Este remake de ‘Noche de venganza’ (Nuit blanche, 2011) nos deja la duda de si sus creadores tan solo quisieron afrontar esta pequeña historia de policías corruptos como una serie B o si lo quisieron preparar poniéndose una buena cantidad de cine de Michael Mann, protagonizado por criminales atormentados y submundos de traficantes, mafiosos elegantes y agentes de dudosa moralidad, como inspiración.
El resultado, independientemente de si su director, Baran bo Odar buscara parecerse o no al maestro del thriller policial, es que el espectador desea en todo momento que el experimentado director hubiera pasado por allí a poner algo de orden. No es que la historia que cuenta sea nada nuevo, pero sí que hay un filme original con el suficiente material como para que Mann pudiera hacer una revisión americana en su propio universo, a la manera de Scorsese e ‘Infiltrados’ (The Departed, 2006).
Reparto desaprovechado
Si es que incluso tenemos a Jaime Foxx, un fetiche de Mann en ‘Collateral’ (2004) o ‘Corrupción en Miami’ (Miami Vice, 2006). Más pistas no puede haber. Pero sin entrar en la película que podría haber sido y no es, la presencia del actor en este thriller de segunda eleva una cuestión por encima de categorías y etiquetas. ¿Qué hace Foxx aquí? Es más, ¿Qué hacen Michelle Monaghan y Scoot McNairy aquí?
La primera hace un papel más que creíble: tiene una presencia y solidez en pantalla que parecen pertenecer a otro tipo de producción mucho más personal. No se puede hablar de que esté desaprovechada por que aporta a su personaje más de lo que la propia película pretende, pero da la impresión de que ha sido relegada a este tipo de medianías cuando queda a la vista que es una de las actrices más capaces e interesantes de su generación.
El caso de Scoot McNairy es diferente, es un gran actor pero que por su físico particular se ve relegado a papeles condicionados, muchas veces de secundario. En esta ocasión hace de villano y, como en el caso de Monaghan, va sobrado. De hecho es iapasionante verle en un papel oscuro, en dónde saca su perfil más inquietante, lo que le da un aura completamente nueva al actor. Seguro que tras verle ya no piensas automáticamente en el friki marginal en dónde se movía habitualmente.
Dilución del original
Podría pasar unos cuantos párrafos más intentando evitar el elefante en la habitación, pero hay que afrontar ya la realidad de ‘Noche de Venganza’: es un remake insulso y sin alma de un frenético y poderoso film de acción. El giro hacia el cine Mann podría haber sido una fórmula de adaptar un original con un grano digital parecido al de Chicago, pero, sin echar mucho la vista atrás, a esta propuesta casi le haría más justicia un tratamiento a lo ‘John Wick’.
Y es que aunque la historia es básicamente la misma, aparte de los cambios en el argumento (algo que no tiene por qué ser malo), se complican algunos puntos más de la cuenta en una trama que básicamente tiene como motor el secuestro del hijo del protagonista por parte de los malos. De hecho, ese punto está llevado de forma tan poco inspirada que apenas hace mella la tensión que ese motivo de contrarreloj pudiera haber proporcionado.
El indudable carisma de Foxx desaparece en una maraña de intenciones sin realizar, en donde parte de la culpa proviene del discreto guion de Andrea Berloff, quien pecaba exactamente en el mismo problema en la apática ‘Blood Father’(2016), pero una dirección sin el nervio suficiente deja ‘Noche de venganza’ en el limbo rayano al cine para vídeo. Su insipidez no la aparta de ser un entretenimiento visible, pero si su presencia en carteleras tiene una utilidad es la de descubrir, a quien todavía no la haya hecho, la tremenda cinta que la inspira: una frenética clase magistral de caos y dolor que seguro dará más valor a tu tiempo invertido.
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