La primera adaptación de H.P. Lovecraft de la historia del cine fue dirigida por Roger Corman y puedes verla en streaming

El recién fallecido director fue un pionero del cine independiente, pero también sentó records creativos que han creado escuela

No se puede subestimar la importancia de Roger Corman para el cine. El productor y director murió hace unos días a los 98 años, dejando tras de sí una carrera llena de éxitos, tutela de grandes directores y cantera de muchos de los más grandes intérpretes de la historia del cine. Pero lo que pocos ponen en valor habitualmente es que una de sus acciones pioneras fue dirigir él mismo la primera adaptación de H.P. Lovecraft de la historia del cine.

Puede que muchos hoy no aprecien el valor del gesto, pero los relatos del de Providence, siempre han tenido reputación, bastante merecida, de ser poco cinematográficos, cargados de exposición y descripciones, por lo que sus adaptaciones cinematográficas siempre han sido muy escasas, y pocas han contado con un presupuesto o distribución digna de mención, por lo que todas o casi todas han alcanzado un caché de culto, lo que hace que el primer intento en llevarle a la pantalla tenga más valor.

Pionero a su manera

El palacio de los espíritus’ (1963) está basada en ‘El caso de Charles Dexter Ward’ y sería el verdadero punto de partida de la obra del autor de Nueva Inglaterra en el cine. Se puede argumentar que otras películas fueron lovecraftianas previamente, pero es que ‘El hombre con rayos X en los ojos’ de Roger Corman es una de las mejores apreciaciones de horror cósmico vistas en pantalla. No faltan casos como la pionera ‘El enigma de otro mundo’ (1951) o la desconocida ‘The Maze’ (1953), que parece sacada de algún relato al albor de la etapa de los mitos.

Bajo el signo de Ishtar’ (1956) pasaba como la clásica película de monstruos de los 50, pero iba de un grupo de arqueólogos descubre los restos de una civilización sumeria mutante de cinco milenios de antigüedad que vive bajo un glaciar. ‘The Monolith Monsters’ (1957) puede entenderse como una variación de ’El color que cayó del espacio’ y en 1958 el serial ‘Quatermass and the Pit’ tocó las montañas de la locura e incluso algo como ‘Caltiki’ (1959) nos proponía lo que viene siendo un Shoggoth tradicional.

Pero esta es la única ocasión en la que aparecía una obra en los créditos, y no una cualquiera, sino la única novela completa que escribió el autor, además de ser su trabajo más autobiográfico, ya que trata de un joven crecido en Providence, con gustos similares, que se tropieza con la historia de un antepasado perdido, cuyo nombre y biografía han sido borrados de casi todos los registros públicos, lo que lleva a una obsesión que le lleva a resucitar a su antepasado. Como era de esperar, el largometraje tiene muchos cambios con respecto al texto empezando por una ambientación unos 30 años antes.

Desparrame gótico

Los más importantes afectan al personaje principal, aquí Joseph Curwen es un nigromante quemado vivo más de un siglo antes por realizar experimentos diabólicos con mujeres jóvenes. Cuando Ward asume la propiedad de la finca, descubre que el palacio y el pueblo están malditos y que el espíritu vengativo de su tatarabuelo sigue vivo. El joven célibe es ahora Vincent Price con una despampanante esposa en la película, y la resurrección pasa a ser robo de identidad y control mental desde el más allá.

De hecho, el pupilo de Lovecraft August Derleth, reaccionó en la época sobre el guion de Charles Beaumont, acusando al film de batiburrillo por buscar mezclar la película con el mundo de Poe, expresando de los productores “¡así de lamentablemente imaginativos son!”. Lo cierto es que Roger Corman y su equipo empezaron haciendo una adaptación directa, pero luego AIP les obligó a ponerle el título de un poema de Edgar Allan Poe porque querían explotar la producción con alguna conexión con las exitosas películas de Poe de Corman. De hecho, parte del texto de Poe se añadió en los créditos justificar la decisión.

Pero incluso así, la adaptación es una rendición a las fijaciones góticas del cine de esos primeros sesenta, casi como una respuesta a las películas de la Hammer y el terror italiano de Mario Bava. Por ejemplo, las exhumaciones y resurrección de Curwen parecen de la saga de ‘Drácula’, mientras la posesión, los planos de cementerio y la quema del prólogo parecen de ‘La máscara del demonio’. Esto nos da un divertido doble papel de Price como Ward y Curwen, cambiando su voz chirriante y expresiones macabras a placer, apareciendo junto a otro icono del terror, Lon Chaney Jr., que interpreta al ghoul cuidador de la decadente mansión.

Dioses primigenios y batines de seda

Se deja ver la influencia de las películas anteriores de Poe con los mitos de Lovecraft, vuelven las esposas muertas a las que el villano busca rescatar de Morella y Ligeia, o los retratos de maldiciones familiares a lo Usher, aunque no haya palacio con fantasmas, o nada que tenga que ver con el poema de 1839, rescata la misma atmósfera opresiva del ciclo y muestra que ambos autores son inherentemente congruentes. Pero esas decisiones no deben espantar al fan del de Providence, ya que Corman incorpora elementos de otros relatos que convierten este primer intento en un festín weird fiction.

Todo transcurre en la ciudad de Arkham, que está tan plagada de azules y atmósfera húmeda que parece una Innsmouth perfecta, sobre todo cuando aparecen personas extrañamente deformes que resultan ser el resultado de un proyecto de mestizaje entre mujeres humanas y monstruos extracósmicos. También aparece el Necronomicon, el libro de conocimientos prohibidos y el primer intento de un actor de pronunciar en un diálogo cinematográfico nombres blasfemos como Yog-Sothoth, los Dioses Antiguos o Cthulhu.

Pero a nivel de producción, todo se ajusta a los trabajos más suntuosos de la productora, con sombras, niebla, cruces y voces espeluznantes que murmullan durante tormentas. El gran éxito de taquilla de otras adaptaciones de Poe con Vincent Price hizo que se trataran de aprovechar hasta decorados exteriores o las mazmorras subterráneas, que se volverían a utilizar en ‘The Terror’ —esas velas rojas—, que aprovechaba a su vez construcciones y decorados de ‘El cuervo’. De hecho era Boris Karloff quien iba a interpretar los papeles de Curwen y Ward, pero estaba demasiado enfermo para aceptar el papel, aunque luego hiciera ‘El monstruo del terror’, también de Lovecraft.

Un clásico por derecho propio

La peculiaridad de ‘El palacio de los espíritus’, que muchos han querido sacarla del ciclo Poe a posteriori por su relación tangencial con el autor, es que todo el equipo de producción de Roger Corman de aquellas películas estaba funcionando a plena máquina y no solo es similar en la forma, sino que está al mejor nivel del ciclo. Fue rodada solo un mes antes del clásico  ‘El hombre con rayos X en los ojos’ y la eclosión creativa el director estaba en un punto sublime. Arkham toma vida con una combinación de miniaturas, mate paintings y decorados de perspectiva forzada.

El director de fotografía Floyd Crosby y el diseñador de arte Daniel Heller, habituales de la serie, elevan el pequeño presupuesto a una gran producción dando realidad a los escenarios para que Arkham parezca real, con una partitura de Ronald Stein grandiosa, melancólica y exagerada en combinación con el contraste de colores ahogados, desde una casa en marrones apagados, la ciudad en grises fríos a exteriores húmedos, alejados de la calidez de otras películas del ciclo. La cámara de Corman recorre el techo del altar de los sacrificios para desplazarse por un cavernoso vestíbulo, con una distancia pictórica mayor que en las anteriores entregas.

La elegancia clásica de Roger Corman brilla en momentos como la aparición de los mutantes o incluso cuando Vincent Price rocía a Elisha Cook con combustible y luego le arroja fríamente una cerilla, un momento que sigue un montaje casi de slasher que adelanta las películas de venganza del actor en las que hace una lista literal con sus objetivos, entre las que se incluyen clásicos como ‘El abominable Dr. Phibes’ o variaciones de aquella como ‘Matar o no matar, éste es el problema’. La única diferencia es que aquí va en busca de herederos de quienes le quemaron.

Puertas abiertas a todo un subgénero

La mayor desconexión con la mitología de Cthulhu es cómo se reduce la invocación y rituales varios al tópico del sacrificio de la virgen, pero hay detalles del guion, como la falta de ambición de los villanos, que saben considerarse meros “siervos” de los oscuros, en vez de buscar conquistar la riqueza personal como el Próspero satanista de ‘La máscara de la muerte roja’, que hacen que en esencia sí responda a dogmas lovecraftianos arquetípicos inusuales en el cine de terror de los 60, lo que de alguna forma abrió las puertas al autor en un público que había saboreado otro tipo de dinámica dentro de sus rutinas.

AIP seguiría el camino con su visión de ‘El color que cayó del espacio’ con Karloff y en los años siguientes incluso llegaron a hacer una tercera adaptación con ‘Terror en Dunwich’, que integraba los temores de las juventudes hippies y el miedo al cambio generacional de forma paralela a ‘El hombre de mimbre’, por lo que quizá podríamos hablar del “ciclo H.P. Lovecraft" de Corman y su productora como un ente separado a Poe.

Como si fuera un gran “backroom pilot” de una serie esta ‘El palacio de los espíritus’ se erige como una bisagra alucinante entre los mundos de maldiciones y castillos de la herencia gótica con las nuevas sensibilidades de ciencia ficción cósmica, un popurrí de posesión, mad doctors, resucitadas, criaturas arcanas, turbas de aldeanos con antorchas, cementerios neblinosos y villanos más grandes que la vida que sirve de resumen coherente de las mejores virtudes de toda la etapa mejor considerada de Corman, tan pulp, opulenta y macabremente hermosa como los mejores artefactos británicos e italianos de la época.

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