'Parliament' ('Parlement'), la comedia política francobelga que podemos ver en Filmin, comienza con una gran celebración. No la famosa orgía que saltó a la palestra hace unas semanas pero sí un desfase en las oficinas de eurodiputados celebrando el Brexit. En este escenario, el de una Unión Europea que se fragmenta, arranca Noé Debré esta ficción.
Coproducida entre Francia, Bélgica y Alemania y rodada principalmente en francés e inglés (imprescindible verla en VO), la serie nos introduce en el día a día de la institución a través de los ojos de Samy (Xavier Lacaille), un joven asistente que va a trabajar en el Parlamento Europeo a las órdenes de un eurodiputado francés incompetente.
Claro, el asistente tampoco es un lumbreras y sus conocimientos sobre política y burocracia en estas instituciones son muy limitados. Con su ingenuidad acabará tramitando una enmienda sobre la pesca y la práctica de arrancarle las aletas a los tiburones. Algo con el que deberá capear a diputados de toda Europa (españoles, más en concreto) y a la misteriosa y manipuladora Ingeborg (Christiane Paul) para sacar adelante en solo seis meses.
Bienvenidos al caótico mundo de la política europea
Viendo 'Parliament' uno puede llegar a explicarse muchas cosas, incluyendo las menciones a tecnología punta como el Netscape 4 en los textos del Brexit. En este sentido creo que Debré y su equipo de guionistas toman una decisión fácil pero eficaz al simplemente rendir a sus protagonistas con un "esto es así" a la hora de que veamos el de qué sirve estas instituciones supranacionales.
Pero no es una serie euroescéptica. Creo que Debré y compañía dejan claro que aun con lo mal montada que parece estar, el proyecto de la Unión Europea es uno que merece la pena perseguir. Su sátira política se deleita en el caos burocrático y funcionarial así como en los piques y tópicos entre países pero se reviste de azul y estrellas doradas para cerrar.
Mas allá de la sátira a la política a un nivel europeo, 'Parliament' navega por multitud de tonos y termina quedándose un poco en tierra de nadie. Parece que quiere contentar a todo el mundo y tan pronto es una burla a las instituciones, los altos funcionarios y representantes (a nosotros los españoles nos dan un par de palos estupendos) como una mala comedia romántica.
Una mezcla menos contundente de lo esperado
Esta deriva entre la romcom, la comedia de oficina y la sátira política no termina de estar fina en ningún momento, dando la sensación más de mezcla que de esquizofrenia. Tanto es así que en un momento dado, ya hacia el final, tenemos un innecesario soliloquio sobre circunstancias varias de las distintas nacionalidades de la Unión que queda algo muy pedante. Debré necesitaba decirlo y ha encajado como ha podido el discurso porque sí.
Hay pequeñas cosas de este estilo, por aquí y por ahí, que hace que 'Parliament' acabe sintiéndose como algo menos contundente de lo que nos hubiese gustado (para entendernos, está a años luz de 'Veep' e incluso 'Vamos Juan'). Aún así, es una serie que nos hará pasar unos buenos momentos divertidos.
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