíble, por no decir otra cosa, comprobar lo rápido que salen algunos a decir que Cronenberg está en su mejor momento, o que sus dos últimas películas son las mejores de su carrera. ¿Qué? Es decir, que un señor que lleva haciendo cine desde hace más de 30 años, que tiene 18 películas a sus espaldas, que es considerado un "autor", pone a Viggo Mortensen al frente de sus dos últimos proyectos y le salen los dos mejores trabajos de su carrera. Disculpadme, voy un momento a la calle para reírme a carcajadas sin molestar a los vecinos.
El argumento de 'Promesas del Este' ('Eastern Promises') gira en torno a dos personajes, Anna Khitrova, una comadrona que trabaja en un hospital en el norte de Londres, y Nikolai Luzhin, el chófer de una de las familias más importantes del crimen organizado europeo. A partir del diario de una adolescente que muere tras dar a luz, los destinos de los dos protagonistas se cruzarán. Anna quiere descubrir lo ocurrido a la joven, pase lo que pase, y que la familia de ella se encargue de la recién nacida. Sin embargo, lo escrito en el diario perjudica a la mafia para la que trabaja Nikolai...
La película es más simple de lo que puede parecer a primera vista. Dos personajes principales alrededor de los cuales se mueven unos pocos secundarios, de los que sólo dos tienen importancia, envueltos en una trama que tiene poco recorrido, va de un punto a otro apenas sin sorpresas (tiene dos, pero una se ve venir desde el principio) y con pocos sobresaltos (a destacar la impresionante pelea en los baños). Sin embargo, esta sencillez no juega en contra de la película, sino a favor. El guión de Steve Knight necesitaba de alma y talento para salir a flote; afortunadamente, lo consigue. Cronenberg nos sumerge, una vez más, en un universo tenebroso, fascinante, inquietante. Y para eso no necesita apenas nada, de ahí su grandeza como director. Si habéis visto 'Cromosoma 3', seguro que os acordáis del principio; en apenas unos instantes, con sólo dos personajes dialogando, Cronenberg consigue que el espectador quede pegado a la pantalla, con el corazón en un puño. Lo mismo que logra cuando los hombres de negro visitan al protagonista de 'Una Historia de Violencia' o todo el extraño juego de 'eXistenZ', ciencia ficción sin efectos por ordenador ni instrumentos tecnológicos típicos. Eso sin mencionar la cantidad de imágenes impactantes que nos ha regalado Cronenberg a lo largo de los años, como los efectos en la carne de 'Videodrome', el peligroso poder de los 'Scanners' o el tratamiento sexual de 'Crash'. Hablamos de un señor que lleva perturbando la mirada del espectador demasiado tiempo como para pretender descubrirle ahora.
Es innegable que entre su anterior film y el que estrena ahora hay bastantes similitudes, dejando a un lado la obviedad de tener a Mortensen como cabeza de cartel (me parece que él y Jeremy Irons han sido los únicos en repetir protagonismo con Croneberg, si no recuerdo mal). Ambas películas cuentan historias aparentemente tranquilas, con personajes hasta cierto punto cotidianos, donde la violencia sólo está presente de forma latente, subterránea. Hasta que llega un punto en el que esa violencia comienza a ser desbordante y explota, afectándolo todo. En ambos films, la mirada del espectador pasa de contemplar ambientes cotidianos, pacíficos, a quedar sorprendido por relámpagos de fuerza y muerte. Tanto en 'Una Historia de Violencia' como en 'Promesas del Este', el personaje principal debe ocultar su verdadera condición a los que le rodean, a su familia. Como digo, hasta que ya es imposible de mantener esa situación irreal. La violencia forma parte de ese personaje y por mucho que lo niegue, volverá a manifestarse. Sin embargo, Cronenberg no llega tan lejos en 'Promesas' como lo hizo en su obra anterior; o quizá debería decir que no la remata tan bien. Porque el desenlace es parecido, pero lo que le rodea no lo es. No voy a desvelarlo, pero piensen cómo queda el personaje de Mortensen, respecto a los que le rodean, en una y en otra. Aquí hay una concesión al espectador que resulta un tanto molesta, como fuera de lugar. Personalmente, habría preferido otra forma de acabar la historia, pero bueno, nadie es perfecto que decían en una obra capital del cine.
En cuanto al reparto, destacan por presencia y por nombre, el mencionado Mortensen, Naomi Watts, Vincent Cassel y Armin Mueller-Stahl. Lo de Mortensen, en pocas palabras, es de Oscar. Está inmenso en la composición de su misterioso personaje, sin duda, lo más destacado, lo mejor del film de Cronenberg, que al parecer sabe sacar lo mejor de este estupendo actor. Watts, guapísima, me impresionó en '21 Gramos' y en ninguna más (hasta el momento, claro). En 'Promesas' tiene algún que otro momento inspirado, pero en general está un poco sosa, no llega a implicarse del todo, emocionalmente, en la historia. Me parece que el mejor ejemplo es la escena en la que a su tío le da por recordar cierto momento trágico para que el espectador tenga más información sobre el personaje de Watts... y ésta reacciona de la misma forma que si le hubiesen dicho que no quedaba azúcar en el supermercado. Posiblemente, una bajada a los infiernos habría ayudado a que su rol tuviese más presencia e interés. En cuanto a Cassel y Mueller-Stahl, los secundarios con relevancia, el primero está muy exagerado, sobreactuado, mientras el segundo está impecable, te transmite todo lo necesario casi sin esfuerzo.
En definitiva, una buena película, un peldaño por debajo de 'Una Historia de Violencia', pero muchos por encima de la gran mayoría de títulos que se estrenan cada semana. Ojalá 'Promesas del Este' abra el apetito a algunos y les haga buscar con mayor interés en la filmografía de un cineasta fascinante, interesado en el declive del ser humano, en su debilidad, su mente y sus obsesiones. Y ya puestos a soñar, no estaría mal que se acordaran del señor Mortensen al repartir las cinco nominaciones al Oscar de este año.
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