Nacido en los últimos estertores del siglo XVIII y fallecido a mediados del XIX, el caso de John Brown es digno de estudio. Sobre todo en una época en la que el debate del racismo en Estados Unidos ha vuelto a saltar, violentamente, a primera plana. Un célebre predicador abolicionista que participó en la guerra fronteriza conocida como Bleeding Kansas con su milicia.
Ahora su historia salta a la pequeña pantalla con ‘El pájaro carpintero’ (‘The Good Lord Bird’), una miniserie de siete episodios cocreada por Ethan Hawke, basada en la novela homónima de James McBride que ha estrenado esta pasada madrugada Movistar+ (Showtime es la cadena original).
Joshua Caleb Johnson es Henry, también conocido como Cebolla (Onion), un joven esclavo rescatado por Brown (Ethan Hawke) a quien este confunde con una chica (creyendo que se llama Henrietta) y le regala un vestido. Henry se verá desde entonces en medio de la cruzada personal del violento predicador mientras recorren esta región del medio oeste estadounidense.
Ethan Hawke, además de protagonizar (y pasárselo de miedo con su desquiciado personaje) firma el guion junto a Mark Richard, quien lleva el control de una miniserie producida por Blumhouse. En la dirección vamos variando con nombres como Albert Hughes, Kevin Hooks, Darnell Martin, Halifaa Al-Mansour y Kate Woods.
Acompañando a Hawke y a Johnson, en el reparto también nos encontramos a Daveed Diggs, Ellar Coltrane, Hubert Point-Du, Beau Knapp, Nick Eversman, Jack Alcott, Mo Brings Plenty, David Morse, Steve Zahn, Maya Hawke, Wyatt Russell y Orlando Jones.
Un loco y un esclavo
‘El pájaro carpintero’ maneja con cuidado un peligro propio tanto de la ficción como del historiador: centrar la historia en el “héroe blanco”. Desde el primer minuto queda claro que John Brown es un extremista. Abolicionista, sí. Pero un radical, un loco y un violento. Ethan Hawke está potente y genial. Es un huracán arrollador que hace que a ratos podamos pensar que la serie va sobre él. Pero en realidad no.
La serie es una extrañamente épica historia de madurez y crecimiento personal por parte de un joven pícaro que intenta sobrevivir y comprender el mundo en el que está creciendo. La serie no se aparta por un instante de la figura del travestido Henry, que es testigo de las idas y venidas del predicador, de las contradicciones de la Estados Unidos de la época y del polvorín que es el país en vísperas de una guerra civil.
Una cuidada producción, generosa en presupuesto y que nos lleva por polvorientos caminos, establos, campamentos y ciudades, nos acompaña en una peculiar historia cuyo guion no da, apenas, respiro alguno.
El resultado es pura dinamita. La ficción es tan desquiciada como su protagonista, proporcionando un entretenimiento e incluso una diversión magnífica que nos lleva por donde quiere en una mezcla de western moderno y ficción histórica y comedia. No hay opción al aburrimiento sin descuidar el fiero retrato de la época, de sus personajes, de una realidad que a veces creemos, equivocadamente, extinta.
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