No son pocos los que consideran que Paul W. S. Anderson es uno de los peores directores actuales y quizá de todos los tiempos. Destrozar la práctica totalidad de su filmografía -'Horizonte final' ('Event Horizon', 1997) es la que más suele salvarse de la quema- se ha convertido en casi un deporte entre muchos cinéfilos y haría falta poco menos que un milagro para que esa tendencia cambie.
Por mi parte, he de reconocer que no es que sienta especial aprecio hacia Anderson, pero me gustaría confesar que disfruté mucho más de lo que esperaba con 'Los tres mosqueteros' ('The Three Musketeers', 2011), un título del que me cansé de leer críticas destructivas antes de que finalmente tuviese la ocasión de juzgar por mi cuenta. Deseaba que pudiera pasar algo similar con 'Pompeya' ('Pompeii', 2014), pero una vez vista, no me queda más remedio que dar la razón a quienes destrozaron este ridículo bodrio.
'Pompeya', un completo desastre
Hace unos días os comenté lo poco que me había gustado 'La leyenda del samurái: 47 Ronin' (Carl Rinsch, 2013), un título que guarda varios puntos en común con 'Pompeya' -y con infinidad de relatos-: Una familia asentada se ve forzada a aceptar que su hija se case con un ambicioso corrupto, pero el corazón de ella ya corresponde a un hombre de un estrato social inferior que hará todo lo posible por ser merecedor del corazón de su amada. Mil veces visto, pero lo realmente importante es el cómo nos cuentan la historia y no el qué.
Lo que sí deberíamos saber todos a estas alturas es que Anderson no es un director que exprima al máximo sus guiones, pues para él son poco más que una mera excusa para hacer piruetas llamativas, adoptando un tono más cómico o dramático en función de lo que él considere necesario. En 'Pompeya' triunfa lo segundo pese a lo mucho que invita a lo primero el guión de Michael Robert Johnson, Lee Batchler y Janet Scott Batchler -si es que ya solamente por el diálogo calificando a Pompeya como un resort vacacional...-, siendo ahí donde la película empieza a hundirse en la miseria.
Sin embargo, el gran lastre de 'Pompeya' es su reparto, en especial su inane dúo protagonista, ya que la alarmante inexpresividad de Kit Harington y Emily Browning devora todo el interés dramático que pudieran tener sus escenas y en el caso del primero incluso consigue contagiar la sensación de desgana a sus escenas de combate, potentes sobre el papel, pero absurdamente anodinas por culpa de la ausencia de talento del Jon Nieve de 'Juego de Tronos', ('Game of Thrones', 2011-En emisión), y eso que Harington hasta casi consiguió engañarme durante el último episodio emitido para que pensara que hasta sabe actuar.
Tampoco es que el resto del reparto lo haga mucho mejor -algo evidente en todos los diálogos-, desde un monótono Kiefer Sutherland, pasando por la dejadez mostrada por Carrie-Anne Moss o la energía sin control mostrada por Adewale Akinnuoye-Agbaje en un personaje que, como ya comentó mi compañero Sergio, guarda sospechosos parecidos con el Máximo Décimo Meridio interpretado por Russell Crowe en la muy disfrutable 'Gladiator' (Ridley Scott, 2000). Eso sí, eliminando todo su atractivo para convertirlo en un secundario cuya presencia no es que tenga demasiado sentido.
Épica absurda y defectuosa
Una cosa que tenía bastante clara es que el hecho de ser un peplum no iba a ir más allá del vestuario de los personajes y de incluir alguna pelea entre gladiadores que justifique la cuantiosa inversión hecha. Lo que me cuesta más aceptar es que una película que haya costado 100 millones de dólares tenga unos efectos generados por ordenador tan irregulares, oscilando entre entre lo solvente y bien conseguido y el cartón piedra visual tan evidente que todos sus intentos de ser espectacular caen en saco roto.
¿Qué es lo que nos queda entonces si el reparto da vergüenza ajena, Anderson no consigue aprovechar el potencial visual de la propuesta en ningún momento y el guión es una mera mezclada de tramas mal hiladas y peor desarrolladas? Pues la posibilidad de que le inevitable erupción del Vesubio y su onda destructiva al menos nos permita disfrutar viendo cómo se acaba con todo lo que hemos odiado hasta ese momento, pero hasta ese placer nos racanea 'Pompeya'.
En definitiva, 'Pompeya' es la nueva aspirante a peor película de 2014, un reconocimiento muy competido por ahora, ya que son ya varios los bodrios estrenados durante lo que llevamos de año. Y es que no se me ocurre nada que merezca ser salvado de la quema de este aburrido, absurdo y cansino despropósito que también ha conseguido convertirse en la película de Paul W. S. Anderson que menos me ha gustado.
Otra crítica en Blogdecine: 'Pompeya', desastre de "peplum"
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