El ‘Pinocho de Guillermo del Toro’ de Netflix, de estreno el 25 de noviembre en cines y el 9 de diciembre en la plataforma, una auténtica joya en animación stop-motion que lleva la obra de Carlo Collodi al terreno conocido de los horrores de la guerra del director, siendo casi una secuela espiritual a sus trabajos en España. Es curioso que llegue el mismo año que el desaborido remake de “acción real” de Robert Zemeckis para Disney, una coincidencia en el tiempo que deja a la vista la pereza corporativa de esas actualizaciones.
Y es que cada plano de esta nueva versión deja notar que es un proyecto anhelado durante años por Guillermo del Toro, que lleva un año redondo en la plataforma tras el estreno también de la excepcional antología de terror ‘El Gabinete de Curiosidades’. La producción está cuidada al detalle y el cariño en cada aspecto de acabado, dirección artística, iluminación o puesta en escena es tan patente que parece una de las producciones de Laika, tanto es así que debería ganar el Óscar a mejor película de animación de 2022 sin contemplaciones.
Aunque como la productora de ‘Kubo’, seguro que es ignorada para darle el premio habitual para pagar la hipoteca a Disney. ‘Pinocho de Guillermo del Toro’ —si este título sirve poner el nombre del mexicano para diferenciarla de la de Zemeckis, es bastante justo— es, sin duda, la mejor versión cinematográfica desde 1941, con la excepción de la miniserie italiana de 1972 que se acercaba de forma casi literal a la obra de papel. Pero lo que hace esta adaptación especial es que es una película 100% de su director.
La infancia y la imaginación según GDT
No es un capricho buscado por Del Toro de forma gratuita, ya que en el propio relato conviven muchas de sus obsesiones monstruosas, de Mary Shelley a Hoffmann, pero además el formato stop-motion empuja de forma orgánica los guiños a Harryhausen en los diseños de sus apariciones fantásticas, no es casualidad que algunas recuerden a los grifos y centauros de clásicos como ‘El viaje fantástico de Simbad’ (The Golden Voyage of Sinbad, 1973).
De nuevo otra coincidencia temporal llama la atención, ya que hace dos años tuvimos el ‘Pinocho’ de Matteo Garrone, que retrataba fielmente la crueldad de la obra de Collodi al estilo de un neorrealismo italiano reimaginado por Terry Gilliam, entre el cuento de hadas tenebroso de ‘El cuentacuentos’ (1988) y la visita al valle inquietante, sin poner barreras a la belleza más conmovedora. La de Netflix converge con esa estupenda versión al ubicar la historia en la Italia fascista, mezclando no pocos de los mismos elementos de formas diferentes.
La diferencia, además de la animación, es que Del Toro se la lleva a su terreno y parece una respuesta más amable a su visión de la España de la Guerra Civil en ‘El espinazo del diablo’ (2001) con varios vasos comunicantes, entre el realismo mágico, la influencia religiosa, y la estampa de las bombas cayendo. Pero también tiene muchos puntos en común con ‘El laberinto del fauno’, desde el diseño de sus seres fantásticos al contraste de la fantasía y la crudeza de la realidad de la guerra en un país mediterráneo bajo el mando de los fascistas, incluso con su villano patriótico similar.
Un pepito grillo viviendo en un corazón de madera
Pero no son las únicas referencias a su filmografía. Todas las criaturas de ‘Pinocchio’ tienen diseños, como esos ojos en las alas del “hada buena” que las hacen familiares directas de otros seres como el ángel de ‘Hellboy II’, cimentando un universo propio que toma más sentido con esta película, que logra condensar su imaginario en un equilibrio coherente con su discurso más reciente. Como en ‘Historias de miedo para contar en la oscuridad’ (Scary Stories to Tell in the Dark, 2019) o ‘El callejón de las almas perdidas’ (Nightmare Alley, 2021), hace mucho énfasis en la mentira como herramienta de la perfidia.
No hay mejor envoltorio para esa idea que un relato sobre un niño al que le crece la nariz cuando miente, pero es que además, Del Toro hace un alegato al poder de la inocencia definiendo a un Pinocho que es pura expresividad infantil, con sus explosiones de sinceridad casi animal que dirige hacia la paternidad responsable, sobre apretar las tuercas solo lo necesario, entendiendo el dilema de la educación como algo complejo, multidimensional y lleno de contrastes, como los que expresa su cine.
Aquí, Del Toro es capaz de conjugar lo más oscuro —algunos momentos son puro cine de horror— con lo más tierno, sin miedo a lo cursi, incluyendo canciones puras y desnudas, y mostrando a la vez la tristeza, el miedo y la aceptación frente a la muerte, respetando los pasajes clave de la obra original, pero sustituyendo el mundo de golosinas por un durísimo segmento militar. ‘Pinocho’ es una explosión de creatividad e imaginación, probablemente la obra más sincera y emotiva de Guillermo del Toro, una de sus mejores películas, y dentro de una filmografía como la suya, no es poco decir.
.
Ver todos los comentarios en https://www.espinof.com
VER 10 Comentarios