Del realizador inglés Steve Shill, un habitual de la televisión, que ha filmado capítulos de las más reputadas series de los últimos tiempos, como la sangrienta ‘Dexter’, la magistral ‘The Wire’, la popular ‘Urgencias’ o la histórica ‘Los Tudor’, se esperaba sobradamente capacitado para afrontar un thriller de cierta carga erótica para mayor lucimiento de su productora, la cantante (y cada vez más actriz) Beyoncé Knowles.
Pero, a pesar de que la realización no es especialmente destacada, más bien plana aunque ajustada al mediocre argumento, es su guión el que hace aguas, el que intenta ofrecer intriga y tensión y acaba siendo un verdadero desastre calamitoso incapaz de imitar ni dignamente al claro referente de ‘Atracción fatal’. David Loughery es el encargado del firmarlo y parece que con la premisa de ofrecer una nueva versión del clásico protagonizado con Michael Douglas y Glenn Close.
La empalagosa e idílica pareja protagonista, formada por la propia Beyoncé en un registro bastante alejado en forma y fondo del que ofreció en ‘Cadillac Records’ y por Idris Elba (inolvidable en ‘The Wire’), el enamorado esposo que se encuentra en la difícil encrucijada de la tentación hacia la infidelidad, resultan especialmente sosos, melosos y excesivamente estereotipados como para mostrar un ápice de originalidad.
Y la terna la completa la bellísima Ali Larter, que sin duda sabe explotar (y se hace tan exceso como con falta de intriga e imaginación) su poderoso físico y su mirada de villana que se interpone en la pareja de forma obsesiva como el título hace mención. Sin embargo, la encargada de ofrecer la máxima carga erótica, así como de remover la pastelosa e inquebrantable figura del esposo fiel, pierde su potencial a las pocas intervenciones, pues no se ofrecen nuevas vías de las expuestas en el arranque y acaba siendo profundamente descafeinada, como el resto del conjunto. Muy reiterativa en sus intenciones, que la convierten en una malvada previsible.
Pero además, la productora parece haber impuesto una profunda y errónea limitación a la carga erótica, que siendo uno de los elementos esenciales para una historia así, es tan limitada como la capacidad de la historia para convencer. No se puede intentar jugar con la seducción, con la provocación y el acoso de una forma más insulsa, poco original y menos convincente. Otro referente claro es ‘Acoso’, nada elogiable en cuanto a su resultado pero sí en cuanto a saber situar perfectamente la carga erótica y opresiva, que fue su principal reclamo y, en ello, funcionaba bien. Al margen, de que el peso de sus dos protagonistas (interpretados por Michael Douglas y Demi Moore) poseían más matices que los que ‘Obsesionada’ nos presenta.
Pero es, precisamente en las comparaciones donde sale perdiendo. Intenta imitar y no lo consigue. Y es que la mencionada cinta de 1987, dirigida por Adrian Lyne, sin ser un realizador especialmente brillante, logra un thriller asfixiante, con la suficiente intriga y con las dosis suficientes de un erotismo peligroso y atrayente para convencer y ofrecer un desenlace realmente brillante, quizás de los más notables y recordados de su década.
Aquí, en ‘Obsesionada’ encontramos la cara diametralmente opuesta en el resultado, con una distancia abismal entre lo que ofrece Glen Close como Alex, la espléndida acosadora con gran personalidad, y lo que da Ali Larter como Lisa. Sin mencionar que el desenlace, en vez de elevar el clímax y resolver con un golpe de efecto la intriga, sólo se consigue un final cómico, grotesco y tan previsible como reprochable. Puestos a imitar, al menos habría que hacerlo con un mínimo de inteligencia. Y en ‘Obsesionada’ no la hay. Resuelve de un plumazo y sin despeinarse cada subtrama, con tal de ofrecer un lucimiento, que no se produce, más bien al contrario, de la víctima protagonista encarnada por Beyoncé, que se permite mantenerse en un segundo plano, hasta el desenlace donde se erige en la protagonista, resolviendo el entuerto y, liberando a su personaje del acoso obsesivo de una villana poco convicente.
Mi puntuación: