Pese a sus defectos, disfruté mucho con ‘Pacific Rim’, una película con la que Guillermo del Toro supo conectar con mi niño interior. Sin embargo, no estaba muy convencido de que eso fuera a suceder con su secuela tras el anuncio de que él se desvinculaba de la misma. No tengo nada especialmente en contra de Steven S DeKnight, y menos tras ejercer como showrunner de la primera temporada de ‘Daredevil’, pero sin Del Toro mi interés decaía de forma pronunciada.
El tiempo fue pasando y la campaña promocional parecía apuntar más a una especie de cruce entre la primera entrega y la saga ‘Transformers’, una mezcla que podía dar pie a un gran pasatiempo o a una auténtica catástrofe. Al final el resultado final de ‘Pacific Rim: Insurrección’ (‘Pacific Rim Uprising’) ha estado más o menos a mitad de camino de ambas opciones, ya que es un aparatoso espectáculo que al menos tiene cierto sentido del humor para que nunca llegue a resultar aburrida.
Un cambio de enfoque
La primera y más notoria evidencia de ‘Pacific Rim: Insurrección’ respecto a su predecesora es que DeKnight opta por deshacerse de ese tono más ceremonioso y dramático de la primera entrega que a veces funcionaba muy bien -el discurso del personaje de Idris Elba sobre cancelar el apocalipsis- y otras no termina de dar en la diana. Aquí eso se diluye de forma notable, a veces incluso de forma explícita a través de los diálogos.
De hecho, se recalca en más de una ocasión que el personaje interpretado por John Boyega no es igual que su padre. La primera funciona y sirve para darle un toque pícaro al personaje que invita a esperar grandes cosas de él, pero pronto descubrimos que los personajes de ‘Pacific Rim: Insurrección’ son un simple accesorio y que el guion no se va a preocupar demasiado por ellos. O reducidos a simples arquetipos o mero relleno por el que no merece la pena preocuparse.
Eso es algo que ya se percibe en cuanto hace acto de aparición Cailee Spaeny, quien al menos lo compensa con cierto desparpajo, y que va haciéndose paulatinamente más evidente hasta que se acaban hasta echando mano de giros absurdos para demostrar que lo único que les interesa es ver peleas entre robots gigantes. Ninguna pega sobre el papel en esto último, pero incluso para eso hay que saber cómo medirlo para que más allá de llamativos momentos puntuales, el conjunto despegue.
Mejor o peor, pero ‘Pacific Rim’ entendía eso e intentaba dar un mayor fondo dramático a la historia, mientras que aquí todo suena a una simple excusa en la que incluso se obvian los límites más sencillos de la lógica -hay cierto enemigo que debía estar moviéndose a un kilómetro por hora en un momento vital-. Y sí que “mola” lo de verles dándose de leches, pero ya se ha hecho otras veces mejor y aquí se confía demasiado en esos instantes más inspirados para servir como enganche hasta que llegue el siguiente.
‘Pacific Rim: Insurrección’, en su virtud está su límite
Lo que sí conviene destacar a su favor es que ‘Pacific Rim: Insurrección’ parece consciente de su naturaleza de entretenimiento absurdo y ocasionalmente incide en ello pero sin pasarse de la raya. En este punto tendían a fallar las secuelas de ‘Transformers’, ya que no sabían cómo aligerar la parte más trascendente sin caer en un humor lamentable que en vez de servir como contrapunto lo que hacía era hundir la película aún más.
Eso no sucede en ‘Pacific Rim: Insurrección’ y es algo muy de agradecer, pues es lo que impide que acabe siendo demasiado genérica y puntualmente confusa en lo referente al tratamiento de su argumento. El problema es que tampoco es memorable en nada como entretenimiento tontorrón -el guion de ‘Kong: La Isla Calavera’ estaba a un nivel similar, pero allí las escenas de acción era muy superiores- y en su apuesta por ser algo así se ha dejado por el camino lo que hacía a la primera algo diferente al maremágnum de blockbusters en el que vivimos.
Aparte, Boyega, incluso cuando el guion neutraliza lo que hacía más atractivo a su personaje durante los primeros minutos, consigue ser un protagonista mucho más estimulante que Charlie Hunnam, y eso ayuda a que todo resulte más llevadero. La reducción de metraje también juega a su favor y evita que el agotamiento haga acto de presencia, pero DeKnight no aporta nada de relieve que impida que acabe siendo otra más -ni siquiera el toque más cartoon está bien aprovechado-. Menos mala que muchas, pero sin nada memorable.
En definitiva, ‘Pacific Rim: Insurrección’ sirve para pasar el rato siempre y cuando no esperes otra película en la línea de la primera entrega. Aquí todo es más absurdo, en parte buscado y ocasionalmente efectivo, pero también limita mucho más las posibilidades de una película con unos personajes tan endebles que menos mal que está ahí el carisma de Boyega para mantenernos con cierto interés hasta que llegan las peleas de robots y criaturas gigantes.
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