El anuncio de la nueva adaptación de ‘American Psycho’ de Luca Guadagnino llega demasiado tarde, porque ya hay una película que ha pasado por cartelera para mostrar la verdadera cara de ganador de las elecciones de EE.UU. Con ‘The Apprentice: la historia de Trump’, Ali Abassi vuelve de alguna manera a sus raíces de cine de terror, explorando una personalidad con infinito poder y al mismo tiempo haciendo una reproducción de la creación de un monstruo según el cine de género.
Aparecida en video on demand en plenas elecciones, esta tremenda píldora de cine punk es un antídoto imprescindible tras la ola de fantasías neoliberales encriptadas como biopics que nos han llegado en los últimos tiempos. biografías de fundadores tecnológicos como Mark Zuckerberg de Facebook, en ‘La red social’ (2010) y Steve Jobs de Apple, en ‘Jobs’ de 2013 y ‘Steve Jobs’ en 2015. Todas las ficciones de americanos mediocres dispuestos a cualquier cosa cambio del éxito, pactos con el diablo que se tratan como hazañas en ‘Nightcrawler’ (2015) o aunque no lo parezca, en la misma ‘El lobo de Wall Street’ (The Wolf of Wall Street, 2013).
Estafas con moraleja, epopeyas sobre el mal de acumular dinero que en el fondo quieren contar lo divertido que es, invasión de historias de marcas, productos y timadores de postín. ‘Gold: la gran estafa’ (Gold, 2016) ‘Barry Seal: el traficante’ y ‘El fundador’ (The Founder, 2016), 'Air' (2023), una ola de cine neoliberal en la que parece que lo más interesante son los entresijos y negociaciones. 'The Apprentice' parece la respuesta guarra y sin glamour a la romantización del "comportamiento tiburón", una consecuencia.
La semilla del diablo
Abassi narra la historia de formación de Trump como una especie de creación del monstruo de Frankenstein, incluso orquestando alguna escena quirúrgica ("estética") con una planificación y puesta en escena desagradable, no diferente a la de algunas de las versiones del mito. Solo que aquí el monstruo no se rebela, sino que vampiriza a su creador, el abogado Roy Cohn y sus tres reglas, primera: “ataca, ataca y ataca”. Segunda: “niégalo siempre todo”. Tercera: “pase lo que pase, tu declárate ganador”. Las que ha seguido en todas sus campañas pero parece que ahora no le van a servir.
El Trump de la película se convierte en una torpe máquina del capitalismo que funciona por imitación, sin tener muy claras sus propias convicciones. Un engranaje sin sentido que se transmite sin propósito, más allá de la amoralidad como objetivo de supuesta supervivencia. Es interesante cómo la película no deja de pintarle como un patán, pero sin dejar de tener en cuenta su capacidad para hacer el mal, pese a que ni siquiera muestre el pésimo final de todos sus proyectos, sus casinos fallidos, sus bancarrotas, su absoluta incapacidad para tener verdadero éxito.
Por ello, ‘The Apprentice’ funciona también como estupenda precuela de ‘The Art of the Deal' (2016), la peli "perdida" que Trump habría hecho sobre su propio libro, una sátira de Funny or Die interpretada por Johnny Depp que muestra cómo el presidente es capaz de vender sus fracasos como éxitos, mucho menos abierta, aunque no menos ridícula, y que ya tenía el germen de la relación del ex Presidente con Roy Cohn. En un momento de la película, Abassi sugiere que en el mundo yuppie tan solo se podría presentar a Presidente de los Estados Unidos quien ha fracasado tratando de mantener su riqueza.
American Ugly
Algo que tiene sentido histórico y que está en sintonía con el comentario político habitual de la serie ‘Succession’, de la que también de alguna forma puede funcionar como precuela, más allá de la presencia de Jeremy Strong o su estilo narrativo semidocumental similar, ya que en un momento llega a conocer al mismísimo Rupert Murdoch, el magnate de la comunicación que acabaría elevándolo hasta la Casa Blanca y en quien se basa el personaje de Logan Roy.
Pero en su centro no está tanto el interés político sino la motivación de Trump, más interesado en el propio proceso de negociación que en los resultados de esta, como si fuera un títere que repite tristemente los supuestos que debe profesar un hombre de negocios respetable, obsesionado por estar a la altura de su padre (precisamente por estar en una cultura y familia de constante competitividad sin motivo), siendo absolutamente incapaz de conseguirlo por sus propios medios, lo que le emparenta, irónicamente, con el arco de Kendall Roy, a quien interpretaba Strong en la serie de HBO.
También expone de forma cristalina la personalidad de Trump embebida en un fango de masculinidad tóxica, mostrando las relaciones como fin social, el uso del sexo como estatus de poder, como expone la violación a su ex mujer Ivana, representada según la propia declaración real de los hechos de su biografía. Una escena que pone a Maria Bakalova en una incómoda prolongación de su "momento Guiliani" en la secuela de ‘Borat’, en la que se exponía al asesor de Trump en las elecciones de 2020, para mostrar que dentro de esa calaña política la mirada machista sigue siendo el recorrido habitual, lo que no deja de tener un sardónico reflejo en las víctimas más perjudicadas en esta elección, las mujeres.
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