En mi ciudad, A Coruña, hay un tipo que ha demandado a la productora de 'Ovejas Asesinas' porque el día del estreno de ésta en nuestro país (según la información de un periódico) se enteró de que la película iba exactamente de lo mismo que él había escrito con anterioridad, un guión que presentó en varios sitios y que de alguna extraña manera llegó hasta Nueva Zelanda y llamó la atención de Jonathan King, que es el artífice de la película en cuestión, considerando entonces mi paisano que había sido plagiado. Evidentemente, el beneficio de la duda existe, y también podemos llegar a pensar que la misma idea la pudieron tener dos personas completamente distintas cada una en cada extremo del globo.
Después de ver la película, sinceramente da igual cuál es la verdad. Porque si no ha sido plagio, pues aquí no ha pasado nada, pero si lo ha sido, habría que darle un cachete a mi paisano por tener una idea verdaderamente idiota, y un doble cachete al neozelandés por tener las santas narices de plagiar algo tan malo.
¿Y de qué va 'Ovejas Asesinas'? pues como muy bien sabéis todos, de unas ovejas en un pequeño pueblecito australiano, que son objeto de ciertos experimentos, que evidentemente y para que haya película, producen en ellas ciertos efectos secundarios, que no son otros que los de querer comerse a los humanos. Un reducido grupo de personajes, cómo no, encabezados por nuestro protagonista, el cual tiene fobia a las ovejas, tratarán de impedir una catástrofe.
La película tiene cierto (muy poco) sentido del humor, con la que el director trata de salvar la papeleta, y es que la propuesta no hay por donde cogerla. No hubiera pasado absolutamente nada sin King fuese un perfecto director de comedias, cosa que desde luego no parece que sea así. Los resultados en ese aspecto están apenas conseguidos, tal vez con el personaje central y con la idea de que le tiene un tremendo pavor a los pobres animalitos que nos dan lana, producido tal y como mandan los cánones del género, o sea, por un trauma infantil, convenientemente relatado en el prólogo. Eso, más algún chiste suelto que hay por ahí referente a alguno de los ataques de las dichosas ovejas, es indudablemente lo mejor de una película que fracasa en todos sus aspectos, y ya no sólo por lo temerario y poco serio de su idea original, sino por una falta de capacidad para desarrollarla impresionante.
Y es que el resto no son más que incongruencias e incoherencias penosamente montadas, sobre todos en las escenas de marras cuando las ovejitas entran en acción, momentos en los que la película se desmadra un poco, recordando, salvando las distancias, a ciertas cintas de la Troma, no escatimando en hemoglobina que salta a raudales cuando miembros y miembros son amputados. Todo ello ofrecido con muchísima torpeza, sin ningún sentido del ritmo y ya no digamos del suspense. Personajes secundarios que provocan verdadera risa de lo malos que son, y situaciones totalmente ridículas, montadas sin ton ni son, y filmadas sin ninguna personalidad.
Una mala película que en manos de un director más experimentado, o con las ideas más claras, hubiera sido algo realmente original, y no este pastiche que recuerda sobradamente a otras muchas cintas de genero, pero poniendonos ovejas en lugar de cualquier otro bicho. Podrían haberle sacado muchos más provecho al hecho de convertir un animal totalmente pacífico, tranquilo e inofensivo, en una máquina de matar. En lugar de eso, se han limitado a la casquería pura y dura, y encima sin apenas sentido del humor y mala leche, algo que el film pedía a gritos.