A simple vista, resulta extraño que un profesional como Lawrence Kasdan —guionista de ‘El imperio contraataca’ (‘Star Wars: The Empire Strikes Back’, I. Kershner, 1980) y ‘En busca del arca perdida’ (‘Raiders of the Lost Ark’, S. Spielberg, 1981), nominado al Oscar por ‘Reencuentro’ (‘The Big Chill’, L. Kasdan, 1983), ‘El turista accidental’ (‘The Accidental Tourist’, L. Kasdan, 1988) y ‘Grand Canyon’ (L. Kasdan, 1991)— estrene un nuevo trabajo y pase totalmente desapercibido. Pero cuando empiezas a ver la película, lo entiendes; es torpe e insípida, una pérdida de tiempo.
‘¡Por fin solos!’ es el absurdo título con el que ‘Darling Companion’ se estrenó en España, mes y medio después de que pasara sin pena ni gloria por las carteleras de EE.UU. Aquí se distribuyó con 88 copias y no logró situarse entre los diez estrenos más taquilleros de la semana, pese a contar con rostros populares como Diane Keaton, Kevin Kline, Richard Jenkins, Dianne Wiest o Sam Shepard y venderse como una comedia dramática para “público maduro”, una etiqueta que suele dar buenos resultados (con modestas pretensiones).
La trama tampoco pintaba mal. Tras la marcha de sus dos hijas, ya casadas, y con un marido (Kline) centrado solo en su trabajo, Beth (Keaton) vuelca todo su cariño en un perro callejero que encontró abandonado y herido en el arcén de una autopista. Pero el animal se pierde, justo un día que lo sacaba a pasear el esposo de Beth, y se inicia una búsqueda que implica a familiares y amigos. Es un esquema sencillo del que podrían partir conversaciones, situaciones y reflexiones agudas y divertidas, una excusa estupenda para reunir a un puñado de actores con talento para que se luzcan con personajes de carne y hueso, protagonistas de anécdotas y problemas auténticos y reconocibles.
El problema es que Lawrence Kasdan —autor del guion junto a su esposa, Megan, basado en la desaparición de su propia mascota— no saca ningún partido del argumento ni de los miembros del reparto, que ofrecen su versión más apagada, incapaces de aportar vitalidad y gracia a unos roles excesivamente planos —cuando no prescindibles, como el jefe de policía encarnado por Shepard—, con comportamientos previsibles y diálogos aburridos, sin chispa ni sustancia. Los conflictos que se plantean son demasiado convencionales y triviales, fáciles de resolver, así que no hay emoción ni interés durante la agotadora búsqueda del perro, que se convierte en una especie de juego de niños vagamente justificado —Zurer interpreta a una gitana y todos sabemos que los gitanos tienen facultades mágicas—.
Acorde con la falta de ingenio del texto y la escaso entusiasmo de las interpretaciones está la rutinaria puesta en escena de Kasdan, al que esperaba más imaginativo y apasionado en su vuelta a la realización, nada menos que nueve años después de la fallida ‘El cazador de sueños’ (‘Dreamcatcher’, 2003). No es un completo desastre ‘¡Por fin solos!’, tiene algún momento simpático, y desde luego se han estrenado películas peores este año —‘Blancanieves y la leyenda del cazador’ (‘Snow White and the Huntsman’, R. Sanders, 2012) o ‘Abraham Lincoln: Cazador de vampiros’ (‘Abraham Lincoln: Vampire Hunter, T. Bekmambetov, 2012)— pero se queda en un producto light y ñoño que parece destinado al consumo durante largos viajes, donde uno se traga lo que sea ante la falta de alternativas o con la esperanza de caer dormido. Me temo que Kasdan está agotado como cineasta.
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