'Playmobil: La película': una celebración de la aventura infantil menos arriesgada que los films de LEGO

La condición de 'Playmobil' de explotación sinvergonzona de 'La LEGO película' está tan asumida desde el minuto uno que no se molesta demasiado en disimular su dependencia. Como en aquella, y a diferencia de otras películas o series inspiradas en juguetes, de 'She-Ra' a 'Ugly Dolls', donde las referencias a la naturaleza como juguetes de los originales son nulas o anecdóticas, aquí se deja bien claro que los Playmobil tienen su origen como entretenimiento de plástico para los más pequeños.

Pero solo hay que ver cómo gestionan esa naturaleza una y otra película para que las abismales diferencias entre ambas queden patentes desde el minuto uno. En la primera película de LEGO se reservaba la metanaturaleza del film para un final con un punto amargo que otorgaba de nuevos niveles de lectura a la historia, ampliada en una secuela inferior, pero aún muy ingeniosa. 

Aquí, sin embargo, conocemos la naturaleza de los Playmobil desde un arranque con exceso de azúcar en imagen real, que plantea un drama que acompañará a los protagonistas cuando se transformen en muñecos en una exposición de Playmobil que, por algún motivo, es mágica. Un arranque absolutamente arbitrario, que cojea a la hora de plantear unas reglas consistentes para el viaje que emprenden los protagonistas, y que deja bien claro bajo qué resortes se moverá la acción. 

El principal es que todo vale con tal de enseñar muñecos. 'La LEGO película' usaba la naturaleza de su material de partida (un spot publicitario alargado, pero que se esforzaba en disimularlo) para crear unas directrices que iban desde el mensaje (la imaginación es más importante que jugar bajo las reglas) hasta la propia narrativa visual del film (la posibilidad de construir cualquier cosa en un instante) y que estaban muy trabajados. Hasta los toques más maquiavélicos (exhibición de todas las franquicias en LEGO) se aceptaban por su innegable brillantez. La naturaleza física del juguete propiciaba el argumento.

'Playmobil: La película', sin embargo, solo tiene como carta a su favor la inmensa variedad de épocas históricas y universos. Pero no se molesta en darle coherencia a esa variedad (algo tan socorrido como la idea de que los distintos mundos que conforman el universo Playmobil "choquen"). En el cosmos de ficción de los juguetes, piratas y ciudades del futuro conviven, pero eso no genera ni fricción... ni una naturalidad orgánica. Lo importante es enseñar la mayor cantidad de sets reales del juguete

'Playmobil: La película': Un mundo a medio explorar

El film cuenta cómo una pareja de hermanos que perdieron a sus padres unos años atrás (Anya Taylor-Joy y Gabriel Bateman) se ven lanzados a un mundo de fantasía convertidos en dos muñecos Playmobil: una chica normal y un vikingo de fuerza extraordinaria. Pronto son separados y la joven emprende un largo camino para reencontrarse con su hermano, aventura en la que le ayudarán el conductor de un food truck (Jim Gaffigan) y un paródico agente secreto (Daniel Radcliffe).

El gran problema de la película, lo muy con pinzas que está cogido su concepto de partida y lo poco orgánico que es su mundo de ficción, se percibe ya en este argumento, que se detiene lo justo en cada uno de los mundos de Playmobil lo justo para enseñar los muñecos y los accesorios. Pero en cierto sentido también es su única virtud, dejando de lado algún momento meta (el descubrimiento de la protagonista que no puede doblar las piernas, un chiste que de algún modo sabe a gastado).

Esa virtud es la celebración, quizás involuntaria, de un concepto de aventura infantil y sin reglas, tal y como juegan los niños, sin preocuparse por la coherencia, y donde un hombre prehistórico, un hada y una cazarrecompensas espacial pueden ser compañeros de aventuras. Un concepto atrevido, casual, y que desde luego habría necesitado de mucho más sentido del riesgo para ser desarrollado como merecía. 

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