La respiración se entrecorta. Las pupilas se dilatan. La sangre se agolpa en tus oídos. Oyes perfectamente los fuertes y rítmicos latidos del corazón. La caja torácica parece empequeñecerse y no poder dar cabida a la intensidad de los potentes impactos de dicho órgano. Toda la musculatura de tu cuerpo se tensa. Casi no puedes moverte. La boca se reseca. Y no, no estoy describiendo las reacciones del cuerpo ante una situación de peligro, sino cómo es posible que reaccione el organismo ante este espléndido thriller de acción que ha resultado ser 'Non-stop (sin escalas)' ('Non-stop', Jaume Collet-Serra, 2014).
Considerando la notable cantidad de producciones del género que se han desarrollado a bordo de un avión en pleno vuelo, afirmar que esperaba entre poco y nada de la nueva cinta protagonizada por Liam Neeson no se aleja de una realidad a la que había que añadir el desgaste que el actor mostraba en los últimos títulos llamados a explotar su faceta como inesperado héroe de acción, títulos que, curiosamente, y con ejemplos aborrecibles como 'Venganza: Conexión Estambul' ('Taken 2', Olivier Megaton, 2012), encontraban en 'Sin identidad' ('Unknown', 2011), el anterior filme de Jaume Collet-Serra, su punto más bajo.
Sin intención aparente por parte de director y actor de abandonar colaboraciones y tipo de cine —ya está en post-producción 'Run All Night', que unirá de nuevo a cineasta e intérprete, y en fases previas la tercera entrega de 'Venganza' ('Taken', Pierre Morel, 2008)— resulta muy evidente a la luz de lo que podemos ver en 'Non-stop' que el catalán ha alcanzado con esta su quinta producción cinematográfica una madurez de formas que sus anteriores incursiones en el séptimo arte habían apuntado de forma intermitente sin llegar a cuajar en toda su plenitud.
'Non-stop', con la dirección por bandera
Así pues, que lo mejor que puede ofrecer 'Non-stop' reside en su dirección es una afortunada afirmación que encuentra en la labor de Collet-Serra todo un rosario de recursos, planificación y ejecución que convierten los espacios de la cabina del avión en el que transcurre la práctica totalidad del metraje en un escenario lleno de oportunidades para un cineasta que sabe cómo aprovechar todas y cada una de las que se le brindan, trazando con este modélico ejercicio un virtuoso ejemplo de lo mejorcito que se ha podido ver en la gran pantalla en los últimos tiempos de este tipo de cine.
Apoyándose en un guión que está construido como un mecanismo de relojería y al que muy pocas pegas pueden ponérsele atendiendo por supuesto a los parámetros en los que suelen moverse los libretos de este tipo de producciones, acaso la parca y arquetípica definición de todos los personajes en claro favor de los que encarnan las dos estrellas del filme —y, en última instancia, de la de Neeson en detrimento de la que ostenta Julianne Moore—; la muscular dirección de Serra encuentra motivos para el regocijo tanto en la vertiente de intriga del filme como en las ejemplares set-pieces que animan la función.
Con todo el tramo final del metraje como mejor ejemplo de lo que las sensaciones que el catalán es capaz de instilar en el público, el inagotable carisma que siempre es capaz de desprender Liam Neeson —atención al momento de la confesión—, el correcto trabajo de John Ottman a los pentagramas y lo bien que juega sus cartas el guión para no terminar deviniendo en un producto previsible y legible a la legua, 'Non-stop (Sin escalas)' se termina alzando como una dignísima propuesta de acción que demuestra, una vez más, que lo que éstas necesitan es de directores que entiendan que la claridad narrativa es fundamental para el género. Gracias Sr. Serra.
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