El notable éxito de títulos como 'Paranormal Activity' (Oren Peli, 2009) o 'Insidious' (James Wan, 2011) terminó de disparar el interés de Hollywood por hacer películas de terror de bajo presupuesto. Su enorme rentabilidad -sólo con lo que recaudan en su primer fin de semana de exhibición en Estados Unidos ya se convierten en triunfos económicos- ha multiplicado su número -y todo apunta que la cosa irá aún a más-, pero, por desgracia, no puede decirse lo mismo de su calidad.
Sin embargo, justo es reconocer que Michael Bay lleva ya más de una década produciendo cintas de este tipo a través de su sello Platinum Dunes y también que empezó de la mejor forma posible con el notable remake de 'La matanza de Texas' ('The Texas Chainsaw Massacre', Marcus Nispel, 2003). Lamentablemente, no sucede lo mismo en el caso de 'Ouija' (Stiles White, 2014), una película en la que lo único que da miedo es su alarmante falta de calidad.
'Ouija', jugando con la paciencia del espectador
Es habitual que las películas de este tipo menos interesantes empiecen con un prólogo más o menos potente -una cosa son las intenciones y otra los resultados- para que luego pasen muchos minutos sin que suceda prácticamente nada. Tengo claro que es una de las formas de mantener el presupuesto contenido, pero también que es un fraude al espectador, sobre todo porque los personajes y los diálogos son tan pobres e intercambiables que te da absolutamente igual lo que pueda ser de ellos e incluso te cansas de la propia amenaza antes de que realmente empiece a hacer sus maldades -y mover un tablero no lo cuento como tal-.
Como resultado de su ajustado coste, 'Ouija' opta por un reparto repleto de rostros poco habituales en la gran pantalla, pero con cierto recorrido en la televisión. En mi caso, sólo estaba familiarizado con Olivia Cooke, la gran protagonista, por su trabajo en 'Bates Motel' y he de decir que ni eso sirvió para que destacase por encima del resto, donde lo único que veía era a gente joven y guapa soltando frases con escasa convicción y reaccionando de forma anodina y, en demasiadas ocasiones, poco sensata ante lo que está pasando.
Un rasgo particular en el caso de 'Ouija' es que la mayor parte de su metraje cuenta con un trabajo de iluminación tan escaso que llega a dar la sensación de que Stiles White, su debutante director, quiere despistarnos jugando con la oscuridad como elemento para intentar acrecentar la sensación de miedo y de que algo inesperado va a suceder en cualquier momento. Quizá funcione en el caso de espectadores que padezcan una severa nictofobia, pero en mi caso sólo sirvió para hacerlo todo más confuso y, como resultado de ello, aburrido.
Terror de saldo
Una vez ha quedado claro que tanto el guión como la dirección y las actuaciones pueden calificarse como genéricas -y estoy usando una palabra con connotaciones mucho más positivas de lo que se merece-, la única esperanza que nos queda es que tenga al menos un puñado de escenas que se salgan de lo rutinario. No es el caso, pues únicamente la escena utilizada para el cartel que encabeza esta crítica consigue ser estimulante visualmente, mientras que los escasos diálogos con cierta credibilidad -tampoco esperéis gran cosa- están reservados para la fugaz aparición de Lin Shaye.
Seguro que muchos pensaréis que al menos la cosa ganará enteros durante su tramo final, que es cuando hay que darlo todo para dejar al espectador con un mejor sabor de boca -no tanto porque realmente les importe como por el hecho de que así es más fácil que piquen y también acaben viendo la probable secuela-, pero todo se hace muy cuesta arriba entre las torpezas del guión -aquí hay que tener en cuenta que Universal exigió que se regrabara la mitad de la película, lo cual se traduce en cambios a tutiplén que desajustan aún más todo-, el maquillaje deficiente y la falta general de garra de la puesta en escena.
En definitiva, 'Ouija' pertenece al, desgraciadamente, cada vez más amplio grupo de películas de terror hechas únicamente para esos espectadores dispuestos a ver cualquier producción de este tipo por el mero hecho de serlo. Luego incluso habrá quienes puedan disfrutar con ella, pero su sobrecarga de tópicos, su anodino reparto y la necesidad de recurrir a todos los trucos baratos a su alcance para intentar asustar al espectador fueron demasiado para mí y sospecho que también lo serán para la abrumadora mayoría de vosotros.
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