La comedia no pasa por uno de sus mejores momentos en el audiovisual español, especialmente en el cine, donde ha quedado claro que es mucho más fácil sacar adelante adaptaciones de éxitos en otros países (aunque intentando limitar al mínimo las alusiones a ello) que dejar que los guionistas de nuestro país propongan cosas propias. Y tampoco ayuda si luego grandes títulos como 'Los del túnel' fracasan con estrépito y taquilla.
El dúo formado Montero y Maidagán estaba precisamente detrás de esa película que no me cansará de reivindicar, pero lo cierto es que el grueso de su carrera se ha producida en la pequeña pantalla, donde comenzaron su carrera con 'Camera café'. Hace apenas unos años volvieron a demostrar su buen manejo del humor con 'Justo antes de cristo' y ahora han vuelto a colaborar con 'Poquita fe', sin lugar a dudas una de las mejores comedias de este 2023.
Risas desde la miseria vital
Una cosa que ha quedado clara en todos sus trabajos juntos es lo mucho que les gusta a Montero y Maidagán moverse en terreno de lo cotidiano, pero para ofrecer una visión bastante peculiar, con una tendencia al patetismo absurdo y una buena dosis de costumbrismo, pero sobre todo introduciendo un toque pocho a su humor que quizá los aleja de un mayor éxito generalista, pero a cambio suelen resultar desternillantes para ese sector del público que conecta con ese enfoque. Que no todo pueden ser esas comedias para toda la familia con Santiago Segura que algunos parecen empeñados en intentar replicar con poco éxito.
En el caso de 'Poquita fe', Montero y Maidagán exploran la relación de pareja entre los personajes interpretados por Raúl Cimas y Esperanza Pedreño a lo largo de un año, tomando para ello como base lo que para otros habría sido el punto de partida para un drama demoledor: la rutina les está comiendo, pero ella parece la única consciente de la situación y no está nada contenta.
Eso lleva a que en todo momento exista cierta incomodidad, pero el objetivo en ningún caso es recrearse en ello como, por ejemplo, sí hacía 'Vergüenza', sino que sirva para definir la personalidad de sus protagonistas, que ya no es jamás en la vida vayan a ser el alma de la fiesta, es que ni siquiera son especialmente queridos por su familia. Es muy fácil sentirse identificados con ellos porque todos en algún momento nos hemos visto en situaciones parecidas, pero la clave aquí está en cómo las abordan Montero y Maidagán para que la carcajada sea a menudo la única respuesta posible.
Ya hay algo especial en la apuesta de obviar una narrativa convencional e introducir de forma constante declaraciones de los personajes a cámara como si hubiesen sido entrevistados a posteriori para comentar lo que había sucedido, pero incluso entonces se mantiene el mismo tono, reforzándose la apuesta de sus creadores: 'Poquita fe' es una serie sobre esos millones de personas que pasan por el mundo sin dejar huella en el mismo, acotándolo en este caso a la idiosincrasia española.
Desde esa curiosa tradición con los mantecados hasta la tronchante odisea con la fabada, 'Poquita fe' esquiva los gags fáciles para recrearse en las situaciones que propone, cómo afectan a sus personajes y la miseria vital de sus protagonistas, siendo todo un acierto que el personaje de Cimas parezca estar bien satisfecho con todo, pero el de Pedreño cada vez vaya cansándose más de las cartas que le han tocado en la vida. Ahí funciona muy bien ese elemento desestabilizador que representa el personaje de José Manuel Poga ('La casa de papel').
A todo eso hay que sumar un buen plantel de personajes secundarios que añaden salsa y variedad -especialmente gracioso todo lo relacionado con la cita de Tinder del personaje de Chani Martín- a unos episodios de duración envidiable, ya que todos ellos se quedan por debajo de los 20 minutos. Eso añade un toque extra de agilidad a una serie que en el fondo profundiza en cómo uno puede sentirse cuando simplemente está aburrido de todo y le da pereza la vida que tiene por delante.
Obviamente, eso lleva a que 'Poquita fe' no sea una serie especialmente vitalista, pero esto tampoco se traduce en un enfoque bajonero, ya que el humor siempre está presente, incluso en las situaciones aparentemente más complicadas. Montero y Maidagán juegan muy bien con ese contraste, presentan una inolvidable galería de personajes y dan un cierre coherente y satisfactorio a todo lo que habían ido sembrando a lo largo de sus 12 episodios. Estupenda.
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