Vivimos tiempos muy, muy oscuros. La crispación a pie de calle continúa creciendo de forma alarmante, reflejando directamente la deriva y polarización de la retórica política; el debate sobre los derechos, los libertades y la violencia se ha recrudecido; la brecha entre clases sociales aumenta a pasos agigantados y, para colmo, la pandemia que lleva oprimiéndonos un año no está ayudando a relajar este indeseable status quo.
El cine —al igual que la inmensa mayoría de disciplinas de expresión artística—, no deja de ser un medio en el que se producen obras con un contenido estrechamente relacionado al contexto sociopolítico de su creación; y el marco anteriormente descrito, tristemente extrapolable a buena parte del territorio internacional, está siendo caldo de cultivo para alimentar el lado más reivindicativo del séptimo arte.
'Nuevo oden', el merecidamente laureado nuevo trabajo de Michel Franco, es un claro ejemplo de largometraje hijo de su época. Un auténtico puñetazo en la boca del estómago extendido durante 88 electrizantes minutos que, a través de una impecable contundencia narrativa y de un discurso tremendamente corrosivo, genera una fascinación malsana mientras provoca un amargor imborrable en el paladar con regusto a sangre y bilis.
Augurio distópico
Una vez recuperado del impacto y la estupefacción causados por su desolador tercer acto, y tras recobrar el aliento después de asimilar su ejercicio de nihilismo cinematográfico, que cala hondo en el cerebro y te ahoga como si inundase tus pulmones con brea caliente, no puedo calificar 'Nuevo orden' con otro adjetivo que no sea prodigiosa; y la justificación de esto comienza por un tratamiento formal impecable.
Resulta sorprendente cómo los mecanismos dramáticos y estructurales del relato, pese a estar presentes en todo momento —el punto de inflexión que marca su mid point es de manual—, pasan desapercibidos mientras se desarrolla la trama gracias a una precisa puesta en escena que pasa los excesos argumentales por un filtro de realismo, y a un montaje afilado como un cuchillo —firmado a cuatro manos por Óscar Figueroa y el propio director— que no da un momento de respiro.
A través de estos mecanismos, Franco transforma el eterno conflicto de la lucha de clases en un filme que trasciende por momentos su naturaleza de thriller para abrazar los cánones del terror; haciendo una exhibición de crudeza sobrecogedora que, curiosamente resulta más efectiva cuando opta por lo conceptual —demoledor el momento de la desinfección— que al reincidir en lo explícito.
Más allá de su interesantísima premisa, de su aguda tesis, y de su brillante ejecución, hay algo particularmente estremecedor en 'Nuevo orden', y eso es el modo en que la distopía que retrata termina diluyéndose orgánicamente en nuestra realidad actual. Su ficción es plausible y extrañamente reconocible, y convierte su abominable antiutopía en una suerte de augurio que estimula el pensamiento crítico bajo la fachada del cine más lúcido y necesario.
'Nuevo orden' puede disfrutarse en salas de cine a partir del 19 de febrero de 2021
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