'Origen', y los sueños cine son

Jordi Costa en su página del facebook se sorprende del éxito masivo que está teniendo Christopher Nolan con sus dos últimas obras y de como éste parece haber convencido a la humanidad de que es un genio. Asegura que el director se ha aprovechado de la poca memoria cinéfila del público actual, que no se acuerda de películas como ‘El año pasado en Marienbad’ (‘L’année dernière à Marienbad’, 1961, Alain Resnais), una de las referencias de ‘Origen’ (‘Inception’, 2010) la nueva megapelícula del director de ‘El caballero oscuro’ (‘The Dark Knight’, 2008), que está dando de hablar desde su estreno y no dejará de hacerlo durante mucho tiempo.

Costa que subraya una y otra vez que el film de Nolan tiene numerosos aciertos no es del pensar de la mayoría que se ha rendido ante las enormes cualidades de un film único. Hubiera estado bien que el señor Costa hubiese dejado para después del estreno del film la salida de su delirante cómic ‘2.000 años de cine’ —ilustrado por Dario Adanti— porque indudablemente se hubiese dejado influir por el film de Nolan. De todos modos que George Clooney interprete al director de la revista Fotogramas es una idea que no puede ser de Costa, se la han inoculado en su subconsciente.

Efectivamente, ‘Origen’ es un film que posee numerosas referencias. ¿Y?

El film de Resnais, que comentaremos aquí en un futuro, no es la única referencia importante de ‘Origen’. A lo largo y ancho de dos horas y media de gran cine descubrimos alusiones a un montón de películas conocidas, algunas muy directas, otras no tanto. Podríamos nombrar ‘Dark City’ (id, 1998, Alex Proyas) —la ciudad cambiando a capricho del arquitecto—; ‘Matrix’ (id, 1999, The Wachowski Brothers) —las luchas sin gravedad en el hotel—; o ’007 al servicio secreto de su majestad’ (‘On Her Majesty’s Secret Service’, 1969, Peter Hunt), el film favorito de Nolan de la saga Bond, al que le dedica un buen homenaje en uno de los clímax finales de la cinta.

Ahí tenemos también al amigo Alvy Singer que define la ansiedad de la influencia con una certera combinación entre ‘Origen’ y ‘Blade Runner’ (id, 1982, Ridley Scott). De ahí podríamos saltar a las numerosas referencias literarias que el trabajo de Nolan posee, desde Borges hasta Philip K. Dick pasando por numerosas teorías relativas a los sueños; y cómo no, experiencias personales del propio director que incluso ha tomado apuntes de sus propios sueños. Al fin y al cabo todos tenemos derecho a soñar y hablar de ello a quien queramos. Mi compañero Adrián Massanet opina que el hablar sobre el mundo onírico sólo está reservado a los más genuinos poetas de cada época, negando a Nolan su derecho de hacerlo, única y exclusivamente porque ha creado un mundo propio con reglas, poniendo lógica a algo que no la tiene.

He ahí el gran acierto de Christopher Nolan, un director que parece querer superarse con cada nueva película que realiza, corriendo el enorme riesgo de tropezar en el intento. La mayor parte de su cine habla de la mente humana, ‘Memento’ (id, 2000), ‘Insomnio’ (‘Insomnia’, 2002), ‘Batman begins’ (id, 2005), ‘El truco final. El prestigio’ (‘The Prestige’, 2006) o la que nos ocupa hablan de distintas facetas de la mente; memoria, ilusión, sueños y algún estado mental alterado le han servido al director para construir thrillers construidos con exactitud, apartándose de lo que el cine de Hollywood puede ofrecer pero jugando hábilmente las cartas que posee todo blockbuster. Nolan no hace superproducciones de consumo rápido y olvido instantáneo, su cine impacta y deja pensativo al espectador durante días. En ‘Origen’ ha ido más allá con su sentido y atrevido homenaje al arte que Nolan más admira: el cine. Al compartirlo con todos nosotros ha provocado una catarsis de proporciones épicas, vistas las reacciones de casi todo el mundo.

El cine es el mejor de los sueños

A principios de año nos llegaba con retraso la maravilla de Kathryn Bigelow ‘En tierra hostil (The Hurt Locker)’, en la que la oscarizada directora, más allá de su trama, efectuaba un ejercicio de cinefilia de altura: el cine ofrecido a base de chutes, el cine como adicción. Nolan efectúa el mismo ejercicio en ‘Origen’ pero utilizando los sueños, elemento común al cien por cien de la humanidad. Sus múltiples referencias no ahogan el universo creado por el director y logra erigirse como obra única destinada a sobrevivir en el tiempo colocando el listón de la fantasía a una altura nunca imaginada. Además ha sido capaz de provocar algo que a la mayoría de los consumidores de blockbusters no les gusta hacer: pensar.

Y ese pensamiento se produce gracias a la intrincada estructura narrativa del film, algo a lo que todos deberíamos estar ya más que acostumbrados en el cine de Nolan. Si recordamos sus entregas del hombre murciélago veremos que sus tramas están muy alejadas de las de otras adaptaciones de superhéroes, casi siempre más simples e inofensivas. A modo de eso que ahora llaman techno thriller —Michael Mann sería su máximo exponente— Nolan construye una aventura inolvidable de un grupo de especialistas en entrar en los sueños de la gente para robarles ideas. Ahora aceptarán la aparente imposible misión de inocular una idea en una mente en lugar de robarla.

Aunque ‘Origen’ requiere de la completa atención del espectador —en realidad todo el cine requiere de ello— éste jamás llega a perderse gracias a la inteligencia de su máximo artífice, nuestro particular arquitecto, Christopher Nolan, que nos va dando información todo el tiempo hábilmente mezclada en un rompecabezas —magistralmente montado por Lee Smith— que juguetea con realidad y sueño manteniendo siempre el norte. Si los personajes tienen su propia brújula —llamada tótem— para saber si están en un sueño o no, el espectador también posee un punto de referencia que le hace diferenciar entre los distintos niveles por los que se mueve la película.

Los actores están todo en pleno estado de gracia sin que ninguno resalte por encima de los demás. Leonardo DiCaprio demuestra una vez más su versatilidad, aunque su personaje recuerde en demasiado aspectos al interpretado a las órdenes de Martin Scorsese en la floja ‘Shutter Island’ (id, 2010). Ellen Page da vida a Ariadna, la arquitecto de los sueños, en otra de las múltiples referencias del film, esta vez a la mitología griega con la historia de Teseo y el minotauro. Tom Hardy, el futuro Mad Max, es uno de los descubrimientos del film, y que introduce el poco humor que contiene la historia. Cillian Murphy ya es un habitual en el cine de Nolan, y ‘Origen’ es probablemente la película del director donde más se luce el actor. Ken Watanabe, Michael Caine, Joseph Gordon-Levitt, que lleva él solo el peso de uno de los momentos cumbre del film —el del hotel—; Tom Berenger, Pete Postlethwaite y Marion Cotillard, que le da la oportunidad a Nolan de acercarse al Film Noir, conforman un más que suculento reparto que funciona en bloque.

Dos horas y media de cine arrebatador, fascinante, que a través de una historia de fantasía nos envuelve hasta llegar a un plano final cortado inteligentemente por Nolan para despertarnos de su sueño. Al igual que Cobb ya no nos importa si lo que hemos visto es un sueño o no, en nuestro caso lo que importa es el viaje transcurrido, y éste ha sido apasionante.

Posdata

Estoy convencido de que si Sam Peckinpah todavía viviese, estaría encantado con ‘Origen’, no por sus escenas de violencia, sino por la utilización del ralenti en la ya famosa secuencia de la furgoneta, en la que el tiempo se dilata hasta el paroxismo. Todo un atrevido homenaje a la manipulación de dicho elemento dentro del cine.

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