"You fell from the sky
Crash landed in a field
Near the river Adur
(…)
You convalesced, you fashioned masks of twigs and clay
You cried beneath the dripping trees
Ghost song lodged in the throat of a mermaid.
With my voice
I am calling you."
Nick Cave empezó a preparar su último disco con los Bad Seeds de Warren Ellis allá por 2014. Como un signo premonitorio, el músico poeta australiano comenzó entonces a escribir sobre un salto al vacío que acabaría en desgracia en ‘Jesus Alone’. Lo que aún no sabía es que durante el proceso, en el verano de 2015, Arthur, uno de sus hijos gemelos, perdería la vida después de caer de un acantilado de veinte metros en Brighton. Arthur tenía 15 años y había consumido LSD.
"With my voice, I am calling you"
'One more time with feeling' es el paso adelante de Nick Cave. Su proceso de duelo y su cura. La obra, que abre con unos primeros minutos brillantes, está a medio camino de varios propósitos: lo que inicialmente se concibió como material promocional de primera mano con el que evitar girar el disco dolorosamente, se transforma plano a plano en un intento de adentrarse en las oscuras profundidades de la persona que se sostiene detrás del personaje después de “lo que pasó”.
Como un fantasma, Nick Cave se desliza por una habitación ante el espejo que devuelve una imagen sombría y ojerosa. Las órdenes de su amigo y director del documental, Andrew Dominik, le guían en el duermevela en que parece vivir ahora Cave.
Poco después, en una de las secuencias más bellas vistas recientemente en un documental, su gran amigo y compañero, Warren Ellis, nos da la clave para entender este nuevo retrato fílmico del artista. En un coche en movimiento frente a los flashes de luces y sombras de la ciudad, acompañando a Nick Cave, Ellis nos regala una fascinante mirada a los ojos llena de amor y respeto, que humaniza a la estrella y rezuma vulnerabilidad.
Un trance de emoción contenida
En efecto, 'One more time with feeling' es una pieza frágil, de emoción contenida, que no entra a analizar “lo que pasó”, parafraseando a Nick Cave al referirse a la muerte de su hijo, porque como bien apunta su amigo Warren Ellis en ese coche tembloroso pero sereno, no somos quién para juzgar en público la vida privada de nadie.
Leyendo entre líneas, algo habitual en la música de Cave, llegamos a formar nuestra propia idea de la pérdida. Lo único que sabremos de ella por boca del músico será lo poco que un puñado de palabras torpes agolpadas en repentinos suspiros acertarán a decir entre silencios. Un trance que culmina en una escena sobrecogedora, de una ternura que raya el esperpento, donde el dolor de los padres de Arthur queda expuesto sin remedio a corazón abierto y que es el punto álgido de este duelo fílmico.
'One more time with feeling', Nick Cave en carne viva
Tan solo uniformemente iluminado por la luz de su mujer, Susie Bick, se trata de un retrato de luces duras y claroscuros, más sombrío de lo que ya lo fuera ‘20.000 días en la Tierra’ (Iain Forsyth y Jane Pollard, 2014). Si cabe todavía más acentuado por una magnífica fotografía en blanco y negro del belga Benoît Debie ('Spring Breakers', 'Lost River'), que además arriesga con su uso de la cámara 3D para llegar hasta las entrañas de un relato que, sin embargo, se mantiene sobrio en todo momento.
Ejerciendo de complemento perfecto para el estado de ánimo con el que afrontar el nuevo álbum de Nick Cave & The bad seeds, algunas de las secuencias de la película de Andrew Dominik pueden verse hoy como videoclip oficial de varios de los títulos de ‘Skeleton Tree’ (2016). Posiblemente la representación más viva y en directo en que alguna vez podamos escucharlos.
One more time with feeling. One more time en busca de las palabras y la voz que Nick Cave no encuentra si no es para declamar su frustración en forma de torrencial explosión de música. Nick Cave en carne viva.
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