Los héroes de acción hace tiempo que cotizan a la baja en Hollywood. Los superhéroes han ocupado su lugar y ahora es raro que lleguen a aparecer franquicias protagonizadas por una tipología de personaje que en los 80 y 90 arrasaba en taquilla. Hay pequeños oasis en el desierto como el singular caso de Liam Neeson o la estupenda saga 'John Wick', pero lo conseguido por ‘Objetivo: La Casa Blanca’ tiene mucho mérito.
En su momento parecía destinada a ser la hermana pobre de ‘Asalto al poder’, pero la cinta de Antoine Fuqua era mucho más efectiva que la de Roland Emmerich y la única que fue rentable en taquilla. Tres años después fue el turno de ‘Objetivo: Londres’, una secuela inferior pero que al menos servía para entretenerte, y ahora nos llega el final de la trilogía con ‘Objetivo: Washington D.C.’, una cinta que probablemente hubiese funcionado en los videoclubs durante los años 90 -como alternativa cuando no estaba disponible la que realmente querías ver, eso sí- pero que a día de hoy a duras penas puede servir para pasar el rato.
A la deriva
Tengo bastante claro que la primera entrega bebía mucho de ‘Jungla de Cristal’ y que la segunda pasaba a tener como referente a la televisiva ‘24’, pero en el caso de ‘Objetivo: Washington D.C.’ todo resulta algo más genérico, como si fuese suficiente con ofrecer el mínimo exigible a una película de acción que en ningún momento aprovecha la espectacularidad a su favor. Sí, hay explosiones y golpes de efecto, pero sin que haya nadie detrás que sepa encauzarlo de la forma necesaria para conseguir el impacto deseado.
A eso ayuda que el tratamiento de la acción por parte del director Ric Roman Waugh resulta un tanto monótono. Se supone que la película es la más cara de la saga -se habla de un presupuesto de 80 millones de dólares frente a los 70 de la primera y los 60 de la segunda- pero Waugh no termina de sacarle partido. Sí que la tecnología tiene una mayor presencia, como la esencial escena del ataque de los drones, pero tiende más a resultar aparatoso que cualquier otra cosa.
Con todo, sí que hay suficientes escenas de acción para que la película resulte lo suficientemente dinámica como para que uno no desconecte de lo que sucede en pantalla, pero siempre le falta esa chispa necesaria, ya sea por exhibiciones física de su protagonista -o de su doble de acción, que Gerard Butler tiene ya 50 años-, por plantear situaciones llamativas o por un manejo de cámara que te meta de lleno en lo que sucede. Aquí todo se queda un poco a medio gas.
Más sombras que luces
Donde funciona mejor ‘Objetivo: Washington D.C.’ es en el reparto, aunque tampoco esperéis algo espectacular. Butler cumple como héroe cansado pero todavía capaz de proezas mayúsculas, pero lo que realmente anima la función es la llegada a la franquicia de Nick Nolte. La carrera del actor ha sido un tanto errática, pero su talento sigue ahí y aquí es incluso capaz de dotar de sentimiento a algunas líneas de diálogo bastante discretas en el tramo final, pero anteriormente es ese factor extraño que saca a la película de la monotonía.
Lo que sí es una pena es que Holt McCallany tuviese que abandonar el proyecto porque no pudo compaginarlo con la estupenda segunda temporada de ‘MINDHUNTER’ que llegó recientemente a Netflix tras ser aplazado el rodaje por un accidente de moto que tuvo Butler. Su papel fue finalmente a manos de un Danny Huston que cumple con solvencia en las escenas que comparte con Butler pero que no termina de destacar en las que tiene por separado.
Por último, sé que muchos no dan demasiada importancia al guion en una producción de estas características, pero lo ideal es que al menos esa un libreto funcional que poder exprimir por otras vías. Lamentablemente, el de ‘Objetivo: Washington D.C.’ es el menos interesante de la franquicia, en especial en lo referente a la sorpresa que nos quieren vender sobre la identidad del gran villano de la función. En lo demás se queda en mediocre.
En definitiva, ‘Objetivo: Washington D.C.’ es un discreto cierre para una trilogía que podría seguir adelante si así se lo proponen sus responsables, pero siendo la menos entretenida de las tres no tengo yo muy claro que vaya a funcionar lo suficientemente bien en taquilla como para que les compense hacerlo.
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