Sin vicio no puedo estar
Hay un pequeño subgénero de películas sin oficio ni beneficio a las que podríamos llamar "tráilers para Twitter": cosas tan grotescas y absurdas que hacen mucha gracia con su anuncio y después pasan a olvidarse para siempre. Por suerte, como la cinta ha costado dos duros, con que unos pocos acaben picando por pura curiosidad ya sufragarán gastos. Es el caso de 'Winnie The Pooh: Blood and Honey', 'Titanic 666' o 'Big Shark', que realmente no le interesan a nadie pero saben cómo llamar la atención durante dos minutos en las procelosas y fétidas aguas de Internet. Por suerte, lo de 'Oso vicioso' es ligeramente distinto.
Escandal-oso
Puede que algunos recordéis la ola de risas y extraño fanatismo antes del estreno que supuso una de las primeras películas de este género, 'Serpientes en el avión': la obra protagonizada por Samuel L. Jackson tardaba en llegar al meollo del asunto y, por mucho que prometiera diversión sin complejos, al final resultaba mucho más aburrida de lo que debía (la mayoría de estas películas lo son, ¡lo gordo está en el tráiler!). Sin embargo, Elizabeth Banks ha aprendido de aquellos errores.
Después de pegársela por todo lo alto con su versión de 'Los ángeles de Charlie', la directora y actriz ha decidido contar una historia de presupuesto bajo-medio (alrededor de 30 millones de dólares) en la que va de cara desde el primer minuto: desde la primera escena tenemos un oso cocainómano en acción, y durante la siguiente hora y media le veremos hacer todo aquello que nos han prometido. O sea, esnifar y matar. Efectivamente, solo hay un chiste en 'Oso vicioso', pero es un chiste muy gracioso.
Banks no es capaz de pasar del meme y del planteamiento, y sus histriónicos personajes son mero atrezzo. Sí, hay escenas más o menos divertidas con ellos (los niños comiendo cocaína, la pelea en los baños), pero todo el metraje es un mero esperar a que vuelva a salir el oso y, con él, el desparrame de muertes y risas. Aún así, sería injusto calificarla con la misma rectitud con la que juzgaríamos películas más serias o con pretensiones de grandeza: esta tiene claro lo que es, lo que intenta y cómo va a conseguirlo. Nadie tiene derecho a enfadarse con un cine así de, en el fondo, honesto.
Peligr-oso
El chiste de 'Oso vicioso' es siempre el mismo: un oso se vuelve adicto a la cocaína y cada vez que se encuentra con un humano se lo merienda. Durante una hora, aproximadamente, funciona como un reloj. Cada vez que el oso aparece en pantalla, sabes que va a haber un poquito de sangre, un poquito de risas y un poquito de polvo blanco aquí y allí: variaciones continuas sobre el mismo gag, como si se tratara del chiste de los aristócratas. Pero en versión sangrienta y drogadicta.
Pero al final, el humor se debilita, la película cree que es el momento de crecerse y en su tercer acto se centra en cerrar unas tramas por las que el espectador no ha apostado nunca. La broma ya no aguanta más por sí misma, la sal gorda dejar de estar tan sabrosa y la película cae arrodillada bajo el peso de sus propios pecados. 'Oso vicioso' se convierte en un chicle sin sabor que no sabe cuándo es el momento de parar.
Planteada más como sketch de 'Saturday night live' que como película, 'Oso vicioso' está dirigida como si fuera un corto de fin de carrera en el que apenas se toman riesgos narrativos. De hecho, recuerda en los tiros de cámara y la fotografía a esas películas de videoclub ochenteras al estilo 'Mi amigo Mac' o producciones Disney directas para televisión, en un intento de transgredirlas que no tengo muy claro que sea consciente.
Tedi-oso
Si vas a ver 'Oso vicioso' esperando encontrar arte y ensayo, una comedia descacharrante o cine de terror al estilo 'Tiburón', vas a decepcionarte. De entrada, parece ya de por sí la versión de The Asylum de una película más conocida (por supuesto, la productora ya ha sacado su versión, 'Attack of the meth gator'), pero nunca llega a ser ni tan divertida como para elevar el meme ni tan catastrófica como para reírse de ella. Simplemente, está ahí. Y eso es lo peor que le puede pasar a una película sobre un oso drogadicto con ansias asesinas.
Gran parte de culpa de que la película se quede en un estasis creativo la tienen sus personajes protagonistas: no solo son demasiados (a todas luces), sino que les falta carisma, motivación y no parecer un dibujo animado andante. Es como si después de haber firmado la sinopsis de una línea, Jimmy Warden, el guionista, hubiera escrito el resto de la película en una tarde sin preocuparse por revisarla. Por decirlo de otra forma: 'Oso vicioso' será más divertida (y, probablemente, tenga más sentido) en los cortes de "mejores momentos" que habrá en YouTube que en la película en sí misma.
Que 'Oso vicioso' haya terminado siendo un chiste en los Óscar (¡que acabó acosando a la mismísima Malala Yousafzai!) solo puede explicarse bajo el paraguas del meme: nos hace tanta gracia la idea de la película que queremos que toda ella sea así. Pero, tristemente, y más allá de las escenas que todos esperamos ver, no es capaz de vivir a la altura de las expectativas, quedándose en un sketch alargado sin mayor importancia. ¿Icónica? Por supuesto. ¿Gamberra? Más o menos. ¿Buena? Definitivamente no.
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