Con la perenne y aún hoy inigualable 'Halloween', John Howard Carpenter marcó en 1978 un antes y un después en el cine de terror gracias a un slasher quintaesencial y brillante en múltiples aspectos que sentó cátedra en el subgénero; dando a su vez paso a un legado traducido en una maraña de continuaciones, remakes, resurrecciones y desvaríos argumentales que conforman una franquicia con once títulos a sus espaldas.
Entre todo este caos, la implacable Blumhouse Productions ha decidido recuperar la saga nueve años después de la fantástica —e incomprendida— 'Halloween II' de Rob Zombie, apostando junto al realizador David Gordon Green —'Joe'— por una secuela directa del original en una divertida y efímera 'La noche de Halloween' cargada de fan service y autoconsciencia, pero a años luz del clásico de Carpenter.
El entusiasmo generalizado —que comparto, no se me malinterprete— es algo harto peligroso que puede llegar a cegar y distorsionar la realidad. Obviamente, recuperar el eterno antagonismo entre Laurie Strode y Michael Myers y llevarlo a la gran pantalla en un nuevo capítulo con tanto mimo como lo ha hecho Gordon Green es motivo más que suficiente de celebración; pero una vez superado el impacto del violento festival referencial que ofrece el filme, una mirada fría al conjunto revela más flaquezas de las aparentes.
Porque más que una buena continuación, 'La noche de Halloween' es una experiencia colectiva impagable cuando se disfruta en una sala de cine abarrotada de un público entregado al cien por cien a los inocentes jugueteos que plantea; un entretenimiento más que notable y con una factura técnica impoluta en el que vítores, aplausos y carcajadas cómplices con su peculiar —y estimable— sentido del humor disimulan una rutina exasperante.
Y es que detrás del espectacular retorno de Jamie Lee Curtis, del aparente lavado de cara y de una reformulación mucho menos concienzuda de lo que prometía —prácticamente anecdótica— de los cánones dictados por el maestro hace ya 40 años, la cinta conduce la mitología de la saga a unos derroteros nada originales y previsibles que se hacen aún más perceptibles al centrar la mirada sobre el endeble libreto del filme, coescrito entre el propio director y Danny McBride.
Limitándose a brindar un festín de chistes metarreferenciales y secuencias de suspense diseñadas con una innegable inventiva, y a suceder un buen surtido de agradables, aunque algo excesivos homenajes, el guión de 'La noche de Halloween' peca de simple, obvio y de desperdiciar a sus interesantes personajes en una maraña de clichés que alimentan un drama familiar que no termina de funcionar y que reduciría al largometraje al estatus de "otro slasher del montón" si no contase con la icónica figura de Myers como reclamo.
'La noche de Halloween' es uno de esos casos en los que el corazón se divide más que nunca. Es inevitable aplaudir su recital de salvajes asesinatos, su amor por la obra del Master of Horror y su impepinable capacidad para hacer pasar al respetable un muy buen mal rato con su vis festiva presente en todo momento; pero, por muy bien que nos lo haga pasar, este no es el regreso del clásico que todos esperábamos, ni mucho menos la mejor secuela de una franquicia condenada a seguir mirando de lejos la perfección alcanzada hace cuatro décadas.
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