Francia contuvo el auge de Marine Le Pen, pero ha estado más cerca que nunca de conseguir alzarse al poder. La ultraderecha siempre ha sido una amenaza en Francia, pero en los último años su presencia se ha recrudecido al tiempo en el que la represión en los barrios obreros de París se ha encrudecido. En 2022, Netflix estrenó una película francesa de acción épica que no tardó en llamar la atención por su intensidad narrativa y su pericia cinematográfica en un prólogo antológico.
Dirigida y co-escrita por Romain Gavras, ‘Atenea’ (Athena, 2022) es una obra incendiaria y rabiosa que se adentra en el corazón del malestar social en los barrios marginales, las revueltas por los asesinatos a manos de la policía y los habituales rugidos sociales que piden derechos combatiendo en las calles. Si bien esto ha aparecido en películas de ficción como ‘El odio’ o ‘Frontières’, ahora hay todo un murmullo social que se está reflejando en películas como esta.
También en Netflix, está ‘Bac Nord’ y en los cines tenemos ‘Los indeseables’, otra muestra de cine comprometido, de vida en los suburbios donde la lucha contra los antidisturbios es el pan de cada lunes. Incluso el cine fantástico refleja esta turbulencia, como la secuencia introductoria para presentar al personaje de ‘Lluvia ácida’ o todo el desarrollo de la divertida ‘Vermín: la plaga’, cuyos protagonistas podrían ser los mismos que hacen barricadas en esta ‘Atenea’.
Lucha política con fuego y adoquín
Cócteles molotov, piedras, porras, disparos con pelotas y lazos familiares en medio del caos, en una secuencia de apertura que sigue siendo una de las piezas audiovisuales imprescindibles del cine europeo desde 2022, que sirve como testimonio del compromiso del resto con la narración puramente visual. Incendiaria en sentido literal y figurado, ‘Atenea’ es casi un complemento-secuela de ‘Les misérables’ (2019), que cuenta con el mismo guionista. El resto de la película, pese a no estar a la altura de sus 15 primeros minutos, es una verdadera bomba.
La narración se desarrolla tras la trágica muerte de un joven llamado Idir, que provoca una revuelta en el complejo de viviendas suburbanas conocido como Athena. La trama gira en torno a tres hermanos, Abdel, Karim y Moktar, cada uno de los cuales responde de forma diferente a la agitación que envuelve a su comunidad. Abdel, un soldado argelino-francés, intenta mantener la paz y el orden, mientras que Karim lidera a los jóvenes en una rebelión, y Moktar se ve atrapado en el fuego cruzado al intentar sortear sus trapicheos de drogas.
‘Atenea’ transcurre casi en tiempo real en el conflicto, pero en las relaciones entre hermanos reside el reflejo de cuestiones contemporáneas como la lucha de clases, el racismo y el colonialismo. El retrato que hace la película de la comunidad en crisis sirve como microcosmos de tensiones sociales que salen de los límites de esa zona de guerra que Gavras no rehúye en describir de forma cruda y descarnada.
El siniestro apunte sobre el auge de la extrema derecha
Enfrentamientos que permiten brillar a los aspectos técnicos de la dirección de Gavras, con un enfoque realista pero dinámico que crea una atmósfera envolvente de fuego y escombros en un laberíntico escenario. El impacto de la película fue desigual, primero tuvo bastante conversación cuando se estrenó mundialmente en el 79º Festival Internacional de Cine de Venecia, pero su audaz retrato de una comunidad al borde del colapso se quedó algo huérfano en su paso a streaming.
El estreno por debajo de la alfombra en la plataforma más célebre se chocó con la insensibilización de la audiencia al "contenido" que no le aporte interacciones por comentarlo en público, lo que se agrava con el pasotismo generalizado de los medios especializados. Sin embargo, dos años después demuestra que sigue suscitando debates y reflexiones sobre los temas que presenta e incluso algunos están más candentes dos años después que en el momento de su estreno.
Sea como sea, ‘Atenea’ es una obra cinematográfica destacable, que muestra verdades incómodas que no están en conflicto del entretenimiento, las explosiones sirven como catalizador para el diálogo de su discurso con la realidad, incluso en su pequeño epílogo que muestra el visionario germen de una ultraderecha jugando a la falsa bandera para conseguir la confusión, el miedo y la condena social a los altercados de un sector de la población que se defiende cuando el gobierno los abandona.
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