Comentaba el otro día que no había visto ‘Primos’, de Daniel Sánchez Arévalo, cuando se estrenó en cines el 4 de febrero, y que debía ponerme al día con ella. Y lo cierto es que me ha parecido mucho más adecuado ver en esta época estival una película que transcurre durante un verano playero en el que tres primos acuden a Comillas, su ciudad de vacaciones de la infancia, para buscar a la primera chica con la que se acostó uno de ellos, que acaba de ser abandonado días antes de su boda.
La película tiene un arranque muy poderoso. La situación es un excelente punto de partida para narrar una historia y la forma en la que se presenta el plante en el altar es humorística y fresca. No sé si estaría entre las intenciones del autor emular a ‘Resacón en Las Vegas’ o quizá a otros films similares, al formar una cuadrilla de personajes peculiares e incluso con sus taras, al plantear a varios hombres de viaje desenfrenado en fechas cercanas a una boda… pero algo de reminiscencia se puede encontrar.
Sánchez Arévalo halla en la dirección de actores su mayor fuerte, además de contar con sus viejos conocidos, de los que sabe exactamente lo que puede extraer y para quienes escribe personajes idóneos. Los intérpretes están creíbles y graciosos. Raúl Arévalo lleva el peso de la comedia y es el motor de la acción. Se unirá a su interpretación natural y costumbrista Antonio de la Torre cuando aparezca.
El retrato de los personajes sería el otro punto logrado de ‘Primos’, pues nos encontramos a seres realistas, pero no trillados ni tópicos. Quim Gutiérrez, como suele pasar con los protagonistas, cuenta con el personaje de menos aristas y, por lo tanto, menor interés, pero no es totalmente plano, como lo son algunos otros principales. Adrián Lastra encarna bien su papel, pero sufre el “lastre” de que cuenta con el rol menos divertido y que más rápidamente puede cansar. Si esto fuese ‘Resacón en Las Vegas’, a él se lo habrían dejado desmayado en alguna parte desde el minuto uno.
Ausencia de conflicto
Otro aspecto refrescante de ‘Primos’ reside en la forma de ser y de expresarse de su protagonista. Sin darles rodeos a las cosas, sin esperar a que sea el momento adecuado para decirlas, él va soltando verdades de manera muy directa. Esto produce un efecto bastante intenso, pues no estamos acostumbrados a que los personajes vayan tan al grano. Por esta forma de ser, a los primos no les cuesta trabajo convencerlo de acudir a Comillas a buscar a un antiguo amor. Gracias a eso, la película arranca con energía.
Pero tiene como consecuencia negativa que todo lo que la película podría ir planteando a lo largo de su desarrollo, ya está dicho y hecho en los primeros minutos. Una vez llegan a la ciudad costera, no les cuesta encontrar a la chica que buscaban –qué casualidad que habite en lo que era la casa familiar de ellos— y nadie pone obstáculos. Hasta la aparición de la que iba a casarse con él, Nuria Gago, no se plantea conflicto alguno y la resolución no solo se hace previsible, sino que no hay siquiera tensión o curiosidad para ver la forma en la que se desarrolla.
A esta facilidad sumamos que el personaje de Martina, Inma Cuesta, ha permanecido, como si supiese que tenía que esperar allí, sin una vida, sin un padre para su hijo… y eso no la ha amargado o ha agriado su carácter. Ella será receptiva, simpática, estará dispuesta siempre. Su constante beneplácito ante las propuestas de él no solo es poco verosímil, sino que aumenta esa ausencia de conflicto. Más que un personaje es un instrumento, incluido dentro de la película por conveniencia, para facilitar todo lo que tiene que ocurrir y ayudar al protagonista a vivir la experiencia por la que necesita pasar.
Sánchez Arévalo, excelente y premiado cortometrajista, arrastra una forma de rodar, de elegir los tamaños de planos y las transiciones entre éstos del formato corto, que no lucen en absoluto en el largometraje.
Comedia emotiva
Por supuesto, todas estas consideraciones sobre credibilidad, personajes, conflicto, la forma en la que está realizada… serían nimias si la película ofreciese lo que principalmente debe ofrecer una comedia: humor. La pena es que, a partir del momento en el que llegan a la costa y encuentran a Martina, el aspecto cómico deja casi por completo de existir. A partir de ahí, poco hay para contar y las tres tramas de los tres protagonistas se desligan para dar pie a unas cuantas escenas cotidianas y veraniegas –con sus escenas playeras y sus postales de Comillas– de poca consistencia.
Desde que la narración se asienta y parece perder comba, además de dejar de hacer gracia, cobra un tono emotivo, que más que buscar la risa está intentando provocar la lagrimita o resultar profundo con cada comentario, con cada reflexión. La amistad del personaje de Lastra con el niño igual de problemático que él conformará la trama más convencional. Y la inclusión del personaje de Clara Lago servirá para poner el punto dramático y social que terminen de alejar a esta comedia del gamberrismo. Todos los elementos tradicionales lacrimógenos que criticamos en el cine norteamericano aparecen aquí.
En resumen
El trailer me hizo esperar una comedia descerebrada y trepidante, similar a la ya mencionada, cuando lo que contenía la cinta era un amable relato familiar, que utiliza sin miedo ardides para conmover y elementos clásicos y consabidos. La diferencia entre los esperado y lo encontrado es sin duda la culpable de mi decepción ante un film que, para quienes ya supiesen lo que se iban a encontrar o para quienes en realidad lo prefieran, será redondo. El avance ya me hacía temer que todo el humor estaría en el arranque y así ha sido, pero con un descenso mucho más agudo del anticipado. ‘Primos’ tiene algunos momentos bastante logrados, unas grandes interpretaciones y cierto desenfado en su arranque. De ahí en adelante va hacia abajo, pero quizás los primeros minutos para muchos hacen que valga la pena.
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