'Paterson', el encanto de lo cotidiano

Son unas cuantas las películas estrenadas durante el pasado Festival de Cannes que cualquier cinéfilo que se precie que tuvo que apuntar en su agenda de visionados imprescindibles cuando llegasen a los cines de su país. Poco a poco vamos teniendo la oportunidad de verlas todas en España, y si este pasado fin de semana fue el turno de la excelente ‘La doncella’ (‘Ah-ga-ssi’), ahora toca centrar nuestra atención sobre ‘Paterson’.

El mero hecho de ser el nuevo trabajo tras las cámaras de Jim Jarmusch ya debería ser motivo más que suficiente para sentir, como mínimo, curiosidad hacia 'Paterson', pero en ella también podremos ver a Adam Driver en su primer papel protagonista tras dar vida a Kylo Ren en la saga Star Wars. Un dúo que se prestaba a esperar grandes cosas de la película y lo cierto es que así ha sido, apostando por una impecable sencillez que nos va conquistando casi sin darnos cuenta.

Atrapando el tiempo

‘Paterson’ nos muestra una semana en la vida de su protagonista, un conductor de autobús con cierto talento para la poesía que vive en una localidad con su mismo nombre. Ese combo se prestaba a mostrar a alguien atormentado que no ha logrado alcanzar sus sueños, pero lo cierto es que Paterson no es alguien ambicioso. De hecho, todos los días serían el mismo si de él dependiera, pero hay otras personas a su alrededor que van modificando su rutina.

Viendo la película no pude dejar de pensar en ‘Atrapado en el tiempo’ (‘Groundhog Day’), lo único que aquí lo que se repite no es el día con el protagonista intentando salir del bucle, sino que Paterson es el bucle de la película que todo lo que le rodea va modificando en mayor o menor medida. Es que ni tan siquiera tiene un móvil, por lo que perfectamente podría estar viviendo en otra época sin notar grandes cambios en su estilo de vida.

Sin embargo, Jarmusch no cree que su protagonista esté vacío, sino que echa mano de su modo de entender la vida para incidir en la sencillez de la misma, sacando todo el jugo posible a los pequeños cambios que van apareciendo y a los que Paterson ha de ir haciendo frente, normalmente adoptando una actitud pasiva que en ciertos casos podría resultar desesperante. Eso no sucede aquí en gran parte por la tan estupenda como delicada interpretación de Driver.

Driver es el principal responsable de que Jarmusch pueda mostrar el lado más encantador de su protagonista sin caer en exceso alguno. Eso le permite balancearse entre la comedia y el drama con una naturalidad que desarma, logrando que incluso situaciones un tanto excepcionales -impera lo cotidiano, pero incluso en nuestro día a día pasan cosas singulares- encajen como un guante en lo que va sucediendo.

’Paterson’, excelente sencillez

La poesía que compone Paterson funciona un poco a modo de hilo conductor, no tanto en lo argumental -aunque también- como en el dibujo del tono de la película. Su contenido, habiendo espacio incluso para una simple caja de cerillas, ya marca la querencia por lo cotidiano, mientras que la forma de expresarlo lo dota de un encanto colindante con lo lírico pero que nunca busque tener un toque mágico.

En realidad, Jarmusch busca la belleza de lo real, pero no mediante la construcción de planos paisajísticos o que muestren un gran dominio del apartado técnico, sino mostrando al protagonista y viendo cómo interactúa con su contexto vital. Sí que consigue evitar la temida languidez, la cual podría haber hecho acto de presencia con asombrosa facilidad, y que uno saboree con calma lo que le va mostrando.

Sí que podría decirse que está todo al servicio de Driver, ya que la aportación del resto de personajes va más en la línea de subrayar al protagonista que de cualquier otra cosa. La cuestión es que todos ellos tienen también un sabor a real que impide que eso juegue en su contra, desde la novia con multitud de proyectos hasta el compañero de bar enamorado y no correspondido.

Todo ello sin perder nunca la sensación de suspensión en el tiempo y de que Paterson va a seguir siendo así, una persona que sólo deja atrás sus costumbres cuando poco menos que no le queda otro remedio y que luego no necesariamente va a acabar en mejor lugar por hacerlo. Todo ello con un encanto difícil de describir pero que hace que incluso el acto más cotidiano sepa lo suficientemente diferente como para que uno acabe rendido ante la película.

En definitiva, ‘Paterson’ es una pequeña gran película que hace de la sencillez su emblema para que uno se encariñe con su protagonista y el resto de personajes y salga de la saga con una sensación de satisfacción que nada tiene que ver realmente con lo que sucede, sino en la forma de Jarmusch de retratarlo y en el magnífico trabajo de Adam Driver. No os la perdáis.

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