'Poker face' se debería estudiar en todas las universidades de cine: es una lección maestra de cómo un productor debería ser capaz de decirle a un director estrella "Esto no funciona". Y es que la cinta de Russell Crowe es uno de los largometrajes más increíbles de los últimos años. Ojo: "increíble" no como término positivo, sino descriptivo. No puedes creer que lo que estás viendo esté ocurriendo delante de ti.
Un repóker de desastres
Para una película que basa su promoción y sus señas de identidad en el póker, en 'Poker face' hay sorprendentemente muy poco juego de cartas. Es más: Russell Crowe se asusta de su propio argumento basado en una partida amistosa repleta de decisiones morales, y en lugar de jugar una buena partida de forma sabia decide dar un par de giros extra ejercitando el arte del bandazo y convirtiendo a la cinta en algo imposible de ver con seriedad.
Partamos del hecho de que Russell Crowe, bordeando los sesenta años, ha decidido poner como intérprete de uno de sus grandes amigos de la infancia a Liam Hemsworth, de 32. No hay ninguna explicación: un millonario reúne a sus amigos de la infancia para ver cómo les ha ido la vida ahora que se acercan ya a la madurez, y entre ellos hay un pipiolo. Es solo una muestra de la absoluta impunidad que ha tenido el actor y director para tomar las decisiones más absurdas en una trama que no tiene ni pies ni cabeza.
Al inicio de la cinta, se nos presenta a los distintos amigos de Jake, el personaje interpretado por Crowe, y se deja caer que cada uno de ellos tiene un secreto. Pero a la película tampoco le importa demasiado cerrar estas tramas y al final los misterios van cayendo a lo largo del metraje sin que tengan mayor poso, llegando a un final al que le deberían faltar muchas reescrituras para poder ser filmado. Sin embargo, han tirado con ello, esperando la benevolencia de un público que -os lo aseguro- no va a estar por la labor.
Escalera de mediocridad
Incluso si los estudios sobre los espectadores actuales tienen razón y realmente no podemos aguantar la atención durante mucho tiempo, esta película se ha tomado demasiado en serio el mantra de intentar no aburrir bajo ninguna circunstancia. Es más, casi se diría que padece del síndrome TikTok: ¿No te gusta lo que estás viendo? No te preocupes, dentro de muy poco cambiaremos de personajes, ritmo, género y hasta historia.
A lo largo de la cinta tendremos aventuras adolescentes al estilo 'Cuenta conmigo', reencuentros, secretos, amistades, problemas morales, acción, aventura, robos y hasta romances prohibidos, todo ello en apenas una hora y veinte minutos. Nadie sabe lo que quiere contar 'Poker face' (ni siquiera ella misma) y por eso le cuesta centrarse. Sin un género, trama o tono definidos, es más parecido a un tiovivo audiovisual que a una película en condiciones.
Para muestra, un botón: tras un prólogo del verano en el que los amigos aprendieron a jugar a póker, vemos a un millonario yendo a un retiro espiritual para entrenar cuerpo y alma y conseguir un suero de la verdad que en poca cantidad desinhibe pero con un par de gotas de más puede matar. Después, el hombre monta una reunión de amigos porque se está muriendo y quiere que todos sientan su mismo dolor, así que les plantea una partida de póker en la que jugarse su dinero, pero también les mete el suero de la verdad que consiguió anteriormente. Para cuando la película se encauza, este guirigay de tramas nos ha dejado ya noqueados.
Full de nada
No todo es negativo: hay diez o quince minutos en el tercer acto donde recobra el interés, a pesar de que no ofrezca ninguna sorpresa y ya sea demasiado tarde. Como película de acción tiene cierto estilo, y Crowe se maneja estupendamente como hombre solo ante el peligro. No es que destaque en absoluto en el maremágnum cinematográfico actual, pero comparado con el resto de la cinta es 'Ciudadano Kane': al menos, el guion se centra, hay un objetivo y un tono estable.
Tristemente, si lo mejor que se puede decir de una película es "durante diez minutos el guion se centra", ya podéis adivinar que el resto del metraje no es precisamente una obra de arte imperecedera. 'Poker face' intenta sorprender a toda costa y lo apuesta todo al giro, sin darse cuenta de que para sorprender al espectador primero debe creer, al menos, que los personajes que ve en pantalla son reales. Sin ese mínimo, cualquier cosa que les pase no va a suscitar ningún tipo de sensación o emoción.
Es curioso, porque Crowe no es novato como director (suyas son las aceptables 'El maestro del agua' y 'Texas'), pero sí como guionista. Y se nota: necesitaba, como poco, un compañero con experiencia que le fuera guiando para que la película no fuera el desastre del Hindenburg que es. Una muerte a cámara lenta en la que cada decisión narrativa que se toma es la peor posible, con giros que solo se enredan en sí mismos y son torpes en su ejecución. Desde luego, esta vez no le han tocado buenas cartas ni sabe qué hacer con su mano, así que ha decidido tirarlas al aire con la esperanza de que ocurra un milagro. Spoiler: no ocurre.
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