Después de una temporada de "origen", ya tenemos al abogado en pleno derecho
Casi tres años, que se dice pronto, es lo que hemos tardado en que llegue a nuestras pantallas la temporada 2 de 'Perry Mason'. El abogado interpretado en esta encarnación por Matthew Rhys regresa a HBO Max abrazando, agradecidamente, sus señas de identidad.
A pesar del paso del tiempo en la vida real, en la serie apenas han pasado unos meses desde el sabor agridulce que dejó la resolución del caso de Emily Dodson. Mason tiene montado su propio bufete junto con Della (Juliet Rylance) y Paul (Chris Chalk) de investigador.
Cambio de guardia
Una de las razones por las que tenía más curiosidad por ver estos nuevos episodios de la serie es por el cambio que se había producido en la sala de guion. El dueto formado por Rolin Jones y Ron Fitzgerald daba paso a Jack Amiel y Michael Begler, cocreadores de una de las mejores series de la década pasada, el estupendo drama médico 'The Knick'.
A priori era un cambio interesante. No es que los primeros fueran mancos a la hora de escribir precisamente. De hecho, su acercamiento al longevo personaje (este año cumple 90 desde su creación) fue fascinante con la oscuridad impregnada y su amor por el noir. Sin embargo, había ciertas disonancias por aquí y por ahí que, sin que molestasen, necesitaban un lavado y, por qué no, darle cierto toque pulp a la ficción de HBO.
No es que de repente tengamos una nueva serie. Pero sí que tenemos una nueva etapa, ya presentada en la temporada anterior, en la que Perry ya ha evolucionado a un abogado de pleno derecho. En este sentido se nota que como personaje su hábitat natural son los juzgados.
Algo de lo que podríamos decir que huían Jones y Fitzgerald con ese pretexto de presentar el origen del abogado en sus días de investigador. Sin embargo, Amiel y Begler no tardan en meterle en un caso (de lo civil, lógico después del fiasco de la temporada anterior) en lo que vamos viendo cómo se va cociendo el que será el gran juicio de la temporada 2: el asesinato de un poderoso hombre y la detención de dos muchachos hispanos como sospechosos.
Mejorando lo que ya era bueno
En líneas generales, la temporada 2 se nota mejor hecha. No es que las mejoras sean notorias, sino que se encuentran en los matices. Los reajustes que ha habido entre temporadas han sido más de apretar alguna que otra tuerca, reforzar los puntos fuertes y solucionar algún que otro eslabón débil.
Esto en la práctica se traduce en una optimización en caracterización de los personajes (a los que les da un peso prácticamente similar al de Mason) y en incluso desarrollar mejor esta Los Angeles de los 30 más allá de los tópicos del pulp y del noir.
'Perry Mason' se nota, en estos nuevos episodios, que tiene una dirección más clara en qué es lo que quiere contar y en lo cohesivo de la historia. Esto siempre ayuda, sobre todo cuando jugamos en un terreno como es el del judicial, donde las narrativas tienen que estar lo suficientemente claras a pesar de las ambigüedades, complejidades y los dilemas éticos que podamos encontrar.
En definitiva, aun con sus imperfecciones por aquí y por allá, el drama protagonizado por Matthew Rhys vuelve a demostrar por qué fue una de las mejores series en su año inaugural y tiene todas las papeletas para volver a reclamar un puesto entre nuestras favoritas.
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