En una decisión que calificaría sin precedentes, pero siempre jugando con esa ventaja que da la constante "incertidumbre" de las parrillas españolas, Antena 3 ha hecho de la pasada noche del miércoles una noche centrada en el narcotráfico gallego con el preestreno de 'Fariña', su nueva serie que adapta el libro de Nacho Carretero.
Claro, es una noche especial porque de no haber sido por el secuestro que sufrió el libro editado por Ediciones KO seguramente hasta dentro de unos meses no hubiéramos ni olido ni una sola promo de la serie. Pero la actualidad manda y ante el interés desmedido suscitado hemos podido ver, con su cuarto de hora de retraso desde la hora programada, el primer episodio de 'Fariña'.
De lo poco que pudimos ver y saber en los últimos meses de la serie, se intuía que iba a tener una factura impecable. No en vano la serie venía de la mano de Bambú Producciones con Cristóbal Garrido y Diego Sotelo encargándose del guion, Sotelo como coordinador y la dirección de Carlos Sedes.
'Fariña' comienza con una escena sencillamente trepidante centrada en la mega redada de la Operación Nécora dirigida por Baltasar Garzón (Miquel Fernández) en 1990. Allí conocemos a algunos de los principales jugadores del narcotráfico gallego: Terito (Manuel Lourenzo), Charlín (Antonio Durán Morris) y Laureano Oubiña (Carlos Blanco).
Retrocedemos a 1981, donde veremos a Sito Miñanco (Javier Rey), un joven que ayuda a su padre en la pesca ilegal. Tras hacer perder dinero a Terito, por esa época cabeza de la cooperativa de contrabandistas, pasará a ser secuaz de este como piloto de las planeadoras. Al poco querrá comenzar junto a Roque (Tamar Novas) y Oli (Fran Lareu), su propia aventura como contrabandista.
Al igual que en el libro, 'Fariña' nos sumerge por completo en las Rías Baixas gallegas de los años 80. Ya no la ambientación soberbiamente planificada, sino tanto la música y el hecho de que todo sean gallegos (aunque el acento a veces se nota bastante forzado) hace que nos sintamos uno más de Arousa.
Esto se une a un guion cargado de tensión y muy equilibrado, que va contando de manera muy fluida toda esta radiografía del narco: las relaciones entre los diferentes capos gallegos, las estructuras de poder, el cómo se trabajaba... todo queda muy claro primando la narración a la exposición (excepto, claro, en la introducción "documental" de 'Faríña').
Quizá si hay algo que se le pueda acusar es que va demasiado rápido. Dejándonos la sensación de que querían entrar lo antes posible en el tema del narcotráfico pero sin dejar de establecer la época del tabaco y antes de que uno se acostumbre al transporte de cajetillas, estamos ya con las primeras negociaciones con el cartel de Medellín.
Esto se logra a base de no caer en el clásico relleno que nos podemos encontrar en la serie media española. Garrido y Sotelo se despojan de la plantilla de Bambú y deciden ir a por todas con su argumento sacrificando algo, por lo menos en este primer episodio, el desarrollo de sus personajes.
Que no es que se olviden de ellos, es que, por lo menos en el caso de los Charlines y Terito da la sensación de que ahí hay mucho más de donde rascar de lo que se deja ver. Afortunadamente estamos ante una serie y espero que esto se subsane en los siguientes episodios.
Hablando de actores, el trabajo de los responsables de casting es excelente. A nivel interpretativo no hay casi ninguna pega. Es más, podríamos estar hablando del mejor plantel que existe actualmente (y en mucho tiempo) en la televisión española.
Por lo general este primer episodio de 'Fariña' roza la excelencia. Buen guion, una dirección a la altura de una gran producción y, sobre todo, un tratamiento apasionante de un tema importante como fue (y es) el entramado de la droga en Galicia.
No sabemos cuándo llegarán el resto de episodios de 'Fariña', pero su estreno ha dejado el listón muy alto. Tanto que podríamos estar hablando de una de las mejores series españolas de 2018 (y quizá a nivel internacional, quién sabe).
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