'Pamela: una historia de amor': la pesadilla de Pamela Anderson se convierte en un empoderante documental de Netflix que le permite tomar el rumbo de su propia narrativa

Si viviste los años 90, conociste el auge de Pamela Anderson, la vigilante de la playa más icónica, objeto de mil parodias y titulares absurdos, mito erótico para toda una generación y una de las primeras celebrities a las que Internet (y el sexismo inherente de la década) destrozó la vida para siempre. Para añadir sal en la herida, Hulu (aquí Disney+) estrenó el año pasado 'Pam & Tommy', en la que ella no tuvo nada que decir. Ahora, Netflix le permite volver a ser dueña de su propia narrativa en un documental que nos hará avergonzarnos de quien fuimos y tener esperanza por quienes seremos. No es poca cosa.

Vigilando la playa

'Pamela: una historia de amor' tarda en llegar al tema del vídeo robado porque no es lo que quiere contar. Desde el inicio hasta el final del documental es Anderson la que toma la voz y narra su vida no solo con sus declaraciones a cámara, sino también con sus diarios íntimos a los que la produción tiene acceso. Y es importante que el vídeo con Tommy Lee llegue ya avanzado el segundo acto, porque solo entonces podemos entender la magnitud de los hechos: robarle la vida a alguien que nunca ha podido contarla plenamente a su manera justo cuando por fin empezaba a ser feliz.

Es inevitable no rendirse a los pies de alguien que cuenta sus vivencias con crudeza, sí, pero también con naturalidad, como si los fantasmas del pasado ya no pudieran hacerla más daño. Y gran parte de la culpa es de unos medios de comunicación que en unos años 90 idealizados en el subconsciente colectivo por una absurda nostalgia se dedicaban a preguntar por sus pechos más que por su vida. Pamela Anderson no era una persona: Pamela Anderson eran dos implantes mamarios.

La actriz nunca tuvo control sobre sus decisiones, desde el primer abuso sexual que sufrió de pequeña hasta la recreación del peor momento de su vida adulta en 'Pam & Tommy' pasando por sus primeras apariciones en 'Playboy' o el rodaje, con Tommy Lee como espectador, de 'Los vigilantes de la playa'. Hay un momento en el documental en el que se resigna a ser una parodia de sí misma para sobrevivir. Es totalmente cierto: en la IMDb podemos ver todas las series y películas de calidad acorde con su presupuesto donde el único reclamo era su aparición enseñando más o menos cacho., como 'Costa rican summer', un curso de seguridad laboral ('Don't be a derk'), 'Superhero movie' o su propia serie de animación con el sello de Stan Lee llamada... 'Striperella'. Por suerte, 'Pamela: una historia de amor' no quiere que su legado sea el amargor de una Norma Desmond moderna y sabe cómo acabar por todo lo alto, dejando esperanza y un corazón calentito en el espectador.

Esperanzas furtivas

Aunque la estructura del documental y su material de archivo es espectacular, sí es cierto que, llegados a un punto, la presencia de los hijos de la actriz es más distractiva que interesante: es un punto de vista curioso, pero nunca llegan a aportar nada de interés y al final estorban más de lo que aportan. Es un punto menor, claro, en un documental transformador que permite a Pamela Anderson pasar de personaje a persona sin pervertir la personalidad que se ha creado durante años. Al final solo es alguien más tratando de sobrevivir y remar contra todo pronóstico.

Pamela también se revela como una adicta al amor y a los matrimonios, quizá buscando lo que siempre le faltó: amor propio. Ante una sociedad que tradicionalmente se ha reído de ella, la actriz se muestra pacífica, comprensiva y esperanzadora: un juguete roto que los años 90 maltrataron al gusto y después dejaron morir en el lodo de la nostalgia barata. Pero, precisamente, a sus 55 años, por fin puede hacer recapitulación, borrón y cuenta nueva, casi sin darse cuenta (ella misma dice que hace el documental solo "por hacer cosas nuevas" pero que probablemente no lo llegue a ver), preparando su propio futuro.

Pero 'Pamela: una historia de amor' no se olvida de quienes no están interesados en conocer a la persona tras el personaje, y solo quieren ver el documental por la polémica barata: la parte central del metraje habla, sí, de su relación con Tommy Lee, la cinta de vídeo robada y la posterior degradación de su relación con el rockero. Y, sobre todo, cómo el escándalo fue beneficioso para él como parte de un estilo de vida al límite, y pernicioso para ella, a la que, como mito erótico, se le exigía poder formar parte de las fantasías de todo el mundo siempre que no se la viera disfrutar con el sexo explícitamente. Pamela pasó de ser la amante de América al hazmerreír de una forma vertiginosa por culpa de algo en lo que jamás tuvo la culpa. Una vez más, otra mano dominaba su historia.

Internet fue un error

La filtración de la cinta sexual de Pamela Anderson y Tommy Lee, su posterior venta por catálogo u online y las bromas y justificaciones que aparecieron en todos los corrillos, debates y programas hacen que el remate en forma de serie de televisión en la que no pudo dar su punto de vista se sienta aún más injusto. 'Pam & Tommy', al margen de su calidad, era otro clavo en la vida de una persona que no para de repetir "Está pasando otra vez" con absoluta incredulidad, como no queriendo pensar en que su vida haya sido otra vez escrita por otras personas.

'Pamela: una historia de amor' es el retrato de una persona a la que la obsesión por la cultura pop y los famosos destrozó, que sigue enamorada del amor (ojo a ese momento en el que se ve en un vídeo al lado de Tommy Lee y necesita parar el rodaje) y por la que, como espectadores, solo podemos animar en su breve momento de resurgimiento, en unos minutos finales absolutamente fabulosos que consiguen elevar lo que, de otra manera, habría sido un simple pero competente documental.

Pamela Anderson ha conseguido una segunda oportunidad tras esta película: la de empezar la segunda parte de su carrera, una en la que no se vea obligada a hacer de ella misma en películas de infame presupuesto, sino en la que tiene la oportunidad de, por fin, hacerse valer. Dejar de ser el chiste favorito de los estadounidenses y convertirse en algo más que un mito sexual no es fácil, pero el tiempo y las sensibilidades, por suerte, han cambiado lo suficiente como para permitir que sea ella la que marque el devenir y la narrativa de su propia vida. Ahora ella tiene el timón, y soltarlo no es una opción.

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