Pokémon fue una de las últimas grandes franquicias del siglo XX. Comenzó como un videojuego para Game Boy en 1996 y desde entonces ha habido pocos años sin el lanzamiento de alguna nueva entrega y el número de criaturas se han disparado por encima de 800. Además, la creación de Satoshi Tajiri también ha dado el salto a la televisión y a la gran pantalla en varias ocasiones, aunque hasta ahora siempre en forma de dibujo animado.
Eso va a cambiar gracias a ‘Pokémon: Detective Pikachu’, una producción de Warner que mezcla la imagen real con la animación generada por ordenador para conseguir que humanos y pokémon protagonicen una aventura destinada a arrasar en taquilla. Por mi parte, he disfrutado con ella, en parte porque ya sentía aprecio hacia la franquicia, pero además creo que es un buen entretenimiento y la mejor película basada en un videojuego estrenada hasta la fecha, aunque tampoco lo tenía tan difícil en esto último.
Sabe manejar el fenómeno fan
Me pilló ya algo mayor, pero la franquicia Pokémon me conquistó cuando llegó a España, tanto con los primeros videojuegos como con el anime -cuya primera canción de apertura llegó a sonar durante el baile posterior a mi boda-. Me aprendí de memoria los pokémon de la primera generación y estaba muy enganchado, pero con las películas nunca pude. Mi miedo con ‘Pokémon: Detective Pikachu’ era encontrarme algo tan deficiente como ‘Pokémon: La película’, sobre todo su desenlace, pues argumentalmente incluso hay algún punto en común.
En esa ocasión las concesiones a los fans acababan por cargarse la película, pero en ‘Pokémon: Detective Pikachu’ es un añadido en lugar de una razón de ser. Se agradece mucho ver a multitud de ellos de fondo y hay un poco de juego para el espectador para intentar ubicar a todos los que aparecen en la película, mientras que aquellas criaturas que pasan a primer plano lo hacen para hacer alguna pequeña broma -caso de Lickitung- o para que la historia avance de alguna manera.
Rob Letterman, que ya había demostrado un notable manejo de la nostalgia noventera en ‘Pesadillas’, nunca permite que el ritmo decaiga, pero sí deja que esos pequeños detalles que pueden conquistar al corazón del fan como ver a Jigglypuff cantando formen parte del ecosistema de la película de forma natural. Ahí quizá la única pega es que la forma de trasladar los diseños originales de alguna de las criaturas peca de excesos digitales, pero es una cosa puntual.
Lo más habitual es que uno simplemente se crea las interacciones entre humanos y pokémon por mucho que solamente Pikachu pueda hablar. Ahí el fichaje de Ryan Reynolds es un acierto indiscutible, ya que obviamente tiene que mantener un enfoque más familiar que en ‘Deadpool’, pero consigue darle la chispa adecuada a Pikachu no solo para que no canse, sino para que seduzca a su manera al espectador. Y lo dice alguien que nunca sintió especial estima hacia el pokémon más popular de este universo.
Mejor cuando apuesta por lo ligero
Dicho esto, ‘Pokémon: Detective Pikachu’ funciona mucho mejor cuando apuesta por lo cómico y ligero, regalándonos momentos muy simpáticos como el interrogatorio a Mr. Mime, dejando así que todo fluya y consiguiendo que el caso vaya progresando sin afectar a que nos creamos que sea posible. Luego hay momentos en los que toca ponerse serios y ahí el bagaje es más desigual, consiguiendo un necesario equilibrio como en la parte de los combates ilegales, pero a medida que avanza empieza a haber cada vez más pegas.
De hecho, el clímax es la parte de la película menos interesante. Funciona muy bien a nivel visual y hay momentos puntuales en los que se consigue provocar la emoción buscada en el espectador -la pelea contra el lacayo del villano-, pero en líneas generales queda la sensación de que esa apuesta a lo grande no se traduce en ese muy buen entretenimiento que se nos había dado antes. Por suerte, no cae en ridículos excesos lacrimógenos, pero busca algo que no termina de conseguir.
Eso sí, ahí funciona mejor a nivel humano que en lo referente a los pokémon, y es que la película también se preocupa de que las personas tengan interés. Bueno, algunos, no todos, pero lo importante es que sí lo consiguen con los dos principales. Justice Smith está impecable en su personaje, el cual solamente se afea un poco por el mejorable uso de los flashbacks. Además, cuenta con la química apropiada con Kathryn Newton para que la ligera tensión romántica que hay entre ellos aporte en lugar de restar.
El resto de personajes humanos están a caballo entre el complemento necesario pero poco memorable y lo ligeramente desaprovechado. A este último grupo pertenece Bill Nighy, un actor que me encanta y que en ‘Pokémon: Detective Pikachu’ apenas puede mostrar su enorme talento. Se merecía algo más que un papel funcional pero poco trabajado.
En definitiva, ‘Pokémon: Detective Pikachu’ no es una gran película, ya que tiene una serie de pequeños problemas bastante evidentes. A cambio cuenta con multitud de virtudes que la permiten convertirse en una efectiva aventura que te deja con ganas de volver a este universo. Mientras se haga así, ninguna pega a que hagan las secuelas que quieran.
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