En un principio no tenía pensado incluir ‘Gamer’ (Mark Neveldine, Brian Taylor, 2009) en esta sección de películas ridículas. El film es un bodrio de proporciones cósmicas, sin ningún tipo de interés artístico, sociológico o de cualquier otra índole; no hay en ella un sólo elemento salvable, es un sufrimiento de menos de hora y media que hace creer que la muerte del cine está cerca. Pero pensando un poco en ella después de su tortuoso visionado, se encuentran instantes delirantes en su loco argumento, tratado de igual forma por sus dos máximos responsables: Mark Neveldine y Brian Taylor, los mismos tipos que hinchan el pecho por haber dirigido las dos películas de la saga ‘Crank’.
Curiosamente ‘Gamer’, siendo posterior a ‘Crank: alto voltaje’, se ha estrenado antes en nuestras salas, mientras que el film protagonizado por Jason Statham aún duerme el sueño de los justos, esperando una nueva fecha de estreno, que a este paso no se producirá. Mientras rezamos por ello, nos ha tocado disfrutar de la tercera película como directores, de dos sujetos que van camino de convertirse en auténticos terroristas del séptimo arte.
El argumento de ‘Gamer’ —toma nota de originalidad, la película va sobre un videojuego, y la titulan ‘Gamer’, comiéndose el coco, sí señor— recuerda sobremanera, primero a un film reciente: ‘Death Race’, que comparte con el mismo la condición de bodrio soberano, pero sobre todo a un film de los 80 protagonizado por Arnold Schwarzenegger: ‘Perseguido’ (‘The Running Man’, Paul Michael Glasser, 1987), de la que prácticamente se puede considerar un plagio. Un condenado a muerte es usado como conejillo de indias en un videojuego de clamorosa respuesta popular. Por supuesto es inocente del delito que se le acusa, y cómo no, se convierte en la máxima estrella del juego, el cual consiste en un grupo de soldados disparando a diestro y siniestro en un campo de batalla, dichos soldados están dirigidos realmente por un jugador que los hace caminar, disparar y pelear desde el mundo exterior. Si un soldado llega a 30 batallas superadas, conseguirá el indulto.
Por supuesto, y a pesar de que la premisa recuerda sobremanera a los films mencionados, sus responsables intentan encuadrarlo todo dentro del universo de los videojuegos, ese mundo multipoblado que crece y crece, y que por momentos vive emparejado al cine, el cual se ha dejado influenciar, sobre todo estéticamente, y viceversa. Da la impresión de que en ‘Gamer’ han querido unir los dos mundos en un imposible mezcolanza, queriendo satisfacer a dos tipos de público muy distintos. Por un lado, los amantes de loas buenos videojuegos, y por el otro, los amantes del cine de acción. Muchas veces ambos coinciden, pero me temo que en este caso no ha sido así. Desconozco por completo qué habrá sentido un aficionado a los videojuegos a la hora de ver ‘Gamer’, pero desde luego los que amamos el buen cine de acción —ése que nos han servido directores como John McTiernan, James Cameron, Richard Donner o Kathryn Bigelow—, nos hemos quedado con cara de idiota, sufriendo más que el pobre protagonista del film.
Y es que el injustamente infravalorado subgénero de acción está menospreciado incluso por parte de sus propios defensores. No llega, muy señores míos, el filmar una película que nos ofrezca una ensalada mal mezclada, de hostias, persecuciones, explosiones, y efectos visuales sin parangón, no. El cine de acción necesita lo mismo que cualquier otro género, un guión mínimamente decente, y un realizador que sepa mantener el tono y enfoque de la historia, y a ser posible que ponga algo de pasión en el asunto. Porque si de algo peca ostentosamente ‘Gamer’ es de una total y absoluta falta de garra por parte de sus dos directores, que se creen que con dejar que la cámara sea manejada por un enfermo de parkinson, ya han conseguido ritmo. Por no hablar de la alarmante falta de coherencia en su historia.
Una historia que podría haber escrito mi perro —que es mucho más inteligente que algunas personas que conozco, dicho sea de paso— en una noche de descomposición. Claman al cielo los despistes del villano de la función, que tiene todo un entramado plan para hacerse con el mundo, y se olvida por completo del chaval que maneja desde su casa a Kable, el protagonista del juego. Ése quizá sea el más llamativo, aunque le sigue de cerca el hecho de que del juego se puede salir con una facilidad pasmosa —el detalle del combustible para una furgoneta es lo más forzado que se ha visto en años en este tipo de cine—, o la facilidad con la que desenmascaran al villano, cosa que podrían haber hecho mucho antes. Detalles que le restan credibilidad a lo narrado, y donde las ínfulas de denuncia hacia la sociedad, que hay en el inicio, se van desinflando de sopetón, para caer en una burda apología del ojo por ojo y diente por diente.
De lo que indudablemente puede presumir ‘Gamer’ es de contener un reparto más que decente, y desaprovechado al 100%. Gerard Butler es un actor que necesita de personajes mejor dibujados, y también cambiar de agente. Kyra Sedgwick descansa de la premiada ‘The Closer’ para hacerse cargo de un personaje más vacío que las propia película. Alison Lohman quedó medio tocada de su experiencia con Sam Raimi en ‘Arrástrame al infierno’ (‘Drag me to Hell’, 2009) y tiene cara de seguir viendo diablos por todas partes. Michael C. Hall —grandioso en ‘Six Feet Under’ y ‘Dexter‘— se esfuerza por resultar lo mejor de la película, pero su labor queda reducida a hacer literalmente el payaso, y si no, atención a cierto numerito musical en el que suena el glorioso I´ve Got You Under my Skin, interpretado por Sammy Davis Jr. De vergüenza ajena.
‘Gamer’ fracasa por completo en haber querido reunir dos mundos que, aunque beban el uno del otro, tienen sus propias reglas. Como película es un chiste, como videojuego es de los aburridos. Curiosamente no está basada en ninguno en concreto, aunque se pueden ver las referencias a muchísimos de ellos, así que esta vez no puedo decir aquello de que no hay una buena película salida de un videojuego, pero sí es evidente que los intentos de fusión entre ambos mundos no han funcionado, y tal vez deberían dejar de intentarlo. ‘Gamer’ no es cine, y tampoco lo otro.
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