La serie de Apple TV+ es tan buena que hasta te arregla un día de mierda
Lamento ser quien empiece una crítica sobre 'Ciclos' ('Trying') con una aseveración sobre el público (y puede que sobre ti, querido lector o lectora), pero ahí va: vivimos tiempos cínicos en los que el buen rollo se mira con condescendencia y las ganas de pasar un buen rato delante de la tele parecen un capricho inmaduro.
Hablamos y hablamos de series con argumentos más grandes que la vida y arcos de personaje que convierten a mindundis en grandes señores de la droga o a parias en reyes con pies de barro, pero olvidamos que las buenas historias también pueden venir desde la comedia.
Lo que quiero decir cuanto antes es que 'Ciclos', en Apple TV+, es tan buena y tan positiva que, si tienes un mal día y estás leyendo esto para descontar algo de tiempo antes de ir a la cama, deberías dejarme e ir a verla. También que desde ahora me niego a llamarla 'Ciclos', el título español, porque es sorprendentemente falto de matices para esta comedia de aventuras y buenos sentimientos.
¿Aventuras, dices? Bueno, sí, cada temporada presenta una, pero antes de entrar en materia, deja que te diga que hay algún destripe (aunque el propio menú e imágenes de la tercera temporada ya te adelanten con SPOILERS lo que va a pasar).
La aventura de aceptar
¿De qué va 'Trying'? Nikki (Esther Smith) y Jason (Rafe Spall) son una pareja de treintañeros desesperados por tener hijos y en unos trabajos, Nikki dixit, en los que la gente está de paso en lugar de quedarse como hacen ellos. Han recurrido incluso a la fecundación asistida, pero ni siquiera eso funciona por ninguna de las partes. Y frente al ardiente deseo de descendencia y, encima, de tener a su alrededor gente con peques, se hacen a la idea de que tienen que adoptar.
No es un proceso fácil y pasa por varias etapas, desde la obvia que es considerar que no vas a tener hijos y los que adoptes no serán hijos biológicos, a otras más sutiles como que esos hijos podrían no ser bebés cuando lleguen a casa. Pero lo van consiguiendo a base, adivináis, de intentar (vale, supongo que son ciclos que pasan).
En esta primera temporada, conocemos a la pareja, a los amigos y familiares de su entorno, aunque con más énfasis en el bagaje de él. Y aunque a veces tiren por tópicos del manual de sitcom como cocinar a fuego lento una posible infidelidad (puntuada por otra pareja que se está rompiendo por una), ya queda claro que estamos ante algo distinto y satisfactorio: no se trata de encontrar lo absurdo en la vida cotidiana, sino de escarbar en los momentos complicados en busca de la mejor sonrisa.
A los protagonistas se une un plantel de secundarios entre los que destacan Sian Brooke (la viste tocando el violín en ‘Sherlock’) como la hermana de Nikki o Imelda Staunton como Penny, una fuerza de la naturaleza convertida en funcionaria de adopciones, siempre lista para ayudar a Nikki y Jason.
Para cuando llegas al último capítulo de la primera temporada, en el que nuestros protagonistas tienen que defender su capacidad de adoptar a un ser humano frente a un comité de adopciones, estás rendido a sus pies porque dejan de ser arquetipos (él solo parece el típico enrollado y atolondrado) para convertirse en reales, en especial Nikki, que va mucho más allá del Manic Pixie Dream Girl en el que cualquier perezoso podría encasillarla.
Por suerte, si llegas a 'Trying' hoy, eso significa que aún te quedan otras dos temporadas por disfrutar.
La aventura de luchar
En la segunda temporada, Nikki y Jason ya están validados para adoptar, ¿pero a quién? Esta pregunta rondará estos ocho capítulos, porque Jason y Nikki no pueden evitar ilusionarse con niños que no está claro que podrán adoptar y en especial con una pequeña a la que ella conoce en un picnic que busca juntar niños y progenitores. Y eso duele.
Además, la otra gran trama de la temporada es la boda de la hermana de Nikki con Scott (Darren Boyd), un pesado con ínfulas de intelectual y sorprendente buen fondo, y de las dudas que se le plantean y que enraízan con el compromiso y la empatía.
Puede que en aquí el drama haya bajado un poco de octanaje, pero sigue teniendo un equilibrio excelente con ese tipo de comedia amable y gags puntuales que te coge de la mano y te lleva de paseo durante veinte minutos, junto con diálogos y experiencias tan increíbles como la historia de la abuela de Jason, capaz de luchar contra el Gobierno y a la vez sucumbir al racismo más genuinamente británico.
A veces lloras (atención: es imposible no soltar lágrimas con esta serie), como en los episodios tercero o sexto, pero es más por esa sensación de plenitud que dan las tramas que saben terminar, como las obras del papá manitas de Jason (un enorme Phil Davis).
Y, de nuevo, el episodio final explota con todo lo que ‘Trying’ puede ofrecer y ningún competidor podría atreverse, y eso que la lógica parece saltar un poco por la ventana. ¿Y qué más da? Eso es lo que consigue el guión de Andy Wolton, creador de la serie, y la dirección de Jim O’Hanlon.
La aventura de proteger
En la tercera temporada, la comedia vuelve a ganar peso en la mezcla porque 'Trying' se sabe imbatible: tiene un reparto que te aguanta una Filomena y ha creado un universo en el barrio de Camden de Londres que juega en la misma liga que 'Notting Hill'. Es más, es la 'Notting Hill’ de esta década por tono, universo británico y desarrollo. Se ha convertido, por fin, en la serie que no te basta con observar, porque es en la que quieres vivir.
Y no será porque no hay problemas, ya que Nikki y Jason, después de soñar con ser padres, ahora les toca apechugar con ello, contra vientos burocráticos y mareas familiares.
Puede que la experiencia sea algo suave (digamos que han tenido mucha suerte con el comportamiento de los peques) o que, de nuevo, un ataque de serietis narrativa lleve a desarrollar ciertas tramas (como un personaje entrometido y malicioso solo en apariencia) que se alejan del realismo amigable de los primeros capítulos. No hablemos de la improbable trama secundaria protagonizada por el mejor amigo de Jason, interpretado por Oliver Chris.
Cuando uno entra en 'Trying' sabe que saldrá con regocijo y tarareando el mismo tipo de música indie que tenían aquellas comedias de los 2000 de bajo o medio presupuesto, pero nada te preparará para un final de temporada que es el no va más, la única obra audiovisual de 2022 que convierte el RH de tu sangre en azúcar glas… y a la vez te tiene al borde del asiento, tenso, preocupado por estos dos personajes que son ya de tu familia y a los que quieres que todo vaya bien.
'Trying' tiene la mejor pareja del audiovisual actual
Estás en tu derecho de abroncarme por el tono mayestático de este artículo o de aseveraciones como la de este epígrafe, pero déjame que te diga que la química entre Esther Smith y Rafe Spall va más allá de la señal electromagnética que recibes en tu casa. Tiene su propia escala de encanto: sinceramente, no me extraña que hayan acabado juntos en la vida real.
Lo mejor es que Nikki y Jason no están planteados desde el mismo molde que, vaya, casi todas las parejas de casi todas las historias en las que el centro dramático está en ellos mismos.
No hay una dinámica de confrontación desde la que minar las tramas, porque la fortaleza de 'Trying' es verles cooperar como todos aspiramos a hacer con las personas con las que elegimos compartir nuestra vida: por eso duele tanto una de las tramas de la tercera temporada. Pruebas a verla por la química, sí, pero te enganchas gracias a la fórmula.
Y como solo las mejores obras de ficción, te hacen evaluar tu vida bajo su prisma y, quizá, preguntarte si serías capaz de ser así: no se trata de ser tan ocurrente como Jason o tan chispeante y resolutiva como Nikki, sino de coger los problemas al final del día y compartir soluciones bajo una manta. De que la vida te da limones y lo mejor que puedes hacer es intentar hacer limonada en la mejor compañía posible, la que has escogido y con la que te has comprometido.
¿Qué nos deparará la cuarta temporada? Me gustaría que, al igual que han abordado con tacto la adaptación de los niños con Nikki y Jason, cojan el toro por los cuernos y se atrevan a que los pequeños pataleen, desobedezcan y tengan noches horribles fruto de la enfermedad, a que se comporten un poco menos como avatares audiovisuales de la infancia y más como niños de verdad. Siempre pueden copiarle a 'Breeders' (en España, 'Bendita paciencia'), otra serie británica que también merece tu atención.
Sea como sea, ahí me tendrán desde el día en que se estrene el primer episodio. De momento, 'Trying' no tiene la fama de 'Ted Lasso' o 'Separación' ('Severance'), pero certifica el excelente gusto que tiene Apple para nutrir su plataforma.
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