Este pasado jueves 24 de mayo se estrenaba mundialmente 'Piratas del Caribe: En el Fin del Mundo', uno de los platos fuertes de 2007, destinado a reventar las taquillas de todas partes y, quizá, volver a arrebatar a 'Spider-Man' el título de la película con mayor recaudación de la Historia en varios apartados (récords que cada vez caen con mayor facilidad). Finalmente, el éxito ha sido enorme a nivel económico, pero no tanto como se podía esperar (a mí me ha costado una apuesta); eso sí, mundialmente, está siendo una salvajada. En todo caso, por supuesto, esto a nosotros nos debe dar igual, porque el dineral se lo va a embolsar la Disney, Jerry Bruckheimer y compañía, los de siempre, los que encienden el puro quemando billetes y viajan en jet privado.
A los espectadores nos importa otra cosa. Nos importa la película, que paguemos la entrada para ver un espectáculo de primera, que es lo que se nos ha prometido. Y siendo la tercera entrega de una saga, que todos los cabos sueltos se resuelvan, dejando un final digno de ser recordado. Sin embargo, el dinero manda, y toda la gracia y chispa que tenían las dos anteriores películas de 'Piratas del Caribe' se pierden ahora, preocupados como estaban todos sólo en explotar el negocio y acumular cuantos más millones de dólares mejor. Lo cierto es que, personalmente, sentí un poco de tristeza al salir del cine, tras haber consumido este chicle estirado innecesariamente. Hay que caer bajo para haber escrito y filmado una película semejante, liando torpemente una historia que no tiene ni pies ni cabeza, exagerando hasta niveles insospechados a personajes que antes eran simpáticos e interesantes, abusando de los efectos especiales porque sí, porque pueden, y, en definitiva, ofrecer un producto de dos horas y media sin pasión alguna, casi dando la sensación de que la han terminado con prisas y sin ganas, por cumplir con el calendario. Supongo que suena fuerte, pero tuve la sensación de que nos tomaron por tontos. Menudo chasco. Qué asco de dinero. Y pensar que puede haber cuarta y quinta parte...
'Piratas del Caribe: En el Fin del Mundo' ('Pirates of the Caribbean: At World's End') sigue la estela de lo sucedido en la anterior entrega y así encontramos a Will Turner y Elizabeth Swann aliados con el capitán Barbossa para liberar al capitán Jack Sparrow de los tentáculos de Davy Jones, para lo cual viajan a Singapur, hasta la guarida del despiadado pirata Sao Feng. Mientras, el Holandés Errante, bajo el control de la Compañía de Comercio de las Indias Orientales, causa estragos a lo largo de los Siete Mares, acabando con todo barco pirata que se cruza en su camino.
Como sabéis, un servidor lo pasó en grande con las dos anteriores entregas de los piratas del Caribe, ganándome más de una respuesta exagerada por parte de algunos que parece que no saben ir al cine a, simplemente, entretenerse, comer palomitas y desconectar de sus complejas y sumamente importantes vidas. Si bien es casi ley decir que la primera parte está bien, que es circo cinematográfico del saludable, la segunda se ganó muchos detractores no sé muy bien porqué; era como la anterior pero con mejores efectos visuales, ¿dónde estaba el problema? En todo caso, eso es ya parte del pasado reciente y ahora tocaba estrenar la tercera parte. Un esperadísimo (mirad las estadísticas, leñe) final para una trilogía protagonizada por tres de los actores más famosos de la actualidad, el raro Johnny Depp, el soso Orlando Bloom y la huesuda Keira Knightley. Había dudas, muchas, sobre si esta significaría efectivamente el final de las historias que hemos visto a lo largo de las dos películas anteriores, o si volverían a dejar todo abierto para una cuarta película, casi como hacen con el hombre araña con cada película (pero ahí nadie protesta). Pues bien, una vez vista la película, lo cierto es que, al menos en esto, han sido honestos, sí que hay un desenlace. Todo acaba... más o menos. Es decir, ganan los buenos, pierden los malos, etc. No voy a desvelar nada importante, claro, pero es cierto que muchos personajes tienen su propio final y la situación de los protagonistas queda resuelta. Personalmente, creo que la resolución es la correcta, me parece estupenda; los destinos son más o menos los lógicos, viendo como va avanzando la trama, y aunque hay algún que otro personaje que sólo aparece para cumplir el trámite, en este sentido la película cumple a la perfección. Por supuesto, como es de esperar por sus declaraciones, Sparrow toma su propio camino y deja abierta la opción de que se escriban más historias sobre él (Depp, ¿tanto necesitas el dinero?). Y por supuesto, hay una escenita extra al final de todos los créditos, como de costumbre en la saga. Eso sí, es lo más horroroso que podáis imaginar. Un broche lamentable.
Lo cierto es que tras ver esas siete escenas (muy representativas del resto del metraje) que os puse hace unos días, comencé a pensar que esta entrega iba a ser la peor de la trilogía. Pero fue apagarse las luces y comenzar la primera secuencia... y se me pasaron los temores. El arranque es sensacional, muy tenebroso y elegante. Esperanzador. Pero luego la acción se traslada a Singapur y ahí empiezan los problemas: las bromas se suceden sin sentido, los personajes hablan por hablar y la trama ya tiene sus primeras incoherencias (una de las más graves tiene que ver con todo un grupo de piratas "parados"... aunque lo de la "diosa" también tiene tela). En este sentido, decir que la labor de los guionistas, Terry Rossio y Ted Elliott, es desastrosa, hundiendo todo lo que tan ejemplarmente habían montado en las dos anteriores películas. Exageran a casi todos los personajes, los van modificando conforme los giros de guión lo van requiriendo, comportándose de forma ilógica en muchas ocasiones, y lo que es peor, no aprovechan a casi nadie, consiguiendo que hasta Jack Sparrow, el personaje más querido, resulte insoportable. A grandes rasgos, la película es ridícula, es como si nos ponemos a ver dibujos animados para niños, con algunos momentos que no me extrañaría que os hagan querer abandonar la sala, y llega incluso a aburrir, aunque esto creo que se debe más a su excesiva duración, más de dos horas y media que no están justificadas en absoluto; casi parece que sea el primer montaje, a falta de los cortes, una versión extendida que habría preferido no presenciar. Hay un montón de escenitas malas, como la solución para atravesar el mundo de los muertos, pero creo que lo peor de todo es la primera aparición de Sparrow, para encerrar a quien la ha escrito, el bochornoso discursito de Elizabeth, al más puro estilo espartano, y la reconciliación de Will y su amada, en plena batalla, que hace que te plantees seriamente sacarte los ojos con el llavero.
Pero bueno, no todo es tan lamentable. Los efectos especiales siguen siendo deslumbrantes, permitiendo un tramo final muy espectacular, que consigue tapar muchos huecos de guión, y que casi vale por sí misma haber pagado la entrada. Un pantallazo gigantesco tiene todo su sentido por cosas como ésa. La banda sonora de Hans Zimmer me parece magnífica, por mucho que sea casi la misma que en la segunda entrega. Por otra parte, tenemos a un extenso reparto que ya se conoce al dedillo su cometido, cumpliendo correctamente, casi todos. No deja de ser un pequeño lujo ver a Geoffrey Rush o a Chow Yun-Fat pasándolo tan bien haciendo de piratas (aunque al actor asiático le dan menos cancha de la esperada), o ese cameo que levantó tanta (estúpida) polémica de Keith Richards, como el divertidísimo padre de Jack Sparrow. Lo sorprendente, precisamente, es que sea el propio Sparrow uno de los que decepcionan, y mucho. Creo que es la peor interpretación que le he visto, sinceramente. A las fans de Johnny Depp les dará igual, pero a un servidor le da pena ver a un actor tan completo y carismático hacer semejante ridículo (los que ya pensábais esto con la segunda parte, lo pasaréis mal); Depp protagoniza algunas de las peores secuencias que hay en 'Piratas del Caribe 3' y acabas deseando que llegue Davy Jones (magnífico y contradictorio personaje de Billy Nighy, por cierto, de lo mejor de la trilogía) y se lo cargue de verdad, para siempre. Desgraciadamente... ejem, ya sabéis. Sólo tiene un momento que me resultó majestuoso, en una escena cargada de simbolismo y muy bien rodada, donde suelta una frase que me parece la mejor escrita de toda la película (más o menos, "el mundo sigue siendo el mismo, sólo que ahora tiene menos... alicientes"). En cuanto a Orlando Bloom y Keira Knightley, poco que añadir, están ahí y no molestan demasiado, como en las anteriores películas, son actores muy limitados, portadas de revistas para jóvenes, y tampoco se les exige demasiado (total, ¿para qué?); lo que sigue molestándome es que aparezcan tan guapos e inmaculados siempre, en todo momento, pero bueno, es la tónica de siempre, de Hollywood y las estrellas. Supongo que hasta que no interpreten a borrachos, prostitutas o retrasados mentales, no los veremos de otra forma.
Un flojísimo Gore Verbinski firma, por tanto, un film decepcionante, carente de fuerza, cansino y repleto de chistes, la mayoría sin la más mínima gracia; resulta desesperante que cada escena tenga que incluir una broma, por narices. 'Piratas del Caribe: En el Fin del Mundo' es, sin lugar a dudas, la peor de la trilogía, una muestra de lo que el dinero puede estropear, un pastiche digital que te marea para que no te enteres de nada, donde todo transcurre sin mucho sentido y que sólo se sostiene tambaleante por algunos chispazos que hacen recordar las dos películas anteriores y unos efectos digitales impresionantes. Bueno, y porque es el final, que eso siempre es un aliciente. Espero equivocarme, pero creo que sólo la disfrutarán los/as muy fans de los actores principales y los espectadores que acuden al cine puntualmente sin exigir nada en absoluto, como si van al parque a dar de comer a las palomas o se quedan en casa a ver lo último que ha llegado al videoclub sin saber nada más que "es de acción". En fin, ya nos conocemos todos. Sólo espero que no hagan más películas con estos piratas. Así no.