Uno de nuestros mitos, uno de los que perdurará pase lo que pase en el futuro, ve al fin reflejada una parte de su vida en un documental tan necesario como funcional y práctico. ATRESplayer ha estrenado la primera de las tres partes de 'Pongamos que hablo de Sabina', un relato sobre pecados, amores y pasiones dividido en tres partes que acercan más aún a un artista con todas sus consecuencias.
La fiesta infinita
Hurgando en cada rincón de su vida, de sus amigos, parejas, compañeros y situaciones rocambolescas vividas a lo largo de su trayectoria, la plataforma ATRESplayer estrena un documental que ha llevado más de un año de investigación alrededor de ese inquieto astro andaluz afincado en Madrid desde la transición.
El periodo vividor, que no vivido, entre mediados de los años 70, con su regreso del exilio londinense hasta, el problema de salud sufrido en su exitoso año 2001, sirve de pistoletazo de salida a esta serie documental dividida en tres partes que si bien resulta realmente apasionante para todo aquel que no esté muy puesto en la biografía del personaje, no resulta especialmente atractivo si nos ceñimos al formato.
Conducido por Iñaki López, lo que no ayuda demasiado a separarlo de una pieza adicional de su programa 'La sexta noche', la serie recoge un centenar de testimonios que ayudan a realizar el retrato de un personaje, por otro lado, tan popular que la serie cautivará más a los neófitos que a quienes ya llevan leyendo su biografía más de veinte años.
19 días, 500 noches y 3 episodios
A pesar del esfuerzo de producción que supone concretar las citas de tantos invitados, desde productores a íntimos amigos, novias de la época o Carlos Boyero, que sigue sumando apariciones que certifican que también lo ha vivido todo, tres episodios de media hora se antojan algo cortos para cubrir el espectro de Sabina con detalle.
En realidad no hay muchos secretos que rascar de un personaje público que se ha pasado la vida contando verdades como puños, afrontando una situación vital y existencial cada vez más complicada y que siempre ha sido sincero desde su posición de artista atormentado y crápula, pero el viaje es ameno y especialmente hermoso a la hora de redescubrir una ciudad de Madrid a años luz de nuestra mucho más tormentosa actualidad.
'Pongamos que hablo de Sabina' es un paseo agradable hacia el pasado y el legado de un artista irrepetible que hace mucho que está de vuelta de todo, que suena casi a despedida y que nos recuerda que al final del viaje es posible que los héroes que recordemos sean los que más violentamente airearon sus miserias de viva voz.
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