Quedan apenas unos días para tener que decir adiós de forma definitiva a 'Ozark'. La estupenda serie de Netflix llegará a su fin el próximo 29 de abril con el estreno de la segunda parte de su cuarta y última temporada. Por mi parte, ya he podido ver los tres primeros episodios y no he quedado para nada decepcionado.
Como era de esperar, la serie retoma la historia donde se quedó el pasado mes de enero, es decir, con Ruth ansiosa de venganza tras lo sucedido con su hermano primo Wyatt. Eso lleva a que el primero de estos últimos siete episodios de 'Ozark' sea especialmente intenso y que luego toca encauzar el rumbo a partir de lo que sucede aquí.
Fiel a su estilo
Obviamente no voy a entrar en detalles sobre lo que sucede, pero sí destacar que es un episodio que funciona muy bien como aperitivo de cara a la inevitable cascada de acontecimientos que tendrán lugar de aquí al final de la serie. Y lo consigue sin renunciar a ese enfoque característico de la serie, esa quietud incómoda con la que el espectador siempre es partícipe de que las cosas se pueden torcer en cualquier momento.
De hecho, la violencia vuelve a estar circunscrita a explosiones puntuales, letales de necesidad pero sin que, al menos por ahora, tengan la continuidad necesaria para que cualquier cosa parezca inevitable. Eso es algo que casa muy bien con la actitud de Marty, ya que el personaje encarnado por Jason Bateman es especialista en gestionar situaciones de crisis, pero llega un punto en el que cada vez parece más imposible que logre mantener a salvo a su familia.
No obstante, la serie incide de nuevo en sus intentos por recuperar el control, aunque sin por ello dejar de lado las maniobras de Wendy para lograr mantener todo aquellos por lo que tanto ha luchado (y sacrificado). Eso incluso da pie a un choque dialéctico entre ambos que termina de dejar bien claro cuál es la postura de ambos y hasta dónde están dispuestos a llegar.
Inevitable vuelta a la oscuridad
Valga decir que la serie estaba siguiendo hasta ahora un aparente camino de la oscuridad a la luz, algo que incluso se veía refrendado con el uso que se hacía de la fotografía, pero esta tanda final de episodios se siente como una inevitable caída en la oscuridad total. Por ahora todo va sucediendo con cierta parsimonia, la misma que tendría realmente una habitación sin salida que va llenándose de agua poco a poco contigo dentro de ella...
'Ozark' no busca mostrar algo así de sopetón, sino mostrando cómo poco a poco todo va encaminado hacia un callejón sin salida. Por el momento no ha alcanzado el nivel de brillantez exhibido con todo lo relacionado con el inevitable sacrificio de Ben en la tercera temporada -ojo que su ausencia sigue teniendo bastante importancia aquí, no se han olvidado, ni mucho menos, de lo que pasó-, pero si que va creando el caldo de cultivo idóneo para ello. Ahí la serie de Netflix siempre ha sabido moverse muy bien.
Y es que 'Ozark' está llamada a tener un final infeliz, incluso para aquellos personajes principales que puedan llegar con vida a la aparición de los títulos de crédito iniciales. Desde el principio ha sido una serie ha sido una huida hacia delante, un intento de demostrar que la familia Byrde podía salir adelante en una situación imposible. Eso ha provocado muchos daños y ha llegado un punto en el que sus trucos ya no serán suficientes -ya el final del tercer episodio deja claro que Marty se ha visto desbordado por la situación-. Ruth ha sido la primera en verlo, pero es una mera cuestión de tiempo que ese sea el fin de los Byrde. Siempre quedó claro que tendría que ser así.
En resumidas cuentas
'Ozark' vuelve fiel a su estilo para allanar el camino de cara al final de la serie. Tras un primer episodio especialmente potente, toca reposicionar todo antes de que todo se precipite. Estoy deseando verlo y sospecho que muchos de vosotros también. Esperemos que sea una despedida a la altura para una de las mejores series originales de Netflix.
Ver 5 comentarios