Ariadne: “¿Por qué son tan importantes los sueños?”Dom: “Porque en ellos estamos juntos”.
El cine entendido como una ventana a otro mundo, tiene su máxima expresión en una película que te traslada a una fantasía de una forma tan poderosa que no quieres que acabe, es una experiencia tan apabullante que no notas el paso del tiempo, sólo quieres disfrutar el momento, cada momento. Es como vivir un sueño. El cine como un sueño compartido. ‘Origen’ (‘Inception’) es eso. Es tan espectacular, asombrosa, trepidante, inteligente, romántica (la primera de este director tan centrada en el amor), que sus dos horas y media de duración llegan a resultar cortas. No podemos decir tal cosa de muchas películas, cada vez menos.
Christopher Nolan (Londres, 1970) es un excelente cineasta en una posición privilegiada. Saltó a la fama con la retorcida ‘Memento’ (idea original de Christopher pero guión de Jonathan Nolan), estrenada dos años antes de su interesante debut, ‘Following’ (1998), pero no fue hasta el éxito de ‘Batman Begins’ (2005) cuando despegó realmente su carrera. Pasó de ser un cineasta prometedor a convertirse en uno de los mayores protegidos de la industria estadounidense. Parecía que con ‘El caballero oscuro’ (‘The Dark Knight’, 2008) el inglés había tocado su techo, como creador de grandes espectáculos masivos. Pero Nolan no se ha agotado, al contrario, con su nuevo trabajo demuestra que aún puede ir más lejos, que puede agarrar al espectador y lanzarlo a nuevos horizontes. Ya depende de cada uno aceptar el viaje, o no.
‘Origen’ parte de un guión original de Nolan, el segundo plenamente suyo desde ‘Following’. La historia se centra en Dom Cobb, una especie de agente secreto con licencia para todo, el mejor ladrón en un mundo en el que se puede acceder a los sueños para robar ideas y manipular mentes. Viviendo de esta forma, Cobb se ha convertido en un fugitivo, pero ya está harto y sólo desea volver a su casa con sus hijos. Su oportunidad surge cuando un importante y astuto empresario le encarga una misión aparentemente imposible: crear una idea en la cabeza de alguien (que va a heredar un imperio). Cobb no tiene más opción si quiere lograr la paz, así que reúne a un equipo y se prepara para cometer el mayor crimen de su vida, consciente de que tendrá que enfrentarse y sobrevivir a su mayor enemigo…
El mayor acierto de Nolan es que su planteamiento le permite jugar a lo que quiera, y no defrauda a la hora de aprovechar el punto de partida, no se relaja en ninguna escena, siempre busca asombrar. Y vaya si lo consigue, hay situaciones realmente fascinantes, visual, emocional e intelectualmente. Sigue sin ser un gran realizador cuando explota la acción, es su gran defecto (el de no aprovechar los personajes femeninos lo supera esta vez), pero consigue maquillarlo, como ya lograra en ‘El caballero oscuro’, gracias a la espectacularidad de algunos de los momentos aislados que surgen durante el desarrollo de esas secuencias (el uso de la cámara lenta es ejemplar), que siempre van aumentando en intensidad, para culminar en el instante justo. Y vuelta a empezar. Apoyado por la eficaz partitura de Hans Zimmer, Nolan no da respiro en ‘Origen’, incluso en situaciones tranquilas, de diálogos, hay tanta sustancia que es imposible relajarse, desconectar.
Una de las grandes armas de ‘Origen’ es sin duda su estelar reparto. Y no son sólo nombres, son actores, intérpretes de garra y carisma, perfectas piezas para el juego que Nolan desea plantear al público. Leonardo DiCaprio se luce con un personaje con el que se siente cómodo, que se parece a algunos de los que ha creado en los últimos años (‘Infiltrados’, ‘Shutter Island’), tiene esa intensidad y ese dramatismo que tanto le gusta expresar. A su alrededor, un plantel de secundarios de auténtico lujo (Ken Watanabe, Ellen Page, Michael Caine, Tom Berenger, Pete Postlethwaite) en el que brillan con especial intensidad Joseph Gordon-Levitt (protagoniza la asombrosa pelea en el edificio que se vuelca), Tom Hardy (dando vida a un estupendo personaje que podría tener su propia película), Cillian Murphy (al que curiosamente Nolan vuelve a encapuchar, como en las dos entregas de Batman) y Marion Cotillard (una femme fatale en toda regla, irresistible y peligrosísima).
Este tipo de superproducciones, sobre todo cuando están dirigidas por aplaudidos talentos (se lo merezcan o no), generan una expectación desmedida porque sólo así se puede recuperar lo invertido y lograr grandes beneficios (como es el caso, esto es un rotundo éxito). Y aun siendo un fenómeno publicitario que no tiene nada que ver con la película (el marketing vende lo que sea), es la razón principal para atacarla. En cuanto ‘Origen’ empezó a ser considerada como un espectáculo extraordinario, surgieron detractores, que prefieren adoptar una pose antes que dejarse arrastrar por el torbellino de emociones que se les propone. Nos podemos acordar de ’007: Al servicio de su majestad’, ‘Dark City’, ‘Matrix’ o, si nos ponemos exquisitos, ‘2001’ y ‘El año pasado en Marienbad’; en ‘Origen’ hay huellas, rasgos, de conocidas producciones, pero me parece evidente que ante todo es una imaginativa aventura del director de ‘Memento’ y ‘El truco final’ (la obsesión, la culpa, la confusión de la realidad).
Con ‘Origen’, Nolan sigue adentrándose en los temas que le interesan, a lo grande, con un presupuesto que le permite trasladar a la pantalla todas sus ideas, por muy retorcidas y gigantescas que resulten. Es tal su ambición que incluso se pierde, en su intento por lograr el más difícil todavía (la parte final es de una complejidad impresionante, que puede asombrar tanto como desesperar); le sobran explicaciones y subrayados a su mastodóntica odisea, pero son pequeños defectos disculpables ante la fuerza apabullante de este sueño hecho película en el que hay de todo (acción, ciencia-ficción, filosofía, amor). Mi recomendación: dejarse llevar, lanzarse al vacío y… ¿despertar?