Verano de 1969. Todo el mundo está pendiente del primer alunizaje. Millones de personas están pegados frente al televisor para ver cómo el hombre llega a la luna. Tras pisar la superficie lunar, el astronauta dedica unas primeras palabras al triunfo del estilo de vida marxista leninista. Los rusos llegaron primero.
Así comienza 'Para toda la humanidad' ('For all mankind'), la ucronía creada por Ronald D. Moore ('Battlestar Galactica') junto con Matt Wolpert y Ben Nedivi para Apple TV+. La serie, que tiene confirmada una temporada 2, parte de una premisa sencilla: qué hubiera pasado si la carrera espacial nunca hubiera terminado y si los rusos hubieran llegado a la luna un mes antes que el Apolo 11.
Sobre el papel, la serie lo tiene todo para conquistarme ya que me das una cosa de historia alternativa y firmo a ciegas y, además, 'Battlestar Galactica' me parece de las mejores series de lo que llevamos de siglo (y de la historia). Sin embargo, vistos los cinco primeros episodios (los emitidos hasta el momento), lo mejor que se puede decir es que estamos ante una serie excesivamente sobria.
De hecho, el primer episodio, escrito por el trío creador de Moore, Wolpert y Nedivi encapsula perfectamente a lo que me refiero. Es un episodio dedicado a mostrar la frustración de la NASA y del protagonista de la serie, Edward Baldwin (Joel Kinnaman), tripulante del Apolo 10, misión que se quedó a las puertas de aterrizar porque no era su propósito.
Houston, tenemos un problemilla
Durante estos primeros episodios veremos cómo la NASA reacciona para volver a ser relevantes en el espacio en una serie ambientada sobre todo en la base de la NASA en Houston con Chris Bauer como Deke, director de operaciones de vuelo; y Wrenn Schmidt como Margo, protegida del líder del proyecto Apolo Wernher Von Braun (Colm Feore), entre otros.
El gran error de Moore y compañía a la hora de desarrollar la serie es el de despojar a la historia de todo atisbo de sentido de la épica. El guion es monótono, no hay alteraciones, no hay subidas de intensidad. Es como escuchar continuamente un solo en un adagio 4/4 piano completamente inamovible tanto en tempocomo en intensidad. La melodía puede estar bien, pero queda aburrida y cansa.
Un ejemplo perfecto lo vemos precisamente al final de ese primer episodio, con la accidentada llegada del Apolo 11 a la luna. Un acto, el de la incertidumbre de dicho viaje y el destino de los tripulantes tras haber perdido el contacto con la Eagle, en el que la tensión brilla por su ausencia. Esto crea una sensación de indiferencia terrible.
La opción de los guionistas en estos primeros episodios de ‘Para toda la humanidad’ es la de crear un panorama y una sensación derrotista (algo que a Moore se le da bien) porque Estados Unidos está perdiendo la carrera espacial y ha pasado a ser una parte reactiva: los rusos hacen esto, nosotros no podemos permitirnos no hacerlo.
Esto no ayuda a hacer de la serie algo atractivo para el espectador, sobre todo cuando su mayor aliciente (ese factor de historia alternativa) no está tan presente como podríamos imaginar. Es más, uno se puede olvidar fácilmente que hay una “carrera espacial” en marcha no porque aborden temas más interesantes, sino porque no se demuestra que existe dicha carrera más allá de un “los soviéticos bla bla bla” en algún diálogo suelto.
Episodios excesivamente largos y tramas inconexas
Mención aparte merece el personaje de Aleida (Olivia Trujillo), centro de la historia de una familia mexicana que emigra a EEUU y que, si bien se intuye que será un personaje importante en algún momento de la serie (está obsesionada con el tema espacial), en estos cinco episodios su trama aparece como un pegote para lograr llenar los sesenta y poco minutos de cada episodio.
Es muy fácil tirar la toalla con esta serie. Demasiado. Es una serie que bordea (y traspasa) continuamente la línea entre la cocción de la trama a fuego lento y la lentitud y, de hecho, incluso con cosas muy prometedoras como la primera selección de mujeres astronautas, se vuelve enseguida tediosa.
En mi caso, si no es porque a la hora de ponerme a ver ‘Para toda la humanidad’ tenía a mano los cinco primeros episodios, hubiera abandonado la serie en cuanto se me hubieran agotado los capítulos para ver. Creo que pide muchísima paciencia y el hecho de que quería que la serie me gustase ha hecho que me haya estado agarrando a pequeñas cosas para animarme a ver otro más.
El quinto es el primer episodio que hace que tenga ganas verdaderas de ver el siguiente… y eso es “lo otro” mejor que puedo decir de una serie que podía haber tenido mucha más fuerza de la que tiene.
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