La reciente muerte de Christopher Lee ha hecho que muchos queramos rendir nuestro particular homenaje a uno de las mayores leyendas de la historia del cine de terror. Mi compañero Sergio lo hizo con una crítica de 'Drácula', la película que le convirtió en una estrella, mientras que Alberto nos habló de ‘El justiciero rojo’ (‘La vergine di Norimberga’, Antonio Margheriti, 1963) y yo opté por saldar una vieja cuenta pendiente con él y con el cine de terror español al visionar por primera vez 'Pánico en el Transiberiano' (Horror Express).
Fueron varias las ocasiones en las que Lee se puso a las órdenes de un director español, algo que sin duda sería más sencillo que en el caso de otras estrellas internacionales al hablar con fluidez nuestro idioma, pero ninguna está en condiciones de competir con el prestigio de 'Pánico en el Transiberiano', una estimable adaptación no reconocida del mismo relato que sirvió como base para 'El enigma de otro mundo' (The Thing from Another World) y 'La Cosa' (The Thing) que, eso sí, no alcanza el nivel de otras cintas protagonizadas por Lee.
'Pánico en el Transiberiano', más británica que española
Cuando uno lee que el reparto de una película está encabezado por Christopher Lee y Peter Cushing debería tardar bien poco en pensar en las producciones que protagonizaron para la Hammer, donde coincidieron por primera vez en 1957 en 'La maldición de Frankenstein' (The Curse of Frankenstein). Lo cierto es que a punto estuvieron de no volver a colaborar en 'Pánico en el Transiberiano', pues poco antes del comienzo de su rodaje había fallecido su esposa Violet Helene Beck y fue el propio Lee quien logró convencerle para no abandonar la película en el último momento.
La cuestión es que la presencia de Lee y Cushing podría haber quedado como un simple medio para que esta co-producción entre España y Reino Unido lo tuviera más sencillo a la hora de venderse en otros mercados, pero 'Pánico en el Transiberiano' se distancia tanto formal como visualmente de los lugares comunes del cine de terror español de la época -una de las cosas que más me agradecí fue que no se abusara de los zooms, uno de los grandes males de la época-, y encima se hizo contando con un presupuesto ajustado que no fue realmente la causa de que la práctica totalidad de la acción transcurriera en el interior de un tren.
De hecho, la única condición que Eugenio Martín, director de la película, recibió por parte del productor fue que debía utilizar una costosa maqueta de un tren que había adquirido para el rodaje de 'El desafío de Pancho Villa' (Pancho Villa), también realizada por Martín. Tras descartar otras ideas como la historia de un circo que viajaba a bordo, Martín colaboró en la creación del guión sobre una misteriosa criatura encontrada por un antropológo inglés que la transporta en el Transiberiano sin tener que sufrir ninguna intromisión de importancia por parte del productor.
Una vez salvado el “obstáculo” del tren, Martín tuvo bastante libertad para hacer y deshacer a su gusto, algo que se percibe en la consistencia de 'Pánico en el transiberiano', una cualidad característica de sus inmersiones en el cine de género -no dudéis en echarle un ojo a 'Hipnosis' si tenéis la oportunidad de hacerlo, pues es una pena que esté tan olvidada-, aunque aquí optó por plegarse a un estilo que permitiese potenciar la relación superficial de la película con una producción Hammer.
Virtudes y defectos
Es evidente que Martín contaba con una serie de limitaciones que impiden que el acabado formal de 'Pánico en el Transiberiano' ayude a crear una brillante atmósfera de suspense, pero parece que él mismo era consciente de ello, por lo que no dudó en introducir pequeñas dosis de humor bastante efectivas -maravillosa la réplica de Peter Cushing cuando su personaje y el de Lee reciben la acusación de poder ser unos monstruos-, mientras que la unión entre terror y ciencia-ficción raya a un nivel más que aceptable para mantener intrigado al espectador.
Lo que sí resta un poco de entidad a 'Pánico en el Transiberiano' es la existencia de algunos personajes secundarios, que es donde mayor presencia tienen los actores españoles, que no terminan de funcionar demasiado bien. A decir verdad, más allá de Cushing y Lee, el reparto no brilla demasiado, e incluso ahí a un desaprovechado Telly Savalas y a un Alberto De Mendoza un poco pasado de vueltas en un personaje que parece inspirado en Rasputín.
No obstante, la incuestionable química entre los dos protagonistas y lo bien que sabe llevar el hilo central Lee en uno de sus primeros papeles tras, como él mismo dijo, librarse del encasillamiento como malvado gracias a su participación en la magnífica 'La vida privada de Sherlock Holmes' (The Private Life of Sherlock Holmes) resultan determinantes para que 'Pánico en el Transiberiano' nunca llegue a venirse abajo. No es, ni mucho menos, el mejor trabajo de Lee, pero sí ejemplifica muy bien algunas de sus principales virtudes como actor.
La cuidada puesta en escena de Martín, donde prima la sobriedad por encima de todo -algo que domina la función incluso durante los ataques del monstruo-, es otra de las claves, como también lo es la amenazante criatura -atentos sobre todo a su penetrante mirada-, cuyas apariciones son escasas pero muy efectivas, y dan pie también a una muy lograda escena en la que se llega a la conclusión de sus verdaderos orígenes.
En definitiva, 'Pánico en el Transiberiano' es un apreciable híbrido de terror y ciencia-ficción realzado por la presencia de Christopher Lee y Peter Cushing, contando además con un director que sabe lo que hace y que evita muchos errores/modas típicos del cine de terror español de la época. Vamos, que su visionado es una buena forma de rendir homenaje a Lee para aquellos que no quieran recurrir a uno de sus títulos más conocidos.
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