'Oscuridad total' es la joya de terror de 2024 de la que nadie habla: una brillante odisea lovecraftiana sobre mineros encerrados junto a algo terrible

'Oscuridad total' es la joya de terror de 2024 de la que nadie habla: una brillante odisea lovecraftiana sobre mineros encerrados junto a algo terrible

Una cuidada producción francesa ambientada en los 50 que recupera el pulso del cine de monstruos de vieja escuela

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Gueulesnoires

Hay películas que dan que pensar en cómo funciona la industria. Hace un año se presentaba en Sitges una película de terror francesa titulada ‘Oscuridad Total’ (Gueules Noires, 2023), en la que ya aparecía proyectada con el logo de A Contracorriente Films, aunque ha tenido que pasar un año para que se estrene en España, directamente en Blu-ray, sin pasar por salas y sólo a través de alquiler en plataformas de streaming, pese a que en Francia logró llegar a las pantallas el año pasado.

Por avatares de programación, fechas y horarios, en el festival más importante del fantástico en Europa era presentada como una de las celebraciones del gore ideales para una maratón, ubicada en horas intempestivas como cualquier otro directo a vídeo, cuando en realidad, en su sencillez, resultaba una de las mejores películas de terror de la edición, sin duda mucho más elegante, bien rodada y fina que la decepcionante ganadoraCuando acecha la maldad’. Su director es el ya veterano francés Mathieu TurMathieu Turi, que se supera tras las funcionales pero entretenidas ‘Hostiles’ y ‘El tubo’.

No puede quedar sino una sensación de desencanto al ver la frialdad con la que esta odisea lovecraftiana, sobre unos mineros franceses encerrados con algo terrible en 1959, pasara como una de las propuestas más incomprendidas de aquella edición del festival y de este año, particularmente plagado de títulos de mucha importancia, pero que no deberían despistar sobre lo inusual de una buena producción europea de género, que no solo no tiene nada que envidiar a otros grandes estrenos empujados por la maquinaria de marketing, sino que puede posicionarse al frente ya desde su estupendo prólogo en 1856.

La clase obrera contra los montruos

En esa primera secuencia, un grupo de mineros del norte de Francia abre un agujero en la pared de un túnel y descubre algo que no parece humano, antes de que una explosión de gas les deje atrapados, de ahí pasamos a un siglo después, en 1956, para conocer Amir (Amir El Kacem), un marroquí bilingüe que consigue un empleo en el norte de Francia trabajando en una mina de carbón apodada la Isla del Diablo por sus horribles condiciones y su alto índice de víctimas, además de recibir un sueldo de explotado.

En su siguiente jornada tiene como visita a un profesor que busca unas muestras muy concretas, uniéndose a la tripulación para que se acabe repitiendo la historia y queden atrapados en las profundidades de la oscuridad con una entidad antigua. Los mineros eran conocidos como gueules noires —que coincide con el mucho más lírico título original—, es decir “caras negras”, en referencia al polvo de carbón en el rostro, que hace que, según el jefe del grupo, “una vez allí abajo, italianos, españoles, franceses o árabes, todos seamos del mismo color”. Gueule también significa “boca”, un doble sentido que alude a la amenaza bestial que se avecina.

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Una amenaza que, como la falta de oxígeno y las pagas mínimas, tampoco discrimina entre sus víctimas, una colección multicultural de la clase obrera que diferencia esta premisa de dinamiteros atrapados con monstruo de cualquier otra variable de The descent’ esperable, especialmente porque no es una traca de acción subterránea como sus parecidos con ‘Aliens: el regreso’ podrían hacer parecer, sino una genuina aventura weird fiction de época cortada por compases tranquilos, salidos de otras épocas, pese a estar llena de gore y contar con un mal ancestral de diseño alucinante.

Espíritu de King y Carpenter

Un punto de partida que, con ciertas limaduras, es prácticamente el mismo que el que nos mostraba ‘La fosa común’, aquella adaptación de Stephen King con un grupo de exterminadores especialistas de espacios confinados, igualmente encerrados entre pisos de los sótanos de una fábrica textil. A diferencia del relato de supervivencia de aquella, ‘Oscuridad total’ parece casi una extensión subterránea de ‘El príncipe de las tinieblas’ de Carpenter, desafiando el subgénero de "gente atrapada en cuevas" con algo sobrenatural es extenso que han ido curando la falsa secuela ‘Alien 2’ (1980) a ‘La cueva’ (2005).

Claro que la combinación que propone no es exactamente novedosa pero al menos conecta con las más esotéricas ‘Le porte dell'inferno’ (1989) o ‘Así en la tierra como en el infierno’ (2014), pero entrando en una onda de películas con trasfondo laboral de la que autores como Brad Anderson son especialistas, que no se corta en dedicar un buen espacio de su metraje a describir los fascinantes avatares del oficio, desde el uso de canarios y dinamita a la sorprendente presencia de caballos bajo tierra, lo que deja alguna estampas inusuales para una película de estilo.

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La gran sensación de claustrofobia funciona por sí misma, no solo por el agobio de los lugares angostos y la oscuridad, sino porque sus protagonistas son obreros abocados a un trabajo durísimo, pero además consigue añadir, tan solo exponiendo el contexto histórico, un elemento social sobre un oficio con racismo selectivo y explotación de inmigrantes que todavía es relevante a día de hoy, aunque no mire más allá de la camaradería y ruptura de barreras en situaciones crudas.

Aventura de horror de corte victoriano

La película solo está protagonizada por hombres, lo que deja espacio para cierta caricatura de la masculinidad tradicional, mientras el elemento terrorífico tarda en aparecer, aunque tampoco se hacen esperar sus pistas. No es la lucha contra monstruos que puede hacer parecer su punto de partida, ni es un correcalles de acción, sino un paciente y muy clásico viaje por pasillos con pistas, misterio y secretos innombrables, bordeando un remake con medios de la rareza de los años 80 ‘The Strangeness’ (1985), que también iba dejando su criatura para el final.

Está voluntad de verdadera regresión pulp conecta con ‘¿Qué sucedió entonces?’ y otras creaciones de Nigel Kneale, incluso enlazando directamente con relatos de H.P. Lovecraft como ‘En la noche de los tiempos’ (1936), recordando a otros acercamientos franceses a su obra, como ‘Malefique’ (2002), además de ser estrictamente canónica. Sin embargo, ese espíritu clásico no renuncia al splatter y las muertes se representan de forma gráfica —inolvidable el momento “Maricarmen y sus muñecos”—, con FX tradicionales que la acercan a los universos body horror y apocalípticos de Carpenter, además de personajes de clase obrera que mantienen una actitud similar ante el desastre.

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En un momento en el que el cine rodado en digital parece haberse olvidado de lograr que se vea algo en escenas de oscuridad, precisamente ‘Oscuridad total’ cuenta con una fantástica fotografía de Alain Duplantier que muestra un contraste cristalino entre personajes iluminados, penumbras y sombra, que consigue que se vea solo lo que se tiene que ver. Una localización asfixiante, un señor en un traje, sangre y personajes que nos despiertan simpatía, a veces todo lo que debería tener una gran película de terror se junta en proyectos sin grandes aparatos publicitarios y que no buscan reinventar la rueda, una pena la poca confianza en ellos por parte de plataformas, muestras y distribuidoras, porque va directamente al top 10 de género de este año.

'Oscuridad total' se puede alquilar para ver en Prime Video, Movistar o acontra+.

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